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El analista Samir Saran: “La India no estará en el bando de nadie”

EL PAÍS


Samir Saran, presidente de la Observer Research Foundation, en marzo, en Madrid.Claudio Álvarez

La India vive una fase de creciente protagonismo internacional. Experimenta un fuerte auge económico y disfruta de una interesante posición geopolítica en la que recibe el cortejo de Estados Unidos como socio frente al auge chino que los inquieta a ambos. A la vez, cuenta con hidrocarburos baratos de Rusia y estrecha lazos con países no alineados que no quieren verse involucrados en la pugna del eje Este-Oeste. En paralelo, se intensifican vibrantes críticas de voces que observan un fuerte deterioro de la calidad democrática del país. Las recientes pesquisas en la sede local de la BBC y la condena al opositor Rahul Gandhi simbolizan esas preocupaciones. El índice de calidad democrática compilado por The Economist Intelligence Unit muestra un claro deterioro entre 2014 ―año de llegada al poder de Narendra Modi― y 2022, así como lo hace el de la libertad de prensa recogido por Reporteros Sin Fronteras, donde la India queda en el puesto 150 de 180.

Sobre estos asuntos ofrece su punto de vista Samir Saran, el presidente de la Observer Research Foundation (ORF), un centro de estudios independiente indio, en una entrevista concedida en la sede central del IE University en Madrid. Hasta aquí llegó para acudir a un encuentro organizado por la escuela de Políticas, Economía y Asuntos Globales de esa institución educativa con representantes diplomáticos, académicos y expertos en política internacional. En términos geopolíticos, Saran advierte de que, pese a las muchas convergencias con las democracias occidentales, Nueva Delhi no aceptará un alineamiento en una dinámica bipolar. “La India no estará en el bando de nadie”, señala. En clave interna, se muestra en desacuerdo con las alertas acerca del deterioro democrático del país. El ORF, el think tank que preside, es considerado el más influyente del país y el 20º a escala mundial en el ranking elaborado por la Universidad de Pensilvania.

Pregunta. El mundo atraviesa una fase de profundos cambios en las relaciones internacionales. El auge de China, con un gran crecimiento durante décadas y un liderazgo político cada vez más asertivo en los últimos años, es un factor clave a escala global y para la perspectiva india. ¿Cómo lo ve?

Respuesta. El auge de China no es malo en sí mismo. Su ascenso ha beneficiado a muchos, no solo en China. La cuestión es que lo que acompaña al crecimiento económico ―el sistema político chino, su falta de transparencia sobre cómo se toman las decisiones y la falta de acceso a las instituciones chinas para quienes se relacionan con China― es problemático. Lo problemático es la falta de rendición de cuentas para decisiones que realmente afectan a gran parte de la población mundial. China es una superpotencia que no rinde cuentas. Esto es incómodo. Es como tratar con una caja negra. A eso, toca añadir sus ambiciones militares y su determinación de saldar las cuentas de la historia, de redibujar las fronteras políticas en el Himalaya o en los mares de China oriental y del sur. Así que tenemos una superpotencia que no rinde cuentas y una superpotencia que pretende ser revisionista.

P. ¿Cómo se responde a ello?

R. Para la mayoría de los actores racionales con capacidad de maniobra, que quieren un mundo más justo y más inclusivo, esto debería significar trabajar juntos para encontrar formas de garantizar que el ascenso de China sea beneficioso y no malicioso. A su política muscular hay que responder con una dosis pareja de músculo. Tenemos que trazar las líneas rojas y encontrar dentro de ellas un marco de compromiso económico.

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P. La India ha tenido históricamente una relación muy estrecha con Rusia, que se ha alineado claramente con Pekín y que conduce una invasión ilegal en Ucrania.

