Existen tres tipos diferentes de agujeros negros: los estelares, los supermasivos y los de masa intermedia. Los agujeros negros estelares son los más pequeños y provienen de la muerte de una estrella, aunque solo de las estrellas que son muy masivas. A nuestro Sol, por ejemplo, no le depara este futuro. Este tipo de agujeros sí los podemos encontrar relativamente cerca de la Tierra, aunque el término cerca, cuando hablamos de distancias en el universo, no es como cuando hablamos en escalas como en la Tierra. Mientras que los intermedios y los supermasivos están muy lejos, en los centros de las galaxias, el rango de distancia en el caso de los estelares es el de nuestra propia galaxia.
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Para que te hagas una idea de cómo son los diferentes tipos de agujeros negros, los estelares tienen una decena de masas solares, mientras que los intermedios contienen desde cientos a miles de masas solares, y los supermasivos, varios millones, pueden llegar incluso a más de cien mil millones. Estos objetos se encuentran en los centros, o cerca del centro, de casi todas las galaxias, independientemente de qué tipo de galaxia sean.
Un agujero negro no podemos verlo, solo podemos detectarlo con métodos indirectos a través de su interacción con el espacio y la materia que tiene alrededor. Para saber dónde están los agujeros negros hay que detectarlos y existen varias técnicas para ello. Buscamos algunos fenómenos que sabemos que provocan este tipo de objetos, como por ejemplo un chorro de alta energía, y cuando localizamos ese tipo de fenómenos estudiamos si pueden deberse a un agujero negro. Lo primero que se hace es buscar sitios y objetos en los que exista ese comportamiento. Y después intentar hacer una medida sobre ellos.
Hace un par de años se encontró lo que se supuso que era un agujero negro estelar al que se llamó Unicornio porque estaba muy, muy cerca de nosotros. Era el más próximo hasta la fecha, aunque está a más de mil años luz. Es decir, no nos podría afectar. Hay que tener claro que un agujero negro no es un súper imán que atrae todo. Si no estás dentro de lo que se llama su radio de influencia (el radio aparente del horizonte de sucesos), no afectaría absolutamente en nada. Así que estaríamos a salvo del Unicornio, aunque al final resultó todo ser una ilusión óptica. El que está más cerca de entre los confirmados está a casi 5.000 años luz. Es decir, en nuestra vecindad solar no hay ninguno. Pero en la Vía Láctea, como en el resto de las galaxias, de estos agujeros negros estelares hay muchísimos, probablemente millones.
Por lo que se refiere a los supermasivos, normalmente solo hay uno por galaxia y suelen estar en el centro. Son el resultado de una teoría evolutiva en la que el agujero negro y la galaxia dependen uno del otro y crecen a la par, cuanto más grande es la galaxia, mayor es también su agujero negro. De estos, el más cercano a nosotros es el que hay en el centro de nuestra propia Vía Láctea, Sagitario A*, a unos 50.000 años de luz de distancia.
Por lo que se refiere a los de masa intermedia, todavía no se han medido, solo existen unos cuantos candidatos (algunos en nuestra galaxia), por lo que por el momento son un gran enigma. Al principio de los tiempos, las galaxias primordiales eran mucho más pequeñas y menos masivas que las que vemos hoy en día, por lo que deberían contener agujeros negros intermedios siguiendo la relación mencionada más arriba. Al pasar el tiempo, estas pequeñas galaxias interaccionan, chocan entre sí, formando otras más grandes, y ocurre lo mismo con los agujeros negros que contienen, por lo que se produce la formación de agujeros negros supermasivos. Es muy importante que encontremos este tipo de agujeros negros, ya que son el eslabón perdido entre los agujeros negros estelares y los supermasivos.
Anna Ferré-Mateu es doctora en Astrofísica e investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC)
Pregunta enviada vía email por Luis Fernando Pérez Sicacha
Coordinación y redacción: Victoria Toro
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