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Dos sistemas y un dolor de cabeza

Carteles en chino y en inglés en defensa de la independencia de Taiwán., el pasado domingo en Taipéi.DAVID CHANG / EFE

En un momento en que las relaciones de China con el resto del mundo se caracterizan por la tensión creciente –Estados Unidos, India, Canadá, Australia, el Reino Unido–, en ningún lugar es esta tan intensa como a cada lado de los 130 kilómetros de agua que separan Taiwán del continente. Después de que la semana pasada la isla recibiera la visita diplomática estadounidense más importante en cuatro décadas, China saca músculo militar en forma de misil.

El Tianlei 500 fue el protagonista de la última edición, emitida el viernes pasado, de un programa especializado en defensa del canal CCTV-7. A este nombre, que puede traducirse como Trueno del Cielo, responde un misil de media tonelada de peso y 60 kilómetros de alcance diseñado recientemente por la firma armamentística China North Industries Group (Norinco). A diferencia de los modelos convencionales, el Tianlei 500 emplea una guía láser y es capaz de diseminar submuniciones en el aire, lo que le otorga un mayor rango y le permite atacar diferentes puntos al mismo tiempo.

“Puede transportar hasta 240 submuniciones que cuando se dispersan pueden extenderse en un área de más de seis kilómetros cuadrados”, explicaba un ingeniero de la Norinco durante el reportaje. El experto también detallaba cómo el misil está diseñado para asaltar pistas de aeropuertos, aviones en pista, instalaciones eléctricas y grandes grupos de personal armado. Este modelo cubre un hueco en las fuerzas aéreas, cuya capacidad de combate se ha visto limitada por la falta de armas avanzadas pese al progresivo aumento del presupuesto militar chino. Según el programa, el Tianlei 500 podría ayudar al Ejército a ganar superioridad aérea, mejorar su eficiencia en ataque y socavar las capacidades de combate del enemigo.

La presentación de este nuevo misil llega en un momento de intensas fricciones entre China y el autogobernado Taiwán, a raíz de la visita la semana pasada de Alex Azar, secretario de Sanidad de Estados Unidos. Se trata de la delegación más importante enviada por EEUU a la isla desde 1979, año en el que dejó de reconocer su soberanía. Durante su estancia, Azar se reunión con la presidenta, Tsai Ing-wen, y destacó la ocasión como “testimonio de la confianza mutua y el fluido diálogo entre Estados Unidos y Taiwán (…). Ambos Gobiernos continuaremos mejorando constantemente esta asociación cooperativa en el ámbito mundial para salvaguardar los valores de la democracia, la libertad y los derechos humanos”.

Este gesto causó la irritación del Gobierno chino. Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Exteriores, cuestionó el viaje por ser “una amenaza para la paz” tras reconocer que Taiwán es “el asunto más sensible en las relaciones chino-estadounidenses”. China nunca ha renunciado a la unificación por la fuerza de la que considera una provincia rebelde, mientras que la legislación de EE UU obliga al país a defender la isla ante una hipotética invasión continental.

Pekín expresó su descontento enviando cazas de combate que cruzaron la línea media del Estrecho de Taiwán. Esta fue trazada por Washington en los cincuenta para mantener la paz entre ambos bandos tras el final de guerra civil entre los comunistas de Mao Zedong y los nacionalistas de Chiang Kai-shek, pero no está reconocida por el derecho internacional. El empleo de operaciones militares como intercambio de mensajes ha continuado desde entonces, con todas las partes involucradas llevando a cabo maniobras militares en la zona.

La Marina de los Estados Unidos realizó ejercicios en el Mar de China Meridional la semana pasada. El domingo, la guarnición del Ejército Popular de Liberación en Hong Kong también publicó imágenes de su propio simulacro en el Estrecho de Taiwán. Un portavoz de las Fuerzas Armadas chinas declaró entonces, sin referirse a EE UU de manera explícita, que “cierto país importante” había llevado a cabo provocaciones que habían alentado las fuerzas “proindependencia en Taiwán”.

El pasado lunes, el Gobierno taiwanés anunció que estaba “reforzando la gestión” de las llegadas desde Hong Kong para impedir el establecimiento en la isla de espías chinos.


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