Elena es enfermera, está de baja por depresión y ansiedad y prefiere que no se publique su verdadero nombre porque la gente “no lo entiende”. No comprende, cuenta, que después de dos años de pandemia un día se pusiera su equipo de protección y le diera un ataque de ansiedad, que necesite medicación para salir adelante y que tenga decidido dejar su profesión si encuentra un trabajo “en Mercadona o El Corte Inglés”. El caso de Elena no es raro. Dos tercios de las enfermeras han sufrido episodios graves de ansiedad durante la pandemia; un tercio, depresión; casi la mitad ha barajado la posibilidad de abandonar la profesión y 3 de cada 10 no volverían a estudiar la carrera.
Son datos de una macroencuesta del Consejo General de Enfermería (CGE) que se publica este lunes y a la que ha tenido acceso EL PAÍS. Ha sondeado a 19.300 profesionales para cuantificar y conocer el impacto generado por la covid entre las 275.000 enfermeras y enfermeros en activo que trabajan en centros sanitarios, públicos y privados, de toda España. Fue una consulta a través de correo electrónico, por lo que no se trata de una muestra aleatorizada y puede contener ciertos sesgos.
La covid ha supuesto para muchas profesionales (el gremio se autodenomina en femenino) la puntilla a años de precariedad en un país con una de las menores ratios de enfermeras por habitante de Europa. Los contratos por días, incluso por horas, son la norma para un gremio que se siente “invisible”, en palabras de María Monguilot, enfermera navarra que durante la pandemia ha llegado a tener contratos de una hora y media en un centro de salud. “Después de tanto tiempo en primera línea, el ambiente es de cansancio, de hastío, además de que muchas hemos sufrido la enfermedad”, asegura.
El sondeo muestra que la mitad de las profesionales (un 48%) ha padecido la covid y que un 14,5% ha estado contagiada más de una vez. Todo este hartazgo y desánimo se reflejan en la encuesta del CGE: el 62,8% de las que tiene la posibilidad de jubilarse ha pensado en hacerlo ya, aunque esto suponga una reducción importante en su pensión. En términos absolutos, esto se traduce en unas 15.000 profesionales que podría perder un sistema en el que no sobran.
La pandemia las ha absorbido. El 79,3% asegura que su atención sanitaria tiene que ver con pacientes covid en mayor o menor medida al cabo de cada día: un 27,1% se dedica prácticamente de forma completa.
Es el caso de Elena, que comenzó a sufrir episodios graves de ansiedad cuando la volvieron a destinar a la planta covid de un hospital de Córdoba. Asegura que era vocacional y que siempre le ha encantado su profesión, pero que hoy no quiere saber nada de ella. “La gente me dice: ‘¡Pero con lo buena enfermera que eres!’. Pues no seré tan buena”, responde. Esta profesional cree que ya antes de la pandemia no se respetaba la enfermería: “Cuando empezó todo, parecía que nos iba a dar un poquito de reconocimiento. Pero ha sucedido lo contrario. La gente nos trata ahora peor que antes. He llegado a llamar a una familia para decirle que su familiar ha fallecido en una planta covid y me han llamado asesina”.
Una jefa le llegó a decir que si se encontraba mal, se tomara un ansiolítico para ir a trabajar, algo que, le consta, hacen muchas de sus compañeras a diario sin ningún tipo de prescripción médica. “Parece que, como somos enfermeras, nos podemos automedicar y aguantarlo todo. Pero yo ya no podía más”, confiesa.
La práctica totalidad de las encuestadas (98,7%) denuncia que ni se siente reconocida por los políticos ni confía en que le aporten soluciones y 9 de cada 10 considera necesario movilizarse para solucionar problemas como la sobrecarga de trabajo, el agotamiento físico y mental, las condiciones laborales y el reconocimiento profesional.
El presidente del CGE, Florentino Pérez Raya, lamenta que ni la Administración ni los responsables políticos cuenten con la voz y la experiencia de la enfermería, “lo que debilita la planificación en el sistema sanitario”, y asegura que en las próximas semanas se van a producir “movilizaciones sin precedentes”. “Las enfermeras no aguantan más ni el estrés, ni la falta de estabilidad laboral, ni las zancadillas en su desarrollo profesional, ni la indiferencia de los políticos. Es inaceptable y al final, con problemas enquistados durante tantos años, llegas a pensar de unos profesionales que son la columna vertebral del sistema sanitario”, sostiene.
El decálogo de reivindicaciones de la enfermería
El CGE plantea un decálogo de reivindicaciones a las autoridades sanitarias:
Más profesionales para alcanzar al menos la media europea de 864 enfermeras por cada 100.000 habitantes, 248 más de las que tiene España.Que la Administración les reconozca el grupo profesional A1, para lo que se exige tener una licenciatura (la enfermería se estudiaba con diploma) y da acceso a funciones de nivel superior.Condiciones “dignas”. Denuncian una alta temporalidad, con contratos efímeros que implican un desplazamiento a “distancias kilométricas” de un día so pena de pasar al final de la bolsa de empleo.Impulsar el desarrollo real de las especialidades enfermeras, que no están reconocidas en muchas comunidades autónomas a pesar de su aprobación en el año 2005.Una Atención Primaria que cuente con un número de profesionales proporcional a las necesidades de la sociedad. Según el CGE, esas enfermeras deben trabajar en estrecha relación con la comunidad y la familia desarrollando una labor preventiva y de educación para la salud.Mejores condiciones en el ámbito sociosanitario (residencias) y apuesta por la figura de la enfermera especialista en geriatría para coordinar la atención a mayores y dependientes.Enfermeras en todos los colegios, no solo para atender emergencias, sino también para promover la prevención y la educación en salud.Nuevos contratos en las universidades ante la jubilación de los profesores.Que las enfermeras estén en puestos de gestión y responsabilidad en los centros sanitarios.Más voz en la toma de decisiones políticas para fortalecer la planificación en el sistema sanitario.
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