Cientos de miles de guineanos acudieron este domingo a los 15.000 colegios electorales distribuidos por todo el país para elegir nuevo presidente en unos comicios marcados por el temor a que se desencadene un nuevo ciclo de violencia postelectoral e incluso enfrentamientos entre comunidades. Aunque se presentaban 12 candidatos, los dos favoritos son el presidente saliente, Alpha Condé, de 82 años, quien concurre a un polémico tercer mandato; y el líder opositor Cellou Dalein Diallo, de 68, quien ha denunciado la falta de transparencia de un proceso que considera adulterado.
Es la tercera vez que ambos protagonizan un duelo electoral, como ya ocurrió en 2010 y 2015 en las dos victorias previas del actual presidente. “Deseo que estas elecciones sean libres, democráticas y transparentes y que todo transcurra en paz y tranquilidad. Vamos a mantener la seguridad en todos los colegios. Llamamos a todos los candidatos a evitar todo acto de violencia”, dijo a los periodistas Condé tras introducir su papeleta en la urna en la capital, Conakry.
El momento decisivo, el anuncio oficial de los primeros resultados, no tendrá lugar hasta dentro de unos días. Alpha Condé se muestra confiado de una victoria rotunda y ha presentado durante la campaña los supuestos logros de su década en el poder: el crecimiento económico sostenido pese a la crisis de la epidemia de ébola 2014-2016, la construcción de infraestructuras, especialmente dos grandes presas hidroeléctricas, y la lucha contra la pobreza. Por su parte, Diallo, de la comunidad peul frente a su rival malinké, ha alertado de la división étnica espoleada por el presidente y responde que ese crecimiento excluye a millones de guineanos que sufren cada día las consecuencias de unas pésimas carreteras, cortes de luz y falta de empleo.
La jornada de votación ha transcurrido en medio de una relativa calma salpicada por pequeños incidentes. Ni siquiera la fuerte lluvia caída este domingo en Conakry ha desanimado a los ciudadanos guineanos que, con su carné electoral en la mano, acudieron a los colegios electorales e hicieron cola con paciencia. Si ninguno de los candidatos en liza obtiene más del 50% de las papeletas tendrá lugar una segunda vuelta entre los dos aspirantes más votados, prevista para finales de noviembre.
Los meses previos a estas elecciones estuvieron marcados por la polémica candidatura de Condé. La Constitución de Guinea fija un límite explícito de dos mandatos, pero el presidente saliente recurrió a la astucia de promover una reforma constitucional lo que, de facto, pone el recuento a cero. Dicha modificación fue aprobada en referéndum el pasado mes de marzo en medio del boicot de la oposición y de violentos incidentes. En el último año decenas de guineanos han fallecido en las manifestaciones antigubernamentales contra el tercer mandato, 90 según la oposición.
La campaña electoral también estuvo plagada de incidentes, sobre todo en la región de Kankan, uno de los feudos del presidente Condé. Sus seguidores impidieron la entrada a la caravana electoral de Diallo; y la sede del partido opositor, la Unión de Fuerzas Democráticas de Guinea, fue saqueada e incendiada, así como tiendas y negocios de sus partidarios. “Diallo se enfrentaba a un dilema difícil, pero aceptó ir a las urnas aún creyendo que no iba a haber juego limpio”, asegura Gilles Yabi, analista político del think tank africano Wathi.
En los últimos días, el Gobierno cerró sin explicaciones las fronteras con tres países vecinos, entre ellos Senegal donde vive una numerosa diáspora, y ha puesto trabas al voto por correo. Además, bloqueó las entradas y salidas de la capital y el uso de las redes sociales e Internet se ha visto muy limitado. Además, la oposición ha denunciado los obstáculos a su trabajo de supervisión de las actas de voto en el seno de la Comisión Electoral Nacional Independiente.
Situada en el pelotón de cola de los países menos desarrollados del mundo y con más de la mitad de la población bajo el umbral de la pobreza, Guinea-Conakry, de 12,4 millones de habitantes, es, sin embargo, extraordinariamente rica. No solo posee la mayor reserva mundial de bauxita y su subsuelo es rico en minerales, como prueban sus numerosas explotaciones de cobre, hierro y oro, sino que su tierra fértil y su abundante agua la dotan de un enorme potencial agrícola, forestal e hidrológico. “No existe otra explicación a esta pobreza que el mal gobierno y sus dos diabólicos corolarios, la corrupción y la incompetencia”, asegura el escritor y opositor guineano Tierno Monénembo. La extracción de las riquezas mineras está en su mayor parte en manos de empresas rusas, chinas, australianas y estadounidenses.
De la dictadura al tercer mandato
La llegada de la democracia en 2010 tras las dictaduras de Lansana Conté y Moussa Dadis Camara, ambos derrocados por golpes militares, generó muchas expectativas. Sin embargo, ya la primera victoria de Alpha Condé ese año llegó salpicada de polémica pues protagonizó un espectacular e imprevisible vuelco electoral entre las dos rondas superando al ganador de la primera vuelta, Cellou Dalein Diallo, quien vio la larga mano de Francia detrás de todo aquello. El aura de histórico opositor de Condé le avalaba entre la comunidad internacional, pero su empeño ahora de optar a un tercer mandato pese a la violencia desatada en su país y a los llamamientos de intelectuales de toda África amenaza con situarle en el lado oscuro de la historia. “El problema es que no hay reglas claras. Hace unos años la Comisión Económica de Estados de África Occidental intentó establecer este límite en toda la región pero los presidentes de Togo y Gambia se opusieron. En realidad otros estaban también detrás de este rechazo”, remata Yabi, del ‘think tank’ Wathi.
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