R. El pasado tiene su legado y su ritmo. Para la India había dos realidades contundentes. La realidad número uno es que gran parte del mundo occidental decidió poner su bandera del lado de Pakistán y, literalmente, negó a la India el acceso a gran parte de los sistemas de combate que eran necesarios. Así que la relación de defensa con la URSS/Rusia fue el resultado de esa realidad concreta. La segunda, que para Occidente era más importante asociarse con una China comunista que con una India democrática. Hubo acciones en Naciones Unidas contra nuestros intereses, contra nuestra soberanía y nuestros intereses territoriales. Fue la Unión Soviética la que intervino y vetó muchas decisiones duras que estaban siendo promovidas por ciertos sectores en detrimento de la India. No hubo nadie del mundo libre que fuera empático. Ahora, si miramos hacia el futuro, el escenario es diferente.

P. ¿Cómo lo ve?

R. Si uno se pregunta de dónde va a venir el crecimiento de la India, la respuesta es de nuestras transiciones verdes, la revolución tecnológica, el gran impulso de las infraestructuras y nuestra economía del conocimiento apoyada por una población joven. En cada uno de estos ámbitos, ¿quiénes son los socios naturales de la India? Dígame cualquier sector en el que pueda ver que Rusia es el proveedor dominante de tecnología o inversiones, conocimientos o capacidades. El futuro de la India va a depender siempre de nuestras asociaciones con Estados Unidos, Europa y países de Asia oriental como Japón y Corea del Sur. Rusia seguirá siendo un proveedor de combustibles fósiles y de ciertas materias primas, así como de algunos equipos de defensa. Pero, en la próxima década, cuando la India tenga un presupuesto de defensa anual de 200.000 millones de dólares [unos 182.000 millones de euros] y un presupuesto de inversiones de 100.000 millones, la economía rusa no tendrá capacidad para cubrir esa demanda anual. El crecimiento de la India excluye a Rusia de cualquier asociación significativa, a menos que Rusia cambie por completo su arquitectura económica.

Samir Saran, presidente de la Observer Research Foundation, en marzo, durante la entrevista en Madrid.Claudio Álvarez

P. ¿Recurrirá la India a más armamento occidental?

R. Ya hemos empezado a adquirir e invertir en capacidades de defensa nacionales y hemos incorporado plataformas y sistemas de seguridad occidentales. El periodo de apartheid en materia de defensa ha terminado. Pero hay que entender que este cambio va a ser más lento de lo que sería deseable, simplemente porque nos encontramos en dos frentes vivos. La India está luchando en dos conflictos activos. No podemos permitirnos el lujo de transiciones drásticas. Así que el ritmo puede ser más lento, pero la dirección está muy clara.

P. La India, como China, se abstuvo en la votación sobre la invasión de Ucrania en la Asamblea General de la ONU. ¿Cómo hay que interpretar esa abstención?

R. Creo que, considerando el pasado que hemos mencionado, la abstención india es una pista importante, una expresión de que no apoyamos lo que está haciendo Rusia. Y junto a la abstención, si nos fijamos en las declaraciones que han surgido, realmente están condenando esta invasión. Así que creo que la India ha utilizado un enfoque muy equilibrado y justo que dice que no apoyaremos esto, la violación de la integridad territorial de Ucrania, aunque nos neguemos a convertirnos en seguidores de otros con experiencias y agendas políticas diferentes. Si volvemos a mirar un momento el pasado reciente, observaremos que muchos en Occidente odiaban la invasión estadounidense de Irak. Pero, ¿cuántos votaron en contra de Estados Unidos en Naciones Unidas? Muchos apoyaron una guerra falsa debido a su alianza o amistad y a un sentido de lealtad y fidelidad hacia quienes los habían apoyado. ¿Por qué espera esto de los suyos y otra serie de respuestas de los demás? La coherencia es una buena palabra para estos días.

P. Hay una parte importante del mundo que no quiere verse forzada a alinearse en la creciente confrontación en el eje Este-Oeste. ¿Quiere la India posicionarse como líder de este amplio grupo de países?

