Tao, Dhara y Erik tienen una infancia atípica: viven con sus padres, Marta Bruyel y Daniel Gimeno en un camión 4×4, llamado RumRum, con el que salieron de España en diciembre de 2018 y recorren Latinoamérica. El plan de esta familia nómada y documentalista -que narra sus aventuras en vídeos a través de sus redes y web Los Mundo- saltó por los aires por la pandemia, que les ha dejado temporalmente detenidos en Costa Rica con las fronteras cerradas. Ahora Los Mundo se preparan para el próximo curso escolar con una inmersión en la naturaleza virgen del país.
Pregunta. ¿Qué ha sido lo más difícil en esta pandemia?
Respuesta. Lo más difícil durante el confinamiento fue la incertidumbre, y lo sigue siendo. No saber qué va a pasar, si podremos seguir avanzando, porque todas las fronteras terrestres están cerradas, ni cuándo ni cómo. La otra dificultad es estar lejos de nuestras familias: si les pasa algo a nuestros padres y estamos aquí, ¿cómo volvemos? Además, la pandemia está provocando muchas desigualdades, gente que vivía al día está perdiendo su trabajo, ya no tiene qué llevarse a la boca y eso a medio plazo puede generar problemas sociales y desestabilizar mucho la zona. De todas formas, nos sentimos seguros en Costa Rica y a lo mejor con el paso de los meses, la situación mejora y este miedo desaparece.
P. ¿Cómo es el día a día de una familia en un camión?
R. Antes teníamos una rutina marcada por los niños, con unos horarios de sueño, comida y colegio. Eso se mantenía, aunque a partir de ahí, cada día fuera distinto y dependía del viaje. Ahora con este parón hemos podido establecer rutinas para nosotros, como padres. Por las mañanas trabaja uno, por las tardes trabaja el otro, y en los medios tiempos compartimos juntos la preparación de las comidas y las horas de juegos en familia.
P. Los niños siguen un programa de educación a distancia. ¿Cómo funciona la escuela rodante?
R. Ahora que son vacaciones en España, los niños no están yendo al colegio. El año pasado, Tao estuvo matriculado en el CIDEAD. Sin embargo, para este nuevo curso, en el que Dhara empieza Primero de Primaria y Tao, Tercero de Primaria, hemos decidido seguir el currículo de España pero por nuestra cuenta. Seguiremos el temario de los libros, consultando a profesores para saber qué es lo que tienen que dar, pero adaptándolo a nuestra metodología. Para nosotros es importante llevar los conocimientos de los libros a nuestra experiencia, siguiendo el ritmo y motivaciones de los niños. Por ejemplo, si en el tercer trimestre deberían aprender las partes de la planta, pero estamos en Costa Rica rodeados de naturaleza y se lo podemos enseñar ahora mismo, ¿por qué no enseñarlo ahora, que tienen la motivación y quieren aprender?
P. Quizá algunos padres se estén planteando la educación en casa como una opción. ¿Qué consejos les daríais?
R. Es difícil dar consejos, no tenemos la llave mágica de cómo hacerlo, pero hay algunas cosas que hemos aprendido. Lo primero sería que los padres lo disfruten y no se frustren, por propia experiencia. Ante un bloqueo, es mejor desistir en ese momento, si el niño no está preparado para aprender, y retomarlo después. También nos ha ayudado mucho tener una rutina: que el niño sepa que después de desayunar tiene sus horas de colegio, que es el momento de escribir o hacer cuentas matemáticas, aunque después le enseñemos otras cosas a lo largo de todo el día. ¿Por qué es importante la rutina? Porque entonces no hay peleas: el niño sabe que tiene sus horas de colegio, como sabe que se tiene que poner el pijama y lavarse los dientes antes de irse a dormir.
P. ¿Y si no le interesa el temario o lo que tiene que estudiar?
R. Es muy importante buscar la motivación: si algo le está gustando, profundicemos en este tema. Es como trabajar por proyectos: si le interesa alguna materia podemos introducir ahí lengua, matemáticas, ciencias naturales, sociales… Todo a raíz de un tema que le está interesando. También hay que observar las cosas que no le gustan y acompañarles en lo que les cuesta. A Tao, por ejemplo, no le gusta escribir. Buscamos formas para apoyarle y estimularle a que escriba, que se sienta seguro. Y utilizamos el juego, que no le parezca que está escribiendo, sino que sea algo lúdico. Además, es clave darle a elegir propuestas educativas, dentro del aprendizaje que tiene que hacer, y en otro momento elegirá otra cosa.
P. ¿Cómo se diseña el plan de estudio para una educación nómada?
R. Creemos que requiere mucha creatividad y proponer formas distintas de llevar a cabo esos aprendizajes. Nos dimos cuenta de que hay muchas cosas que los niños tienen que aprender y ya lo están viviendo. Por eso nos basamos mucho en la experiencia: si tienen que hacer un resumen de un cuento, que sea el cuento que le gusta y se está leyendo, no el que le marca el temario. Nosotros aprendimos mucho en la escuela Ayampe, en Ecuador, donde estuvieron los niños un mes, y vimos que el problema no es el currículo, sino la forma de darlo, y es importante esa libertad entre diferentes propuestas y observar qué motiva a los niños.
P. Seguís un modelo de educación emocional y disciplina positiva. ¿Cómo se consigue esto en ocho metros cuadrados de camión?
R. La resolución de conflictos nos preocupaba mucho y había momentos de caos, gritos… Nosotros intentamos hacer preguntas a los niños para que vayan resolviendo el problema por sí mismos. No imponemos castigos, sino que nos centramos en las soluciones. Para eso hemos implantado una reunión familiar una vez a la semana, y cada día, por la noche, cada uno de nosotros cuenta qué nos ha gustado y qué no nos ha gustado del día. Ponemos límites, con firmeza y con cariño, pero siempre impera el respeto. Pero claro, la teoría es muy bonita… Luego llegan momentos en los que estamos enfadados, se vuelve a los gritos y los antiguos patrones. Y tenemos que recordarnos que ese no era el tipo de educación que queremos. Somos humanos y esto también es un aprendizaje para nosotros. Estar 24 horas juntos nos está sirviendo como padres para mejorar, estamos en el camino, pero no es fácil.
P. Vuestro plan era dar la vuelta al mundo en seis años, ¿se mantiene el objetivo?
R. La pandemia nos ha dado un giro de 180 grados a nuestro proyecto. Ahora ya no tenemos unos objetivos para cumplir, sino que se trata de vivir viajando y no tanto alcanzar a los destinos. Veremos hasta dónde podremos llegar, pero no tenemos ya fechas ni lugares. Iremos viendo en función de cómo avancen las cosas y hacia dónde podamos seguir el viaje.
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