Podría decirse que el mes de agosto es uno de los más tristes para Isabel Preysler. Durante el día 22 de este mes se ha cumplido un año desde que tuvo lugar la muerte de su madre, Beatriz Arrastia, a los 98 años y rodeada de sus seres queridos. Un durísimo varapalo para la madre de Tamara Falcó, que tenía que despedirse de uno de sus pilares fundamentales, mientras que su progenitora se marchaba de este mundo habiendo mantenido muy a rajatabla un hermético segundo plano en la vorágine de la prensa del corazón.
En estos últimos doce meses, la también conocida como “reina de corazones” ha tenido que aprender a vivir sin el apoyo de su madre, algo que todo el mundo sabía que iba a ser bastante complicado para ella, especialmente teniendo en cuenta el estrecho vínculo que las unía en vida. Pero sea como fuere, lo cierto es que la ex de Carlos Falcó ha contado con el cariño de otras dos personas que son indispensables en su vida. Estas no son otras que su hija, la marquesa de Griñón; y su pareja, el escritor Mario Vargas Llosa. Ambos han cobrado un papel fundamental en la vida de Preysler durante el último año, habiendo sido los que han hecho que Isabel vuelva a cobrar una primera plana mediática que ha contado con partidarios y detractores para todos los gustos.
Amor a prueba
En primer lugar, y concretamente durante el pasado mes de junio, comenzaron a salir a la luz los rumores que apuntaban a que la aristócrata y el premio nobel podrían haber estado viviendo una crisis en su historia de amor. Unos comentarios que fueron cobrando más fuerza cuando se hicieron públicas una serie de imágenes en las que Mario aparecía alojándose en el piso de soltero que tiene en una exclusiva zona céntrica de la capital, dejando de lado la mansión de Preysler en Puerta de Hierro. Unos movimientos que resultaron bastante extraños a la prensa y a los que ellos mismos pusieron fin a golpe de apariciones públicas en común. Una manera clara y directa de demostrar que su relación sigue yendo igual de bien que hace siete años, cuando optaron por dar comienzo a un romance que ya se ha convertido en uno de los más consolidados del panorama nacional. Y no es para menos, ya que siempre que tiene oportunidad, Isabel no duda en acompañar a su pareja a todos y cada uno de los eventos públicos a los que tiene que asistir como profesional el de Perú.
Un daño colateral
Por si fuera poco, el pasado 4 de agosto se estrenaba por todo lo alto La marquesa en Netflix, un reality protagonizado por Tamara Falcó en el que la ganadora de MasterChef Celebrity mostraba al mundo cómo era su vida cotidiana. Como no podía ser de otra manera, en los seis capítulos de la serie están presentes las personas más importantes en la vida de la marquesa de Griñón, como por ejemplo su madre. Durante toda la grabación, Preysler hacía gala de su característico saber estar y de un impecable estilo un tanto sobrio que inmediatamente acumulaba críticas en el universo 2.0. Una de estas opiniones negativas venía dada recientemente de la mano de Jorge Javier Vázquez, que después de haber puesto el broche de oro a Supervivientes y de poner rumbo a Perú para iniciar sus vacaciones, no quería desaprovechar la oportunidad de encontrar ciertos momentos de desconexión para ser partícipe del día a día de la novia de Íñigo Onieva y el resto de su familia.
Lo que nadie podía llegar a imaginar es que, como espectador, el de Badalona prácticamente no tendría ni un solo comentario positivo que arrojar a la grabación, arremetiendo duramente contra Isabel: “Lo horrorosa que sale la Preysler. Debió dar por saco durante la grabación y el editor se ha tomado la revancha. Además parece antipática y un pelín amargada”, escribía en su cuenta de Twitter, dejando entrever que la aristócrata no es uno de sus personajes favoritos y sumándose así a los baches que ha tenido que ir superando Preysler a lo largo de estos 365 días.
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