El amor de padre de Silva

El mundo se encuentra inmerso en una eterna retórica entre lo que pudo ser y no fue. Entre la resignación por no estar viviendo en libertad y el lejano rayo de esperanza en que algún día prevalezca de nuevo la vida, tal y como se conoce sin las duras restricciones de una severa pandemia. Que se lo digan a David
Silva, presentado y positivo el mismo día. Y decenas de enfervorecidos seguidores de la Real maldiciendo por no tener la mínima oportunidad de agasajar a la nueva estrella que guía su ilusión. No pudo ser. Anoeta era un solar. Habitado en exclusiva por un puñado de acompañantes de Silva.

Vestido de arriba a abajo de la Real, como mandan los cánones de una puesta de largo, con el número ‘21’ adherido al dorso y en la inseparable compañía de su hijo, Mateo, también ataviado con la camiseta txuri urdin. Así apareció Silva en Anoeta. Con la grada desguarnecida y, al mismo tiempo, con la ilusión de la gente rebosando en el aire. Y mientras, Silva desplegando amor de padre. Al lado de su primogénito en cada minuto de la presentación. Cercanía y protección familiar en una ceremonia sin invitados. Así le cogió el pulso David
Silva al lugar indicado para seguir destapando el generoso tarro de sus esencias. Anoeta le abrió las puertas de par en par y la estrella saltó al césped como un niño con zapatos nuevos.

Con su mujer y Roberto Olabe

La esposa de David Silva no se perdió el acto. Tampoco el director de fútbol y presunto máximo responsable de su adquisición, Roberto
Olabe. Los consejeros de la entidad, con el vicepresidente Ángel
Oyarzun a la cabeza ante la cuarentena de Jokin
Aperribay, oficiaron de cicerones.

El estadio de la Real fue testigo de los primeros trucos de un prestidigitador con ardor guerrero: “Estoy aquí para ganar”. Si la conferencia de la presentación a duras penas rebasó el cuarto de hora, similar duración tuvo el evento simbólico de las tacadas. Fueron los primeros destellos de una estrella que ya conoce su nueva casa.

Silva fue objeto del pertinente reconocimiento médico y luego visitó Anoeta. Por primera vez como local. Desde que se restablezca del contagio que ha interrumpido su mudanza de raíz, el grancanario se desplazará a diario a Zubieta para el correspondiente ejercicio del acondicionamiento. El físico tras dos semanas de vacaciones. El metódico de los entrenamientos. El social de ir apañando su sello en el vestuario. Y el puramente técnico, aunque en las botas de Silva no haga falta trazar ninguna renovación. Vienen con la calidad cosida a los cordones. Como cosida está su vida a Mateo.


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