Un grupo de personas huye del cañón de agua utilizado por la policía antidisturbios de Chile, el pasado 17 de diciembre durante una protesta en Santiago.

El 98% de los latinoamericanos no vive en una democracia completa, según el índice de ‘The Economist’

Un grupo de personas huye del cañón de agua utilizado por la policía antidisturbios de Chile, el pasado 17 de diciembre durante una protesta en Santiago.
Un grupo de personas huye del cañón de agua utilizado por la policía antidisturbios de Chile, el pasado 17 de diciembre durante una protesta en Santiago.MAURO PIMENTEL (AFP)

2021 fue un año con una agenda electoral intensa para Latinoamérica, pero las instituciones democráticas de la región nunca habían sido tan frágiles. “Alrededor del 80% de la población de la región vive bajo un régimen democrático, pero solo el 1,3% (los habitantes de Uruguay y Costa Rica) lo hacen bajo una democracia completa”, señala el Índice que elabora anualmente la revista The Economist, publicado este martes.

América Latina ha vivido en los últimos meses históricos cambios de Gobierno en Chile y Honduras. También ha habido comicios en Perú o Ecuador, pero, según el semanario británico, “a los votantes se les presentaron candidatos que representaban agendas muy diferentes, desatando el colapso de la política de centro y la creciente polarización”. Entre el escepticismo sobre la eficacia de los gobiernos, el autoritarismo con rienda libre gracias a la pandemia y el desgaste de las instituciones por parte de “populistas iliberales”, la clasificación de la salud de las democracias alrededor del mundo de The Economist afirma que Latinoamérica sufrió la “mayor rebaja” registrada en su índice desde que empezó a publicarlo en 2006 (pueden consultar la lista completa al final del artículo),

Chile, por ejemplo, pasó de ser clasificada como una “democracia completa” a una “defectuosa”. No importó el arranque del proceso de reforma constitucional ni la victoria de Gabriel Boric, el presidente más joven en la historia de un país empujado por sus movimientos estudiantiles, sino el contexto de estos eventos. En Chile, aún así una de las democracias regionales más sanas del índice, votó solo el 55% de los habilitados en una elección que The Economist define como la del “colapso de las poderosas coaliciones de centro” en la que terminaron compitiendo Boric y el ultraderechista José Antonio Kast, “que ocupan visiones diametralmente opuestas en economía y políticas sociales”. La misma vara sirvió para medir las victorias de Pedro Castillo en Perú o Xiomara Castro en Honduras.

El índice de la revista The Economist juzga la calidad democrática alrededor del mundo guiándose de cinco criterios: el pluralismo electoral y la existencia de procesos democráticos; el funcionamiento del gobierno; la participación política de los ciudadanos; la cultura política del país; y el respeto a las libertades civiles. A partir de estos, otorga una calificación a cada país en un índice que en 2021 fue encabezado por Suecia, con una puntuación de 9.88, y que situó a Afganistán en el final de la tabla, con un 0.32.

Los países de Latinoamérica registraron un descenso en todos los criterios. Bajo estos estándares, Ecuador, México y Paraguay perdieron su estado de “democracias defectuosas” y ahora son designados como “regímenes híbridos”; mientras que Haití pasó a integrar la lista de “regímenes autoritarios” junto a Cuba, Venezuela y Nicaragua. En un contexto en el que los ataques populistas a las instituciones van en ascenso –la publicación británica señala con especial preocupación a los Gobiernos de Jair Bolsonaro en Brasil, Andrés Manuel López Obrador en México y Nayib Bukele en El Salvador– Uruguay y Costa Rica son los únicos países que mantienen una puntuación suficiente como para ser consideradas “democracias completas”.

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