¿Dónde está La Barbie? El paradero de Édgar Valdez Villarreal, uno de los narcotraficantes más sanguinarios en la historia de México, es una incógnita. El capo no aparece bajo custodia de la Agencia Federal de Prisiones de Estados Unidos, donde purgaba una condena de cárcel hasta 2056, según ha corroborado en el buscador de reos del sistema penitenciario estadounidense. La falta de información oficial de las autoridades del otro lado de la frontera ha hecho que Valdez Villarreal volviera a ser noticia, pese a haber sido detenido en agosto de 2010 y a estar fuera del panorama delictivo desde entonces.
“Hay varias razones de por qué un preso puede aparecer como ‘no bajo custodia de la Agencia de Prisiones”, responde un portavoz de la agencia penitenciaria estadounidense . “Reos que estaban previamente bajo custodia de la Agencia de Prisiones y que no han cumplido su sentencia pueden estar fuera de custodia por un periodo de tiempo para acudir a audiencias judiciales, tratamientos médicos o por otras razones”, agrega. “No damos información específica sobre el estatus de los presos que no están bajo custodia de la Agencia de Prisiones por motivos de seguridad o privacidad”, zanja. Hasta la incógnita sobre su paradero, Valdez Villarreal ha estado cumpliendo condena en la prisión de alta seguridad de Coleman II, en la región central de Florida.
Al ser consultadas por este periódico, la Fiscalía General de la República y la Secretaría de Relaciones Exteriores de México han asegurado que no tienen conocimiento de la situación jurídica de La Barbie, también conocido como El Güero. A pregunta expresa de este diario, uno de los abogados que representó al capo en un tribunal de Atlanta (Georgia), donde fue sentenciado en junio de 2018, dice no tener comentarios al argumentar que no tenía conocimiento de por qué su cliente no aparecía bajo custodia en el sistema penitenciario. La Embajada de Estados Unidos en México tampoco ha hecho un pronunciamiento oficial. “Se está pidiendo información”, ha declarado el presidente, Andrés Manuel López Obrador, en su conferencia de prensa de este martes. “En el transcurso del día o mañana se va a saber todo, no nos adelantemos para saber qué es lo que está sucediendo”, ha comentado el mandatario.
“La Policía Federal atrapó a La Barbie uno de los criminales más buscados en México y en el extranjero. Continúa el operativo sobre su grupo”. Así informó el entonces presidente Felipe Calderón (2006-2012) sobre la detención de Valdez Villarreal. El arresto del capo fue reseñado como uno de los golpes más mediáticos de la Presidencia de Calderón al crimen organizado y se produjo 48 horas antes de que el exmandatario rindiera su cuarto informe de Gobierno.
Las autoridades habían seguido la pista de La Barbie desde hace semanas y estrecharon el cerco hasta detenerlo cerca de Ciudad de México. Aquella noche del 31 de agosto de 2010, Valdez Villarreal fue presentado ante los medios de comunicación como un trofeo de guerra, muy al estilo de la narrativa oficial en los primeros años de la llamada guerra contra el narco. El tanto de la detención se lo había apuntado Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública del Gobierno de Calderón y detenido en 2019 en Dallas por sus supuestos nexos con el Cartel de Sinaloa, antiguos aliados y después enemigos del Cartel de los Beltrán Leyva, el grupo al que pertenecía La Barbie como líder de sicarios.
La Barbie no agachó la cabeza tras la detención, que se dio sin que se disparara una sola bala, según las crónicas de la época. Vestía con ropa de marca, tenía un reloj caro en la muñeca y miraba desafiante a las cámaras. Se le observaba, incluso, sonriente. Le llamaban El Güero o La Barbie por su tez blanca, su cabello rubio y sus ojos claros. Nació el 11 de agosto de 1973 en la ciudad texana de Laredo, apenas 20 días antes acababa de celebrar su cumpleaños. El jefe criminal con pasaporte mexicano y estadounidense acababa de cumplir 37 años, pero ya tenía a cuestas decenas de asesinatos.
