El viernes se cumplieron dos años desde que la OMS declaró que la covid-19 era una pandemia global. Se habían registrado ya 118.000 casos y 4.291 muertes en 114 países. Era la primera pandemia por coronavirus y junto a la declaración, la OMS expresaba su gran preocupación por la inusitada rapidez con la que se expandía el virus y la falta de acción para frenarlo. Justo dos años después, Europa y España se disponen a pasar página de una pesadilla que ha causado, según el recuento de la OMS, 450 millones de infectados y casi 6 millones de muertes. En esas cifras van incluidos 11,2 millones de contagios y 101.135 muertes que corresponden a España.
Pero el impacto puede ser hasta tres veces mayor, según ha revelado un estudio publicado en la revista The Lancet. Tras analizar el exceso de mortalidad de 191 países, concluye que la pandemia ha podido causar hasta 18,2 millones de muertes, 162.000 de ellas en España.
La caída de la incidencia y la aparición de una nueva emergencia, la guerra de Ucrania, han propiciado un cambio radical de percepción, pero sería un error pensar que el peligro ha cesado. El virus sigue circulando y han aparecido además una nueva variante más infectiva y una recombinación de ómicron y delta que hay que observar con mucha atención. Lamentablemente, el mundo ha fracasado en el reparto equitativo de las vacunas, especialmente en África, donde apenas un 18% de la población ha recibido al menos una dosis. Mientras el virus circule, sigue siendo real la posibilidad de que mute y se haga resistente a las vacunas. La evolución en Europa es favorable pero la caída de la incidencia se ha ralentizado en los últimos días. Habrá que prevenir que el levantamiento de las restricciones en los próximos meses no coincida con la caída de la inmunidad de las vacunas.
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