El 14 de octubre de 2019, un motorista atropelló mortalmente a Hugo, un niño de cinco años que salía de su colegio en Barcelona. Aquel suceso impulsó que el Ayuntamiento catalán iniciara dos meses después un programa para reducir el tráfico o peatonalizar los entornos de un centenar de centros escolares. Este jueves, en lo que se investiga como un error al volante, una mujer que conducía un SUV de gran tamaño arrolló a tres niñas junto a su colegio de Madrid y mató a María, de seis años, a la salida de clase. Por ahora, el Consistorio madrileño tan solo ha vuelto a anunciar un plan que ya estaba en marcha para “estudiar mejoras en 190 colegios”.
Estos dos atropellos mortales en dos años marcan la Revuelta Escolar, que este viernes ha vuelto a salir a la calle en 25 centros de Barcelona y 15 de Madrid para pedir entornos escolares con menos tráfico, ruido y contaminación, además de más seguros. Según datos de la DGT, 45 menores de 14 años han sido atropellados mortalmente de 2015 a 2020 en zonas urbanas, aunque no hay datos de cuántos estaban cerca de sus centros educativos.
La muerte de María ha supuesto un inmenso dolor para los organizadores de la Revuelta Escolar: habían preparado actos festivos para este viernes —tras el parón del verano— que se han convertido en manifestaciones silenciosas. “Exigimos al Ayuntamiento de Madrid y demás ayuntamientos que implementen medidas urgentes para que esto no vuelva a ocurrir”, afirma Yetta Aguado, una de las promotoras de la iniciativa en la capital.
A las cuatro de la tarde de este viernes, los niños del colegio Menéndez Pelayo, en el centro de la capital, salen con sus mochilas y se reúnen con sus madres y padres en la puerta. En lugar de las actividades lúdicas que organizaron durante varios viernes el curso pasado, se sientan en el suelo —la protesta corta la calle de Méndez Álvaro— a pintar pancartas coloridas con acuarelas. Maya, de ocho años, cuenta que está ahí para que en las calles no haya tantos coches. Su amiga Leia, de seis, tiene claro que “hoy es un día diferente porque ayer murió una niña al salir del cole”. Ambas sujetan una pancarta de cartón de colores en la que pone: “Más bicis, más árboles y más espacio”. Vera, de siete años, añade que siempre hay muchos taxis en la calle cuando sale del colegio. “¡Menos coches, menos atropellos!”, gritan otras niñas de entre siete y nueve años que sujetan una pancarta en la que se lee: “Queremos jugar en la calle”.
La protesta, que reúne a un centenar de personas de este centro, entre niños y padres, exige entornos escolares seguros, con menos coches y menos contaminación. “Reclamamos la urgencia de que se cumpla la ordenanza de movilidad para que el espacio que rodea los colegios sea seguro”, dice Vanesa Sánchez, de 43 años, madre de dos niños del colegio. “¿Hay que esperar a que pasen este tipo de desgracias para actuar?”, dice sobre el atropello del jueves. Ruth Guajardo, de 45 años, madre de dos niños de primaria, se queja: “Estamos muy conmovidos por lo que pasó ayer. Queremos que los espacios sean sanos, limpios y seguros para nuestros hijos”. Los asistentes llevan pancartas en señal de duelo y con mensajes reivindicativos. En una de ellas se lee: “Fuera motores en marcha”. “Necesitamos que la normativa se cumpla”, exige Cristóbal Abad, de 49 años, padre de dos niñas de infantil de este centro. Después, las familias se trasladaron a la plaza de Cibeles, para protestar frente al Ayuntamiento de la capital.
El movimiento ha sacado este viernes un comunicado en el que se reafirma en sus reivindicaciones: “La principal razón de ser de la Revuelta Escolar es el riesgo implícito para niñas y niños en los entornos escolares debido a la presencia de vehículos motorizados. Además, el cada vez mayor número y tamaño de estos multiplica los riesgos, tanto por atropellos y accidentes en general como por los niveles de contaminación que se generan, de la cual los entornos escolares deben estar especialmente protegidos”. El vehículo del accidente del jueves es un Volvo XC90, un automóvil de gran envergadura. Varios estudios alertan de que estos grandes modelos son más peligrosos para los peatones, ya que debido a la altura de su chasis impactan con más frecuencia en órganos vitales de quien resulte atropellado.
Vehículos aparcados en doble fila
David Lois, investigador en el Centro de Investigación del Transporte TRANSyT-UPM, explica que “los padres y madres que llevan a sus hijos en coche en la ciudad de Madrid son una minoría, pero crean mucha agitación en los entornos escolares, porque el automóvil ocupa mucho espacio y el espacio suele estar limitado en los colegios, donde hay un tránsito peatonal muy grande, lo que incrementa las probabilidades de que haya atropellos”. Además, muchos de estos vehículos están en doble fila, invaden las aceras y los pasos de cebra y dejan el motor encendido, lo que incrementa la contaminación junto a los menores.
