EE UU impone sanciones a Turquía por comprar un sistema defensivo a Rusia


El S-400 es uno de los sistemas móviles de defensa antiaérea más sofisticados. Sus cuatro tipos de misiles permiten neutralizar objetivos situados hasta a 400 kilómetros de distancia y a cualquier altitud inferior a 30 kilómetros. A diferencia de los sistemas de defensa occidentales, el S-400 está capacitado para derribar aeronaves militares (incluidos los cazas furtivos como el F-35), drones, bombas guiadas y misiles balísticos o de crucero; permitiendo la creación de zonas de exclusión aérea.

“Turquía quiere tener mayor independencia militar de Estados Unidos y los S-400 son mucho mejores que los [sistemas de defensa] Patriot que Washington ofrecía, que solo pueden interceptar misiles a menos de 40 kilómetros”, señala Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano. Además del alcance, el sistema ruso supera a su competidor estadounidense en rango de detección de amenazas (600 kilómetros frente a 180) o en la capacidad de lanzamientos simultáneos (72 frente a 36). Las baterías del S-400 se pueden desplegar en poco más de tres minutos mientras que los Patriot requieren en torno a media hora. EE UU también produce la Terminal Aérea de Gran Altitud (THAAD, por sus siglas en inglés), otro sistema de defensa antiaéreo que supera al S-400 en algunos aspectos técnicos, pero limitado a la intercepción de misiles balísticos.

Arteaga señala que Moscú también ofreció a Ankara participar en el desarrollo de los futuros S-500. Turquía ha tratado en la última década de expandir su industria armamentística —totalmente controlada por el Ejecutivo islamista de Erdogan— y su capacidad exportadora.

La adquisición de los S-400 por Ankara ha provocado que Washington cancelara la venta de un centenar de F-35 —el avión de combate más avanzado que produce EE UU— al Ejército turco, alegando que Moscú podría obtener información confidencial sobre los cazas de fabricación estadounidense. Aunque Turquía lo niegue, “los instructores rusos tendrán acceso al sistema de defensa de la OTAN”, según Arteaga. Para Justin Bronk, investigador del británico Real Instituto de Estudios de Seguridad y Defensa (RUSI), es evidente que el acuerdo con Rusia hace incompatible la participación turca en el programa de los F-35. “O el S-400 o los F-35, nunca ambos, bajo ninguna circunstancia”. Bronk señala que la actitud de Ankara provocará una división más amplia en la OTAN, en la que Turquía cuenta con el segundo ejército más numeroso (355.200 militares, el triple que España y lo mismo que Francia y el Reino Unido juntos).

Rusia desplegó los primeros conjuntos de baterías S-400 en 2007. Hoy tiene más de 30 batallones operativos —incluidos los cuatro en la península anexionada de Crimea, que le permiten dominar el espacio aéreo sobre el mar Negro—. El Ejército ruso también ha transportado un par de baterías de defensa antiaérea a Siria. China, a pesar de desarrollar sus propios sistemas de defensa, alcanzó un acuerdo con Rusia en 2014 para la adquisición del S-400. Las primeras baterías se entregaron en 2018 y Pekín asegura haber realizado varios ensayos satisfactorios. India también recibirá las primeras entregas del S-400 en 2020, tras un acuerdo de 5.500 millones de euros rubricado el pasado octubre.

Irak, Qatar e incluso Arabia Saudí —principal importador de armamento estadounidense— también han mostrado su interés en adquirir los modernos sistemas de defensa rusos. Aliados tradicionales rusos como Argelia, Bielorrusia o Kazajistán también han negociado con el Kremlin, aunque no han llegado a formalizar acuerdos. Durante el pasado mes de junio, oficiales rusos se mostraron dispuestos a negociar una posible venta de baterías S-400 a Irán, aunque Teherán ha negado públicamente su interés al respecto.


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