Difícil sí, pero no imposible

No va más. El Athletic tiene ante sí una nueva oportunidad para volver a ganar la Copa 37 años después. Ha llovido mucho ya desde aquel gol de Endika a Urrutikoetxea en la final de 1984 ante el Barça.

Los de Marcelino fracasaron en su intento de reverdecer viejos laureles coperos hace dos semanas ante la Real. Más allá de la derrota, lo que escoció dentro y fuera del propio vestuario rojiblanco es que el equipo no estuvo a la altura requerida. Compitió durante la primera mitad, pero tras el descanso fue incapaz de intimidar y crear peligro ante un conjunto donostiarra que se limitó a aprovechar su oportunidad para después vivir de las rentas.

Lo bueno para el Athletic es que le llega pronto la oportunidad de resarcirse de esta primera final perdida. Hoy le espera el Barça. El mismo rival al que derrotó hace más de tres décadas con el histórico tanto de Endika y hace solo unos meses, a mitad de enero, en la final de la Supercopa.

Entre medio de uno y otro título, eso sí, al club azulgrana le ha dado tiempo para convertirse en el nuevo rey de Copas y de privarle de paso al Athletic de conquistar hasta tres ediciones más del torneo del KO. La primera vez en la final de 2008-09 disputada en Mestalla. Toquero adelantó entonces a los leones de Caparrós, pero los de Guardiola, con Messi ya en plan estelar, remontaron hasta dejar el marcador en un contundente 1-4.

La historia volvió a repetirse años más tarde en el Vicente Calderón. El entonces equipo de Bielsa, que venía de perder 3-0 en la final de la Europa League de 2011-12 ante el Atlético de Madrid, volvió a caer derrotado por idéntico marcador ante el Barça. Guardiola se despedía entonces como entrenador azulgrana.

La tercera Copa que le arrebató el equipo blaugrana al rojiblanco a ras de césped tuvo lugar en la campaña 2014-15. 90.000 seguidores del Athletic acompañaron entonces a sus leones a la final disputada en el Camp Nou, aunque pocos más de la mitad pudieron entrar al estadio. Los de Luis
Enrique, como había sucedido en las dos ocasiones anteriores, impusieron su ley ante los leones de Valverde.

Aquel 1-3, eso sí, tuvo su recompensa semanas más tarde cuando el Athletic, también en el propio Camp Nou, se adjudicaba la Supercopa al empatar a uno tras la goleada por 4-0 de la ida en San Mamés. Aduriz subió a los altares rojiblancos, si no lo había hecho ya, en aquel cruce a doble partido en el que firmó cuatro de los cinco goles bilbaínos. San
José rubricó el restante.

La final de esta noche en La Cartuja tiene premio extra para el conjunto de Marcelino. Derrotar al Barcelona en La Cartuja supondría ganar la Copa 36 años después y, además, tener billete para Europa de cara a la próxima temporada. Ni más, ni menos.

El Athletic ha dejado claro a lo largo de estas tres últimas décadas que sabe perder, que sabe encajar las derrotas sufridas en las finales, que sabe felicitar al campeón, que sabe mantener la compostura aunque la procesión vaya por dentro. Elizegi dejaba claro a principios de esta semana que el comportamiento de Marcelino y sus leones tras caer ante la Real hace dos semanas en Sevilla era toda una lección de deportividad para los txikis y cachorros de Lezama.

Va siendo hora, en cualquier caso, de que todos estos aspirantes a jugadores del primer equipo del Athletic aprendan también cómo se gana una final de Copa sin ni siquiera lucir la vitola de favorito. El Athletic ha sido, es y será un club señor; pero también lleva a gala el sello de campeón. Difícil sí, imposible no.


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