Lois, que también es profesor de la UNED, apunta que un estudio de la aseguradora Mapfre de 2017 hizo 3.000 mediciones de velocidad junto a entornos habituales de la infancia (como parques o colegios), donde no había ningún elemento de calmado de tráfico (como badenes o radares), y comprobó que el 65% de los conductores excedían los límites. Por eso, muchas urbes están tomando medidas. “Ciudades del Reino Unido, Bélgica e Italia están apostando por las calles escolares, donde se corta el acceso a los coches en las horas de entrada y salida. Esto reduce hasta un 23% la contaminación y un 54% el número de niños que llegan al colegio en automóvil. Y es barato, solo requiere poner una valla”, expone Lois.
La otra opción es apostar por las peatonalizaciones totales o parciales, como están haciendo en París y Barcelona, que impiden el acceso a vehículos a motor junto a los centros a cualquier hora. Desde 2019, París ha peatonalizado casi 200 calles cercanas a escuelas infantiles y colegios. “Aunque al principio suele haber reticencias, la inmensa mayoría de las familias están contentas con el resultado”, apunta el profesor.
La teniente de alcalde de Barcelona, Janet Sanz, explica que la muerte de Hugo aceleró el programa de la capital catalana. “Nosotros teníamos pensado el programa Protegim les escoles [Protegemos las escuelas] para reducir la contaminación. Cuando pasó ese trágico accidente, la alcaldesa, Ada Colau, se reunió con las familias y la escuela y lo consideró una prioridad”. Desde entonces, han transformado en profundidad el entorno de un centenar de colegios —según datos municipales— quitando plazas de aparcamiento, poniendo vallas y badenes. En algunos casos son reformas ambiciosas, mientras que otras son más sencillas. “Además, todas las escuelas tienen en sus calles una cenefa grande que te explica que estás llegando a una escuela. No puede ser que identifiques antes que estás llegando a un parking a que estás llegando a un colegio. Además, hemos puesto señales [de límite de velocidad] de 30 y 20 kilómetros por hora, y 20 radares junto a los centros para controlar que no se supere esa velocidad”.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se ha escudado este viernes en que el reciente accidente se debió a “un error humano” que “no tiene relación con que fuese una zona escolar”, a pesar de que ocurrió junto a un colegio. El Consistorio ha vuelto a anunciar un plan inconcreto que ya estaba en marcha para “estudiar mejoras en 190 colegios” y ha señalado que ha hecho actuaciones en 85 centros que incluyen ensanchar algunas aceras o elevar pasos de peatones.
El Ayuntamiento madrileño ha recordado que desde el pasado septiembre la velocidad de las calles escolares está limitada a 20 kilómetros por hora, aunque en la mayoría de los casos no hay señales que lo indiquen. Además, el Gobierno municipal no hace campañas para controlar la velocidad de los vehículos ni tiene pensado instalar radares fijos o móviles junto a estos centros. “Los conductores han de respetar la normativa. Y la Policía Municipal está en los entornos escolares”, dice una portavoz. Con este panorama, las protestas, que este viernes se han teñido de luto, continuarán.
Un minuto de silencio en Barcelona
En Barcelona, 25 escuelas han retomado este viernes la Revuelta Escolar, una iniciativa que el curso pasado llegó a movilizar a casi 120 centros durante varios viernes. El atropello de Madrid estuvo presente en las convocatorias. En el corte conjunto de las escuelas Xirinachs y Entença, las dos pegadas a la antigua cárcel Modelo, las familias han hecho un minuto de silencio por la muerte de la niña y ha sonado el ‘Cant dels Ocells’.
Uno de los portavoces del movimiento, Guille López, ha recordado que la reivindicación de esta plataforma nació centrada sobre todo en la lucha por el espacio público y contra la contaminación y el ruido. Pero ha alertado de que en la ciudad, entre 2015 y 2018, hubo una media anual de más de 200 atropellos de menores de edad, según datos de la Guardia Urbana. “Es primitivo que muera un menor en la ciudad por priorizar la velocidad de los vehículos, es un fracaso. Tenemos los atropellos tan normalizados que solo nos alteramos cuando se produce un fallecimiento, pero la preocupación de las familias no es infundada”.
Los cortes en las escuelas un viernes al mes comenzaron en Barcelona después de que el gobierno de la alcaldesa Ada Colau anunciara un plan para crear una plaza delante de cada escuela: reivindican más ambición y celeridad, y que las pacificaciones se hagan a costa de carriles de circulación. Además, varias escuelas del distrito central, el del Eixample, están enfrascadas este año en la creación de rutas de llegada a la escuela tomando calles enteras, como ocurre con las dos escuelas citadas todos los viernes. El Bicibus de este viernes congregó a 170 personas y ha provocado que otras escuelas impulsen otra ruta por el carril bici de la calle de Aragó.
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