Cada detalle revelado en Colombia o en Haití separa aún más las imágenes que existen sobre el exsargento Duberney Capador: de un lado, la de un hombre dedicado al campo, que pasaba su tiempo entre gallinas y ganado junto a su madre, como lo recuerda su familia; por otro, la del reclutador y cerebro de los 24 exmilitares señalados por el magnicidio del presidente haitiano, Jovenel Moïse, el 7 de julio pasado en Puerto Príncipe.
Capador es uno de los tres colombianos muertos en el operativo de captura de los magnicidas. Según el director de la policía de Colombia, el general Jorge Luis Vargas, sabía que el viaje a Haití no era para arrestar a Moïse, como asegura el resto de los detenidos, sino para asesinarlo. “Sabemos que los ciudadanos colombianos Germán Rivera y Duberney Capador participaron en la planeación y organización de lo que inicialmente era una supuesta operación de arresto del presidente de Haití y, para ello, contactaron a más personas en nuestro país”, explicó Vargas.
Desde Armenia, un departamento a 300 kilómetros de Bogotá, Yenny Capador, se rehúsa a creer el destino de su hermano Duberney. “Me dijo que lo contrataron de una empresa de seguridad para trabajar en Haití. Desde que salió del Ejército estaba dedicado al campo y a nuestra mamá”, asegura. La mujer dice que habló con Capador el miércoles a las 6.30 de la mañana, casi cinco horas después del asesinato de Moïse. “Me dijo que las cosas se estaban complicando, que habían llegado tarde a lo que ellos iban a hacer, que estaban acorralados y que les disparaban. Hablamos todo el día hasta las 17.50”, asegura.
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Poco se sabe de la muerte del exmilitar. Algunas versiones indican que fue abatido en una casa donde se refugió con varios integrantes del comando. Algunos de los hoy capturados se escondieron en la embajada de Taiwán. Él, según le narró a su hermana, se escondía en una casa y “estaba negociando su salida”, cuenta Yenny Capador a EL PAÍS. En una de sus últimas comunicaciones, el exmilitar le habría preguntado a su hermana si había visto las noticias y le rogó que no le dijera nada a su madre. Después, la mujer le envió mensajes a las 19.00 y 20.00 horas y a las 3.00 de la madrugada, pero no tuvo respuesta. “Su celular estuvo activo hasta las 18.53”, cuenta la hermana.
Capador nació en Génova, un municipio del eje cafetero colombiano, en una familia humilde de cinco hermanos. Se había vinculado a las fuerzas militares durante el terremoto que sacudió a varios poblados de esa región, en 1999, y pidió su retiro en 2019. Según su hoja de vida llegó a ser sargento viceprimero e hizo parte de la unidad de operaciones especiales antiterroristas urbanas.
Su hermana asegura que tenía entrenamiento en paracaidismo, contraguerrilla y había hecho un curso de Derechos Humanos en Estados Unidos. Precisamente esta semana, el Pentágono confirmó que un grupo reducido de los sicarios había recibido formación en ese país, algo habitual para las fuerzas militares a las tropas colombianas.
Tras dejar el Ejército, Capador comenzó a recibir su pensión (que usualmente oscila entre 300 y 400 euros) y, según su hermana, pasó los últimos meses de vida “metiendo carpetas con su hoja de vida para trabajar en empresas de seguridad”. Mientras recibía alguna respuesta, Capador volvió a casa de su madre para trabajar en el campo. En abril, durante la Semana Santa, le informó a la familia que se iba a trabajar a Haití con una empresa de seguridad con un contrato de dos años, a cambio de 2.700 dólares de salario.
Sin embargo, para la policía colombiana, Capador fue clave en el reclutamiento de los exmilitares y uno de los que tenía contacto directo con la empresa CTU Security, con base en Miami. Así lo evidenciaron los chats que mostraron algunos exsoldados convocados que no alcanzaron a viajar. “Señores, ustedes ya están seleccionados, todos los que van hasta el momento, tranquilos. Aún faltan más. Estoy adelantando trabajo, estudio de seguridad. Yo los conozco a todos y conozco sus capacidades”, escribió el colombiano en el grupo de WhatsApp, llamado Esfuerzo Principal, en el que se hacía llamar ‘Don Manuel Capador’.
El ex suboficial había pasado por distintas bases militares, como las de Tolemaida (Cundinamarca), o la Brigada 30 del Ejército en Chiquinquirá (Boyacá). En esta última habría hecho la mayoría de los contactos con exmilitares. Muchos de ellos contaron que confiaban en él y que por eso aceptaron la oferta laboral. En uno de los audios enviados al grupo Esfuerzo Especial se oye la voz de Capador pidiendo a sus reclutas que especificasen en detalles sus habilidades. “No se trata solo de decir soy fusilero. Si usted se desempeñó en acción directa, en combate cercano, reconocimiento especial, es tirador de alta precisión, es rastreador, puntero, contrapuntero, es experto en inteligencia, eso es lo que necesito que pongan ahí”, les dijo.
En ese mismo chat revela al grupo que ya estaba en Haití. También revelaba a sus compañeros que viajarían a Puerto Príncipe a prestar la seguridad del presidente Moïse. Les decía que todo lo pagaría la empresa CTU y que, ni bien fueran seleccionados, tendrían solo dos días para estar listos y viajar. Algunos no lo lograron y se quedaron con la maleta lista
Capador invitó “a sus soldados”
Sobre eso, su hermana confirma que él “invitó a sus soldados”. “Me dijo: ‘Me voy a ir, pero quiero que mis amigos se beneficien también de la oferta laboral”. Para las autoridades colombianas, él y un puñado de sus hombres sabían que el trabajo era asesinar al presidente haitiano; el resto habría viajado engañado.
El rol de Capador, a quien varios de sus conocidos describen como un hombre discreto, se ha ido conociendo a cuentagotas. Hoy es considerado uno de los cerebros del atentado que ha sacudido el país caribeño. Capador y el excapitán Germán Rivera habían sido informados de que arrestarían al presidente Moïse, habrían tenido reuniones con dirigentes políticos haitianos y, tras una nueva reunión, recibieron una nueva orden: cometer el magnicidio.
En Quindío, sin embargo, su familia y sus dos hijos de 19 y 13 años lo consideran un hombre honrado. “No sé qué pasó. Espero que las investigaciones nos den claridad, porque mi hermano era honorable”, dice su hermana. Luego pide al Gobierno colombiano que le ayude a repatriar el cadáver.
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