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Dos estudiantes de 18 y 19 años crean un ‘airbnb’ para acoger a refugiados ucranios


Es noche cerrada en San Diego (California, Estados Unidos) y Avi Schiffmann no puede dormir. Tras acudir a una protesta contra la invasión rusa en Ucrania, este adolescente de 19 años quiere ayudar, pero no sabe cómo. Tras varias vueltas en la cama, cae rendido sin respuesta. A la mañana siguiente, llama a su colega Marco Burstein (18 años), que se encuentra en la otra punta del país. La conversación fluye y la bombilla no tarda en encenderse. Así nació el pasado 3 de marzo el proyecto Ukraine Take Shelter, un sitio web creado en apenas tres días que aspira a convertirse en la página de referencia para que los refugiados ucranios encuentren hogar de acogida. Desde su lanzamiento, la web ya cuenta con más de 10.000 anfitriones registrados en todo el mundo. “Es emocionante, hemos hecho algo útil y la gente lo está aprovechando”, confiesan ambos por videollamada.

En enero de 2020, antes de percibir el covid como una amenaza real, Schiffmann lanzó nCov2019.live, uno de los mayores rastreadores del mundo: todavía hoy lo visitan 30 millones de usuarios cada día. Antes de cumplir los 18, este estudiante fue reconocido como “Persona del Año” por los Premios Webby —el galardón que se otorga a los “mejores sitios web del mundo”— y rechazó ocho millones de dólares por añadir publicidad a su web. “No los necesito, hay cosas mucho más valiosas que eso”, dice desde su habitación en San Diego.

Desde allí ha trabajado codo con codo con Burstein, al que conoció en las aulas de Harvard. Muchas videollamadas y pocas horas de sueño después de empezar el proyecto, ambos reconocen que no sabían “prácticamente nada” sobre Ucrania hasta hace unos días: “Nos sorprendió mucho los habitantes que tenía [44 millones], es un país realmente grande”.

Ukraine Take Shelter tiene una apariencia intuitiva y sencilla, como una suerte de Airbnb (plataforma de alojamientos turísticos), según los creadores. “El objetivo es que la utilicen personas que, por desgracia, están expuestas a grandes niveles de estrés. […] No entendemos que la única solución fuera rellenar formularios y papeles infinitos”, dicen.

Cuando entran en la web, los refugiados facilitan su ubicación y al momento reciben ofertas de acogida en las ciudades más cercanas. También pueden especificar el número de personas que solicitan asilo o cualquier otro filtro imaginable: edad, duración de la estancia, cuidados médicos, transporte, mascotas, etc. “Queremos que sea muy fácil de usar”, afirma Schiffmann.

En la fase de desarrollo, ambos estudiantes se obsesionaron con hacer el sitio lo más seguro posible. Pronto surgieron los rumores de un posible ataque informático por parte de Rusia: “Esa era una de las amenazas con las que contábamos desde el principio”. Para evitarlo, han blindado el portal ante cualquier ciberataque. También verifican los datos que ingresa cada usuario para evitar estafas: “El algoritmo castiga cualquier sospecha de actividad automática, de forma que no hay espacio para los bots (programas de software que operan en Internet y llevan a cabo tareas repetitivas) en la web”.

Desde la llamada en la que idearon el proyecto hasta que la web estuvo lista, apenas transcurrieron tres días. Durante ese periodo, ninguno de los dos sumó más de cinco horas de sueño. “Comíamos sin dejar de trabajar. Mi único descanso lo aproveché para hacer un examen semestral (mid-term) en Harvard”, reconoce Burstein.

Avi Schiffmann y Marco Burstein, juntos en la Universidad de Harvard, donde se conocieron.Ayuda a miles de kilómetros del conflicto

Una de las grandes ventajas de la web es que cualquier persona puede ofrecerse como anfitrión. “Todo aquel que tenga una estancia libre es bienvenido: da igual si es un colchón o un apartamento completo”, señala Schiffmann. Los países con mayor oferta hasta ahora son los europeos, según el desarrollador: “Francia y Alemania tienen muchos usuarios, pero España también está cerca. […] Se está sumando gente de todos los rincones del planeta, es increíble poder ayudar estando a miles de kilómetros del conflicto”.

Ellos mismos llevan meses sin verse en persona: “Vivimos en un mundo plenamente digital, un proyecto así hubiera sido imposible hace unos años”. En su ímpetu por aprovechar esas posibilidades, ambos reniegan de su juventud como un valor a destacar. “Hoy en día puedes aprender cualquier cosa en Internet, la edad no es un impedimento para nadie”, asegura Schiffmann. Y añade: “Todo lo que sabía de programación antes de entrar a Harvard lo aprendí con tutoriales de YouTube. […] Si sabes cómo hacer la pregunta, siempre encontrarás la respuesta”.

Cuando les preguntan cómo ven la tecnología dentro de diez años, la sonrisa nerviosa les delata. “El futuro nos depara posibilidades que hoy en día creemos imposibles”, dice Burstein. Por su parte, Schiffmann advierte de lo mucho que queda por avanzar en campos como la ingeniería genética, la realidad aumentada o la conectividad del cerebro: “Cuando podamos leer y escribir con nuestra mente a la misma velocidad que un ordenador, las posibilidades serán infinitas”.

Hasta entonces, ellos prefieren pensar a corto plazo. Mientras la página no deja de crecer —ya acumula más de 100 millones de visitas—, Schiffmann y Burstein se esmeran en perfilar al máximo todos los detalles: Ukraine Take Shelter ya está disponible en una docena de idiomas diferentes. “Ahora mismo estamos centrados en pulir todos los fallos (bugs) y añadir actualizaciones que mejoren la experiencia del usuario”. En la última, por ejemplo, han incorporado Viber, la aplicación de mensajería más utilizada en Europa del Este.

El pasado fin de semana, una mujer de Países Bajos contactó con Schiffmann para preguntarle cómo dejar de ofrecer su casa en la web. El motivo era esperanzador: esta semana llegará una familia ucrania al completo a su apartamento. Marta y Piotr, una joven pareja que vive en Varsovia (Polonia), acogen desde hace días a una mujer y a su hijo de siete años gracias a la web. Mientras, Schiffmann y Burstein recuperan horas de sueño al otro lado del globo: “Es una auténtica pasada, la idea ha funcionado”.

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