Valdez Villarreal era uno de los hombres de más alta confianza de Arturo Beltrán Leyva, El Jefe de Jefes. La Barbie era el lugarteniente encargado de recolectar las ganancias de los jefes de plaza de su grupo criminal y también era el jefe de sicarios del cartel. Mientras los hermanos Beltrán Leyva eran socios de Sinaloa, el capo desencadenó una guerra contra Los Zetas y el Cartel del Golfo en Tamaulipas: La Barbie asesinó, torturó y grabó en video a sus rivales, una práctica de la que fue pionero y que después se volvería el estándar de la cotidianidad criminal de México. Cuando Arturo Beltrán Leyva fue abatido en diciembre de 2009, afloraron las sospechas de traición dentro del propio grupo criminal. El gringo acabó enfrentado contra los hermanos de su antiguo jefe y tiñó de sangre Acapulco y Cuernavaca, antes conocidas como la playa más famosa del país y la ciudad de la eterna primavera, se llenaron de una veintena de cadáveres por mes y narcomensajes.
La Barbie era uno de los rostros de una nueva generación de narcos, que alternaba la violencia con la opulencia y la ostentación. Tenía residencias de lujo por todo el país, se movía en coches de alta gama y vestía a la moda: se le acusaba no solo de narcotráfico, sino también de lavado de dinero. Su caída en Lerma, un municipio dormitorio a las afueras de Ciudad de México, acabó con el mito de que la capital estaba exenta de la guerra y fuera del mapa criminal del país.
En noviembre de 2012, dos años después de su detención, La Barbie envió una carta a la periodista Anabel Hernández que fue publicada en el periódico Reforma, en la que aseguraba que había estado presente en reuniones de narcos organizadas personalmente por el todavía presidente Calderón. “Mi detención fue el resultado de una persecución política por parte del C. Felipe Calderón Hinojosa, quien instauró un acosamiento en contra de mi persona”, se lee en la misiva.
Valdez Villarreal afirmó que se había negado “a formar parte del acuerdo que el señor Calderón Hinojosa deseaba tener con todos los grupos de la delincuencia organizada”. El capo dijo que hubo encuentros entre autoridades y líderes de la Familia Michoacana, Los Zetas y el Cartel de Sinaloa, así como con el propio Joaquín El Chapo Guzmán. Jesús Rey Zambada, hijo de Ismael El Mayo Zambada, haría los mismos señalamientos años más tarde sobre supuestos lazos y pago de sobornos entre el Gobierno y los narcotraficantes ante cortes estadounidenses. Sobre García Luna, La Barbie escribió: “Me consta que ha recibido dinero de mí, del narcotráfico y la delincuencia organizada”. Son prácticamente las mismas acusaciones que enfrenta el antiguo jefe de la Policía de México en Estados Unidos. Un portavoz de la extinta Policía Federal dijo entonces que las acusaciones del capo eran un intento de desacreditar los esfuerzos de las autoridades para llevarlo ante la justicia.
En octubre de 2015, ya durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), Valdez Villarreal fue extraditado a Estados Unidos. Al final sería sentenciado tres años más tarde a 49 años de cárcel por cuatro cargos de narcotráfico, concretamente tráfico de cocaína, y otro más por lavado de dinero. De acuerdo con documentos judiciales de ese juicio, La Barbie y sus abogados dijeron que había sido informante de la DEA entre 2008 y 2010, es decir, hasta antes de su detención. En 2020, ante el resurgimiento de las acusaciones contra Calderón en medio del proceso contra García Luna, el expresidente respondió a los medios de comunicación que los señalamientos eran falsos: “Actué con determinación contra esas organizaciones criminales”.
La recordada sonrisa del capo tras ser detenido en 2010 ha sido una imagen que ha regresado una y otra vez en los últimos 12 años: primero con una carta desde la cárcel, después lanzando acusaciones durante su propio juicio en Georgia y ahora, en medio de las especulaciones sobre su paradero. ¿De qué se ríe La Barbie? Una posibilidad barajada por los medios en las últimas horas es que Valdez Villarreal se haya convertido en un testigo protegido de EE UU y que su identidad se haya protegido desde entonces, otra es que su ausencia se justifique por una cuestión meramente rutinaria, como una revisión médica. El Gobierno de López Obrador ya ha pedido respuestas a la Casa Blanca sobre el reo 05658-748, el número que identifica a El Güero. La promesa es que el último misterio en torno al capo, y también su enésima polémica, se aclararan en las próximas horas.
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