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El asesinato del general iraní sacudió el tablero político en Medio Oriente


DUBAI, Emiratos Árabes Unidos — Los aliados de Estados Unidos en el Golfo Pérsico han presionado abiertamente en favor de políticas agresivas de Washington para presionar, aislar y entorpecer a Irán.

Sin embargo, esa estrategia arriesgada se ve ahora puesta a prueba por el inesperado ataque estadounidense que mató al general más poderoso de Irán la semana pasada, sumiendo la región en un conflicto abierto.

Aunque los estados del Golfo Pérsico -al igual que Israel- hicieron una intensa campaña en favor de que Estados Unidos impusiera duras sanciones y una presión máxima sobre Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos querían evitar una guerra.

El ataque del viernes que mató al influyente comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, Qasem Soleimani, parecía haber tomado por sorpresa a los aliados de Estados Unidos en la zona.

Nadie quiere que estalle una guerra convencional

Mohammed Alyahya, editor jefe del sitio de Al-Arabiya

Ahora, estos intentaban asegurarse de que la importante escalada ordenada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no les hundía más en las tensiones entre Washington y Teherán.

Irán, que celebró un homenaje sin precedentes a Soleimani con cortejos fúnebres en varias ciudades que congregaron a millones de personas, respondió el miércoles por la mañana lanzando varios misiles balísticos a dos bases militares en Irak donde había tropas estadounidenses desplegadas.

Trump indicó que no daría una respuesta militar, aunque prometió mantener su campaña de máxima presión y sanciones económicas.

Mientras la región se preparaba para el siguiente episodio en el conflicto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes pidieron que se rebajara el nivel de hostilidad.

Arabia Saudita envió a Washington a su viceministro de Defensa, el príncipe Khalid bin Salman, que se reunió el lunes en la Casa Blanca con Trump y con el yerno y asesor del presidente estadounidense, Jared Kushner.

Hablaron sobre “esfuerzos para reducir las tensiones y evitar escaladas que pudieran desestabilizar más la región, ante las provocaciones y actividades desestabilizadoras del régimen iraní”, según Riad.

Por su parte, el ministro catarí de Exteriores viajó a Teherán al día siguiente de la muerte de Soleimani y pidió también una desescalada.

“Nadie quiere que estalle una guerra convencional, porque cuando hay una guerra convencional no hay ganadores, solo hay una serie de perdedores”, dijo el saudita Mohammed Alyahya, editor jefe del sitio de Al-Arabiya en inglés.

La nueva ronda de tensiones ha hecho subir los precios del petróleo y el barril de Brent cotizaba en torno a los $70 el barril.

El ministro emiratí de Energía, Suhail al-Mazrouei, dijo el miércoles que por el momento no había peligro para el transporte de crudo en la región ni riesgo de desabastecimiento.

Sin embargo, señaló que la muerte de Soleimani era “desde luego una escalada”.

“Irán es un vecino. Estamos (geográficamente) muy cerca de Irán y lo último que queremos es otra tensión en Oriente Medio”, dijo el ministro de Energía, reiterando sus peticiones de reducción de las tensiones.

Hace tiempo que Emiratos Árabes y Arabia Saudita quieren que Washington frene los esfuerzos de Teherán por ganar influencia y poder en la región, y Soleimani era una pieza central de las ambiciones iraníes.

Percibido como una figura amenazante por los musulmanes suníes de buena parte de la región, su labor como comandante de la Fuerza Quds le ponía al mando de letales milicias chiíes en Líbano, Irak, Siria y Yemen que combaten contra intereses de los países del Golfo Pérsico.

En Irán se le consideraba un héroe nacional que desafió la presión estadounidense.

Incluso tras la muerte de Soleimani, había pocos indicios de que hubieran dejado de tantear la peligrosa línea entre la presión máxima y la guerra.

Alyahya señaló que la estrategia de presión seguía siendo necesaria para detener a la Fuerza Quds iraní, pero admitió que “es un juego muy arriesgado, y si sale mal, las consecuencias son graves”.

Robert Malley, director del International Crisis Group y que sirvió en el Consejo de Seguridad Nacional del expresidente de Estados Unidos Barack Obama, señaló que probablemente los países del Golfo estaban satisfechos con la muerte de Soleimani, pero también preocupados porque Irán podría causarles graves daños en sus economías.

“Creo que ahora están transmitiendo el mensaje a Estados Unidos y a otros de ‘no llevemos esto demasiado lejos porque ustedes viven muy lejos… somos nosotros los que pagaremos el precio, y ustedes no estarán aquí para protegernos’”, dijo.

El Golfo Pérsico podría ser otro objetivo para las represalias iraníes. Acoge a más de 30,000 soldados estadounidenses, incluida la 5ta Flota, estacionada en Bahréin, un cuartel general del Ejército en Kuwait y la amplia base aérea de Al-Udeid en Qatar.

Estados Unidos también tiene cientos de tropas en Arabia Saudí y drones avanzados, cazas F-35 y miles de efectivos militares en la base aérea de Al-Dhafra en Abu Dhabi.

Durante el pasado verano se atribuyeron a Irán varios ataques a petroleros en el Golfo y un importante ataque con drones y misiles contra instalaciones petroleras saudíes.

Teherán negó toda responsabilidad, aunque sí detuvo otros petroleros en torno al crucial Estrecho de Ormuz, la entrada al Golfo Pérsico y por donde pasan el 20% de los cargamentos de crudo.

Estados Unidos advirtió el pasado fin de semana a sus ciudadanos en Arabia Saudí de un riesgo aumentado de ataques con drones y misiles, especialmente cerca de bases militares, instalaciones petroleras y de gas y otras infraestructuras civiles.

Desde el ataque de septiembre contra Arabia Saudita, que durante un tiempo redujo a la mitad su producción de petróleo, parecía haber un discreto esfuerzo diplomático entre Teherán y Riad para reducir tensiones.

Pero ningún bando dio muestras de reducir su rivalidad.

Una complicación en los cálculos de los gobiernos del Golfo eran las dudas sobre si la decisión de Trump de ordenar el ataque a Soleimani fue impulsiva o formaba parte de una estrategia a largo plazo.

Los aliados del Golfo han cuestionado la fiabilidad de Trump como socio de seguridad.

Aunque ha aumentado el número de tropas estadounidenses en la región mientras crecía la tensión con Irán, Trump no intervino para defender de forma militar los intereses saudíes tras el ataque contra sus instalaciones petroleras, y evitó tomar represalias cuando Teherán derribó un dron de espionaje estadounidense en el Estrecho de Ormuz.

“Somos independientes y no necesitamos el petróleo de Oriente Medio”, dijo Trump en declaraciones el miércoles, afirmando que pediría a la OTAN que aumentara su presencia en la región.

“La constante con Trump es que es impredecible”, dijo el analista político emiratí Abdulkhaleq Abdullah. “No sabíamos que haría esto. Ahora no sabemos lo que hará a continuación”.

“¿Está preparado Estados Unidos para una especie de venganza de Irán? ¿Está preparada la región para una brusca escalada?”, preguntó Abdullah.




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