R. Creo que la era de la globalización ingenua y de la política global ingenua ha terminado. Ahora la gente va a tomar decisiones sensatas y esas decisiones no van a estar grabadas ideológicamente en su pecho. Se van a basar en la realidad del momento y en lo que funcione para sus intereses, para sus valores, para su gente. Todo ese marco ideológico global del siglo pasado, en el que tienes la alianza occidental y la alianza oriental, se ha acabado. La India quiere trabajar con todos los países que no quieran verse empujados a tomar decisiones binarias. Nuestro futuro económico, nuestro futuro tecnológico está con ciertas naciones, la mayoría de ellas en Europa Occidental y Estados Unidos y en Oriente Próximo y África. Pero nuestras asociaciones políticas tendrán que estar al servicio de nuestra política. Debemos apoyar ciertos principios. Debemos apoyar ciertos valores. Debemos apoyar ciertos intereses, nuestros intereses. Desde su independencia, la India siempre se ha mantenido al margen de los bandos políticos. Y eso no va a cambiar. Un país que representa a una sexta parte de la humanidad no se va a sentar en el bando de nadie. Siempre va a defender y servir al 16% de la población mundial.

P. Hay voces que alertan sobre el estado de salud de la democracia india. Recientemente, el opositor Rahul Gandhi ha sido condenado y despojado de su cargo en el Parlamento. También llaman la atención unos registros en la sede de la BBC después de la publicación de un documental crítico con Modi. ¿Se está erosionando la democracia en la India?

R. Creo que la democracia es mucho más vibrante ahora que en cualquier otro momento de la historia de la India. Hoy hay más gente en la India que tiene una opinión y la capacidad de expresarla sobre cada decisión, cada acontecimiento que tiene lugar y que afecta a su vida cotidiana. Piden cuentas a su Gobierno. La gente exige transparencia y niveles de eficacia. Ahora bien, hay que tener en cuenta que somos 1.400 millones de personas, lo que básicamente significa que se producirán incidentes y acontecimientos esporádicos que, por su número, pueden parecer alarmantes. Sin embargo, si tenemos en cuenta nuestro tamaño, los incidentes per cápita serán mucho menores que en la mayoría de las demás partes del mundo. Las cifras agregadas son engañosas para un país de tamaño continental, pero los medios de comunicación en lengua inglesa se alimentan de ellas y fomentan una determinada narrativa que emana de sus propias divisiones.

P. ¿Qué opina del caso de Gandhi?

R. Es el resultado de un caso antiguo, una sentencia de nuestro poder judicial independiente. Ha sido declarado culpable. Hay un proceso judicial y estoy seguro de que tanto él como su partido y otros impugnarán la decisión. Así que el proceso continuará. Actualmente, estamos siendo testigos de acciones policiales y brutalidad en las calles de Francia. Ese mismo incidente en la India habría sido calificado por los medios de comunicación occidentales como la acción de un Estado fascista. Deberíamos abstenernos de este tipo de calificativos y las democracias hermanas deberían abstenerse de sentarse a juzgar. Todos estamos atravesando una época en la que la digitalización, la movilización y las pasiones individuales están desafiando a las viejas instituciones, que tienen que volverse más modernas, más ágiles, más receptivas a las personas en este mundo digital. En la India, estamos reforzando nuestra democracia a través de la tecnología, la capacitación, la transparencia y la rendición de cuentas y, lo que es más importante, seguimos expresando nuestra fe en hacerlo a través de las urnas: a nivel nacional, una vez cada cinco años, pero cada pocos meses hay una gran región en la India que se somete a elecciones. Y tenemos un sistema judicial que discrepa regularmente del Gobierno y anula sus decisiones. Si se leen las últimas sentencias del Tribunal Supremo, se puede comprobar que el sistema judicial y otras instituciones siguen garantizando la solidez del sistema de control y equilibrio en la India.

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