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El asesinato de Carmen Fraile, buscada durante 36 años por su hermana, queda impune

Josefa Fraile, a la izquierda, junto a su hermana Carmen, en una imagen familiar de los años setenta.

El asesinato de Carmen Fraile Muñoz, que desapareció en 1981 y que hoy contaría 64 años, ha quedado impune por prescripción del delito. Así lo acaba de dictar la Audiencia de Barcelona en un auto al que ha tenido acceso este periódico. Carmen es una mujer madrileña a la que su hermana menor, Josefa, ahora de 62 años, estuvo buscando durante media vida. Hasta que en 2017 supo, gracias a una prueba de ADN, que la habían asesinado de un tiro en la cabeza y después enterrado su cuerpo en el jardín de una casa de campo del pequeño municipio barcelonés de Sant Salvador de Guardiola. Una máquina excavadora desenterró su cadáver casualmente en 1999, durante unas obras en el jardín. Carmen y Josefa, abandonadas por sus padres cuando tenían seis y cuatro años, respectivamente, se prometieron que si algún día las separaban, se buscarían la una a la otra. Josefa no se cansó de buscarla, pero cuando por fin supo de su paradero, en el marco de una investigación judicial por el testamento del padre, Carmen llevaba muchos años muerta.

Durante casi 20 años estuvo enterrada en el citado jardín, y luego, a instancias de la Guardia Civil, en un nicho sin nombre, hasta 2017 cuando pudo ser identificada merced al ADN de su hermana Josefa. Lo que precipitó, además, la detención del presunto asesino, Manuel Macarro Thierbach, un escritor de origen alemán y ahora residente en Tarragona que en 1981 era el amante de Carmen. Ambos se marcharon de Madrid a Barcelona sin despedirse de nadie. Josefa no volvió a saber de ella. Un juez de Manresa le procesó en 2019 por homicidio y aborto, ya que dentro del cadáver de Carmen había un feto de seis meses. El juez pidió el ADN a Macarro tras ser detenido y lo cotejó con el del feto: era el padre. La Audiencia de Barcelona le ha dado carpetazo al crimen porque el delito ha prescrito, y exonera de responsabilidad al sospechoso.

Josefa y Carmen pertenecían a una familia desestructurada. Cuenta Josefa que el padre las abandonó y se fue al extranjero para volver varios años después con otra mujer. La madre también se marchó con un hombre que condicionó estar con ella a que se deshiciera de las niñas. Ambas menores tuvieron que separarse por primera vez: Josefa acabó en un orfanato y Carmen se crio con la abuela paterna. Volvieron a reunirse siendo jóvenes. Pero el destino volvió a separarlas cuando apareció en escena el escritor Manuel Macarro, el hombre con el que Carmen se fue de Madrid un día de noviembre de 1981. Nadie supo que se habían ido a Barcelona.

Josefa tiene grabado en su mente el día, a finales de 1981, en el que, mientras estaba trabajando, se presentó Carmen en su empresa, “muy nerviosa”, y le dijo que tenía que decirle algo importante. Josefa le pidió que la esperase a la salida del trabajo para hablar, pero cuando salió no estaba allí y nunca más volvió a saber de ella. Intuyó que se había ido con su amante. Josefa no desesperó. La buscó sin descanso, preguntó a su padre, que entonces tenía otra familia y que se desentendió, también fue a la policía, pero ni rastro. Nunca dejó de buscarla. Hasta que muchos años después vio el nombre de Carmen Fraile Muñoz en Internet.

Y es que, en 2017, el padre de ambas quería hacer testamento y un juzgado de Madrid exigió saber el paradero de una de sus hijas, de Carmen, si estaba viva o muerta, para tramitar el reparto de la herencia. Josefa se presentó en ese juzgado y, al igual que su padre, dio su ADN, que fue enviado a todas las comisarías de España.

La prueba del ADN

La alerta saltó en 2017 en Manresa, donde la policía guardaba el ADN de un cadáver indocumentado hallado en 1999, al ser desenterrado por una excavadora. Era Carmen. Después de 36 años de búsqueda, su hermana por fin sabía qué había sido de ella. Este descubrimiento permitió también a la Guardia Civil hablar con su familia en Madrid y reanudar la investigación hasta dar con el presunto asesino.

Macarro, hoy jubilado y residente en Cataluña, fue localizado por los agentes en esta comunidad y detenido. El presunto homicida negó los hechos al ser arrestado. Admitió que ambos viajaron desde Madrid a Barcelona, pero dijo que solo vivieron varios días en el citado chalé, y que él se marchó de la vivienda, sin volver a saber de ella. El juez le pidió su ADN y lo cotejó con los restos del feto. Era el padre. Y decidió procesarle por homicidio y aborto.

Macarro recurrió a la Audiencia su procesamiento, y esta ha decidido ahora archivar el caso porque los delitos (homicidio y aborto ilegal) ocurrieron hace muchos años; y, cuando el escritor fue detenido por estos hechos en 2018, ya habían prescrito. El homicidio prescribe al haber pasado más de 20 años desde el crimen (artículo 130.1 del Código Penal), razona el tribunal. Y lo fundamenta: el homicidio, dice el tribunal, está castigado con entre 15 y 20 años de cárcel y el asesinato, entre 15 y 25 años. “Los delitos que tienen asignada una pena de 15 o más años prescriben a los 20 años desde el crimen”, zanjan los jueces al declarar prescrita la pena. “No cabe duda”, subrayan, “que entre febrero de 1994 (fecha probablemente más tardía de la muerte de doña María del Carmen Fraile Muñoz, según el informe forense) y el 18 de diciembre de 2018 (fecha en que el procedimiento se dirige contra el culpable) se produjo la prescripción del delito, pues transcurrieron más de 20 años. Y ello incluso tomando como fecha inicial de la prescripción febrero de 1994, y no febrero de 1984, que sería la fecha más favorable al reo, y además la fecha más probable dado que la desaparición se produjo en 1981”.


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