Tanto Sergio Ramos como Iker Casillas disfrutan de unas plácidas vacaciones con sus familias, pero en su cabeza siguen dando vuelta los planes de futuro, bien diferentes en cada uno, pero con un nexo en común: el Real Madrid. Los acontecimientos personales han querido que los que un día fueron compañeros vuelvan a encontrarse dentro de muy poco. El portero ha anunciado su retirada ante la imposibilidad de seguir compitiendo al más alto nivel tras su problema cardíaco y sus planes a corto plazo apuntan directamente hacia el palco de honor del Santiago Bernabéu, mismo lugar donde el marido de Pilar Rubio goza de un respeto y una influencia lógica al tratarse del capitán y alma del club. Nadie allí se atreve a cuestionar al número 4 blanco. Es intocable.
A falta de oficialidad, Iker se va a convertir en la mano derecha de Florentino Pérez. Una especie de asesor del presidente, un cargo honorífico a la par que efectivo y que habla a las claras de la importancia que el guardameta ha tenido en la historia del Madrid. Algunos incluso le catalogan como el mejor portero que ha vestido su camiseta. Bien es cierto que su despedida hace cinco años fue más fría de lo que se esperaba, pero el tiempo ha limado asperezas y ahora Iker y Florentino van a hacer piña.
En el otro punto esta el andaluz, que acaba de tomar una decisión determinante: va a renovar con el equipo de sus amores por un año y quizás otro opcional. Es decir, Sergio va a colgar las botas en el Madrid. Atrás quedan los cantos de sirena que apuntaban a una marcha a Miami para jugar en el equipo de su amigo David Beckham y vivir con Pilar y sus cuatro hijos una especie de sueño americano. Ramos y Florentino siempre han mantenido un tira y afloja en los términos contractuales del futbolista y la sombra de un traspaso a otro club ha oteado más veces de lo que a los aficionados les hubiera gustado pero al final siempre llegan a un acuerdo. El rumor parece evaporarse y en unos meses se anunciará la renovación del contrato del defensa hasta la 2023-2024.
Lo más normal es que Casillas empiece su nuevo rol a mediados del mes de septiembre, cuando se reanude la competición. Ahora los futbolistas se encuentran disfrutando de días libres hasta el 30 de agosto, después de una temporada tan exigente como atípica, que ha tenido que finalizar a comienzos del mes en curso por culpa del confinamiento. Ese será el momento en el que Sergio Ramos y su excompañero vuelvan a encontrarse.
Iker y Sergio, historia de una relación con altibajos
El morbo está servido ya que la relación entre ellos no ha sido tan idílica como se puede pensar. Hablamos de dos de los hombres más importantes para el fútbol español en las últimas décadas; de dos leyendas del Real Madrid y de la Selección. Dos caracteres fuertes y dos egos de campeón, frente a frente. Ambos respiran madridismo por los cuatro costados y ahí solo hay un beneficiado: el propio Real Madrid. No obstante, la convivencia entre ellos podría no ser tan fácil ya que han pasado por altibajos, algunos de ellos amenazantes de romper un vínculo de amistad de muchos años.
Mucho se ha hablado y escrito sobre esto. Algunos medios de comunicación deportivo informaron hace años de un distanciamiento entre ellos por motivos estrictamente futbolísticos, diferentes maneras de ser líderes de un vestuario que en absoluto resulta fácil por la cantidad de estrellas que hay. La ausencia de Iker Casillas y Sara Carbonero en la boda de Sergio Ramos y Pilar Rubio hizo correr la voz de que no había una buena sintonía, pero nada más lejos de la realidad. Meses atrás, tanto el portero como la periodista habían sufrido importantes problemas de salud. Recientemente, Casillas felicitó a Ramos por ser el jugador con más encuentros disputados con la Selección Española, algo que escenificó su buen rollo actual: «Enhorabuena @SergioRamos por esos 168 partidos con la @SeFutbol!! Te has convertido en el que más internacionales tiene con nuestro equipo nacional!! Que vengan muchos más!! Abrazo crack!!», escribió en sus redes.
En tan solo unas semanas volverán a verse las caras. Iker y Sara no tienen aún despejada la duda de dónde se alojarán en Madrid, si en la urbanización de La Finca, en Pozuelo de Alarcón, o en una vivienda que el mostoleño ha comprado en la zona del Parque del Oeste, cerca de Moncloa. También está por ver cómo encajan dentro del organigrama del club, cada uno con su responsabilidad. Cuando ambos militaban en la plantilla hubo altibajos, pero ahora sus competencias serán distintas. Dos reyes para una corona Real, dos príncipes para Florentino. Que empiece el juego.