Israel ha recordado este domingo con una jornada de duelo nacional a las 45 personas que perdieron la vida aplastadas el viernes en la catástrofe civil más mortífera de su historia. Desde la muerte del presidente Simón Peres en 2016 no ondeaban las banderas a media asta en el Estado judío. La tragedia de Lag Baomer, la festividad judía del fuego, en el monte Meron (norte del país), se produjo por una avalancha humana en un santuario donde se hacinaban más de 100.000 ultraortodoxos judíos, 10 veces más de lo permitido por las autoridades, cantando y bailando en torno a las hogueras.
Una avalancha en un acto religioso masivo causa 45 muertos en la peor catástrofe civil en Israel
Las actividades festivas quedaron canceladas y los encuentros deportivos fueron pospuestos en señal de luto. El centro forense nacional ha identificado a todas las víctimas, algunas de las cuales fueron enterradas antes del inicio del sabbat, al atardecer del viernes, y el resto han sido inhumadas a partir de la caída de la noche del sábado. Una decena de heridos en el siniestro siguen hospitalizados, de los que al menos dos se hallan en estado crítico.
Entre los fallecidos figuraban 10 menores. Cinco de los muertos tenían nacionalidad estadounidense, dos eran canadienses y había además un británico y un argentino. Es habitual que los judíos que emigran a Israel mantengan su pasaporte de origen. La Kneset (Parlamento) se reunirá este martes en un pleno extraordinario en memoria de los fallecidos en una estampida originada en una estrecha rampa descendente de un graderío instalado sobre un desmonte.
Una unidad policial adscrita al Ministerio de Justicia investiga si la policía no cumplió con la obligación de controlar el aforo e impedir que se concentraran decenas de miles de personas en el monte Meron. En la festividad del Lag Baomer de 2019 se llegaron agrupar 250.000 peregrinos, pero en 2020 la celebración fue cancelada a causa de la pandemia, que sigue imponiendo restricciones en actos culturales y deportivos. Los analistas de la prensa hebrea apuntan a que los agentes se abstuvieron de limitar el paso de los peregrinos –hasta un lugar que ya había registrado inspecciones negativas de seguridad en el pasado– para no importunar a los partidos ultrarreligiosos aliados del primer ministro Benjamín Netanyahu.
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