Aissata Boucoum es una joven activista de Malí. Cuenta cómo vivió el aislamiento social de una amiga cuyo tío falleció hace unas semanas, poco después de regresar de un viaje. Al poco tiempo su móvil comenzó a llenarse de llamadas y mensajes sobre la repentina muerte de su familiar. De la noche a la mañana se extendió la noticia en su entorno de que la causa había sido la covid-19 y automáticamente ella se convirtió en una especie de apestada. Todo basado en la sospecha de que el hombre había muerto por coronavirus y ella estaba contagiada.
Este es solo un ejemplo de cómo los bulos y las engañifas permean en una población asustada por una amenaza pocas veces vista como una pandemia. Está recogido en un estudio que Save The Children ha hecho público este lunes a partir de miles de entrevistas en todo el continente africano. En el documento se constata que la desinformación o, directamente, la falta de datos alienta la difusión de información falsa y estigmas.
Al principio de la crisis sanitaria, el polémico gobernador de Nairobi, Mike Kondo, publicó un vídeo que se hizo viral sobre Bill Gates hablando de enfermedades emergentes. Según el político, que llegó a repartir ginebra a sus ciudadanos asegurando que era beneficiosa para evitar la enfermedad, el filántropo ya sabía en 2015 que iba a llegar el coronavirus. Lo cierto es que Gates solo se hacía eco de las investigaciones que centenares de científicos venían realizando desde hacía años sobre la transmisión de patógenos entre animales y humanos. Algo que ya pasó con el SARS o el VIH.
Bill Gates usará implantes de microchip para combatir el coronavirus https://t.co/3higDxbnWY
— ???Ⓐ ?#SalgaDeCasaYabraceSusSeresQueridos (@EddieBadilla) June 1, 2020
El caso muestra el importante papel de las figuras públicas locales a la hora de propagar informaciones falsas o engañosas en distintas partes del mundo, según el Atlantic Council’s Digital Forensic Research Lab (DFRLab), que estudia el fenómeno de la desinformación a nivel global. “En general, este tipo de informaciones viajan a través de comunidades nicho cuando un famoso destacado, o incluso una fuente de un medio de comunicación convencional, los amplifica”, detalla a AFP Zarine Kharazian, de DFRLab.
Una parte de los millones de usuarios que compartieron el vídeo prefirieron optar por teorías como que Bill Gates quiere controlar a la humanidad con microchips implantados o con tatuajes digitales. También comentaron que el filántropo ya patentó hace años un tratamiento y después fue él mismo el que liberó el coronavirus. “Una característica común de las teorías de la conspiración que atraviesa fronteras, lenguajes y culturas es la desconfianza en las todopoderosas élites e instituciones”, añade Kharazian.
En Nigeria, el exministro de Aviación Femi Fani-Kayode, que cuenta con muchos seguidores entre los cristianos del sur del país, compartió multitud de publicaciones que sostenían que Bill Gates forma parte de una élite poderosa secreta que quiere dominar el mundo a través del coronavirus y la tecnología 5G.
Desde arriba
En efecto, el problema de que los bulos provengan “de arriba”, es que les otorga un poco de veracidad mayor que si lo hace un ciudadano cualquiera. El presidente de Madagascar, Andry Rajoelina, anunció el 26 de marzo, exactamente 15 días después de la declaración de pandemia por parte de la OMS, el descubrimiento de un tratamiento contra el coronavirus. Por fin, el 19 de abril, un tiempo récord para el desarrollo de cualquier medicamento y mucho más si este incluye su fabricación y distribución, se lanzó el ya famoso Covidorganics, una infusión a base de hierbas.
#Madagascar lancera demain le < CVO ou Covid-Organics> remède traditionnel amélioré composé d’Artemisia & de plantes médicinales Malagasy suite aux études scientifiques de l’IMRA (Institut Malagasy de Recherche Appliquée).
1ers tests cliniques encourageants, 1ère étape franchie ! pic.twitter.com/MRJTZKvujr— Andry Rajoelina (@SE_Rajoelina) April 19, 2020
Rajoelina se ha encargado de exportarlo a toda África con un gran seguimiento mediático cada vez que llegaba a un nuevo país como muestra de la pujante ciencia malgache. También ha defendido su brebaje ante una supuesta denigración de la medicina tradicional africana. “Si en vez de Madagascar hubiese sido un país europeo el que hubiera descubierto este remedio ¿habría tantas dudas? No lo creo”, aseguró hace unas semanas en France 24. Si solo fuera una infusión, el asunto no habría tenido más importancia, el problema es que el brebaje contiene artemisina, un compuesto muy extendido en los fármacos contra la malaria. Si la artemisina empieza a ser consumida sin control y a gran escala, los antimaláricos pueden perder eficacia porque el parásito genere resistencias.
Tanzania también se ha visto sacudida por los remedios falsos, en esta ocasión en forma de cabinas de vapor. Y una vez más, también han sido instados por su presidente, John Magufuli, quien llegó a asegurar que uno de sus hijos se había curado de covid-19 tras inhalar vapor con limones y jengibre. Ahora, los ciudadanos pagan por utilizar estas instalaciones en mitad de la calle. En Tanzania hay oficialmente 509 positivos y 21 víctimas mortales, pero el Gobierno no ha ofrecido nuevos datos desde finales de abril.
Más de 3.000 entrevistas de las realizadas para el informe de Save The Children corresponden a Somalia, donde tres cuartas partes reconocen que apenas saben nada sobre la covid-19. Un 42% cree que es una campaña del Gobierno. Algo parecido han detectado en Zambia, donde un 69% considera que basta con cepillarse los dientes a diario para prevenir los contagios y un 43% cree que beber alcohol tiene propiedades curativas.
En el lado contrario están aquellos que tratan de brindar información fidedigna desde el terreno. Una de las herramientas más efectivas es la radio. En todo el continente, el 54% de los jóvenes africanos usa la radio como su principal fuente de noticias, y el 81%, considera que los medios locales son más fiables que los internacionales, según una encuesta panafricana realizada por Ichikowitz Family Foundation, con sede en Sudáfrica.
“La radio tiene el poder de cambiar la actitud y el comportamiento de las comunidades”, asegura Maikem Emmanuela Kimah, de 32 años, presentadora de radio camerunesa en una llamada telefónica con Reuters. “La gente inventa nuevos mitos del coronavirus todos los días, como que la comida picante o el ajo pueden matar el virus, o que ni siquiera es real”, relata. Ndapewoshali Shapwanale es locutora en Namibia: “Cuando se declaró la pandemia, nos enfocamos en cómo mantener seguros a nuestros oyentes. La gente inicialmente creía que el 5G había causado el coronavirus, o que estaba hecho por el hombre o que los chinos estaban trayendo intencionalmente el virus a nuestro país”. Ella lo tuvo claro: “Nosotros quisimos mostrar rápidamente cuáles eran los hechos contrastados”.
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