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El autor del artículo contra la Casa Blanca revela su identidad

Un seguidor de Trump muestra una foto de Hunter Biden en la cola de un mitin del presidente en Erie (Ohio).BRENDAN MCDERMID / Reuters

“Los e-mails secretos de Biden”. “Un ejecutivo ucranio agradeció a Hunter Biden la oportunidad de reunirse con su papá vicepresidente”. La sorpresa de octubre de la campaña de Trump, como se conoce a esas bombas informativas destinadas a cambiar a última hora el curso de una campaña presidencial, llegó el miércoles día 14. Fue en la primera página del New York Post, el tabloide estadounidense de Rupert Murdoch, uno de los diarios de mayor circulación del país. Se trataba de un nuevo giro a una línea de ataque bien conocida: la de la relación del candidato demócrata con Ucrania, y los posibles conflictos de intereses derivados de la presencia de su hijo Hunter en el consejo de Burisma, compañía de gas del país exsoviético, durante los años en los que el padre ocupó la vicepresidencia de Estados Unidos. Twitter bloqueó la difusión de la información en su plataforma, alegando que sus reglas prohíben compartir material hackeado, pero después rectificó. Este miércoles, en una audiencia ante los senadores, el CEO de la compañía tecnológica ha admitido que la decisión inicial fue “incorrecta”. El presidente Trump utilizó la historia, sin mucho éxito, para atacar a su rival en el último debate presidencial. Y se queja reiteradamente de que los medios de comunicación silencian lo que, en un tuit este mismo miércoles, ha definido como “la historia más grande y creíble de cualquier lugar del mundo”. Pero, ¿qué es exactamente la acusación con la que el presidente y su equipo han querido dar un giro a una campaña, la de las elecciones del próximo martes, que los sondeos le ponen cuesta arriba?

El correo electrónico. La historia del New York Post se basa en una breve correspondencia electrónica, en particular un correo de abril de 2015, supuestamente enviado a Hunter Biden por Vadym Pozharskyi, asesor de Burisma. El e-mail dice así: “Querido Hunter, gracias por invitarme a [Washington] DC y darme una oportunidad de conocer a tu padre y pasar un rato juntos. Es realmente un honor y un placer”. Del tenor del mensaje no se deduce si la supuesta invitación se concretó y la reunión tuvo lugar. La campaña de Biden ha asegurado en un comunicado que ha revisado la agenda del exvicepresidente de aquellos meses y que no está anotada ninguna reunión como la que describe el tabloide.

La mano de Rudy Giuliani. El origen de la historia, y ese es parte de su problema, está en Rudy Giuliani, exalcalde de Nueva York y abogado personal de Trump, que lleva años difundiendo acusaciones infundadas de corrupción contra los Biden. En medio de la trama rusa que ha consumido buena parte del mandato de Trump, su fiel escudero Giuliani, cuyos turbios contactos en el país exsoviético son objeto de investigación por la justicia estadounidense, ha defendido una desacreditada teoría de que fue Ucrania y no Rusia la que realizó injerencias en las elecciones de 2016, y que lo hizo para ayudar a Hillary Clinton. También ha acusado reiteradamente a Joe Biden de permitir que su hijo se enriqueciera comerciando con la influencia de su padre. Según el Post, los e-mails fueron obtenidos del disco duro de un ordenador que Hunter Biden habría dejado a reparar en un comercio de Wilmington (Delaware) en abril de 2019 y que nunca habría ido a recoger. El dueño del establecimiento, que no puede asegurar que su cliente fuera Hunter Biden, realizó supuestamente una copia del disco duro y se lo proporcionó a un abogado de Giuliani y al exasesor de Trump Steve Bannon. Asegura también que contactó al FBI a través de un intermediario para hacerles llegar una copia.

El problema con Giuliani. Los servicios de inteligencia estadounidenses advirtieron a la Casa Blanca el año pasado de que el abogado fue objeto de una operación de influencia por parte de la inteligencia rusa, según publicó The Washington Post. La advertencia partía de interacciones de Giuliani con la inteligencia rusa durante un viaje a Ucrania en diciembre de 2019, donde el abogado trataba de obtener trapos sucios de los Biden. La inteligencia estadounidense trasladó su preocupación de que Giuliani estuviera siendo utilizado por los rusos para suministrar información falsa al presidente. El consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Robert O’Brien, advirtió a Trump de que cualquier información que Giuliani trajera de Ucrania podría estar contaminada por Rusia. “Haz lo que quieras”, le dijo, “pero tu amigo Giuliani ha sido trabajado por agentes rusos en Ucrania”. Aquellas advertencias cobran ahora peso, ya que la información que Giuliani buscaba en Ucrania es similar a la contenida en la correspondencia que el propio abogado proporcionó al tabloide. El FBI está ahora investigando si los correos electrónicos son parte de una operación de inteligencia extranjera. El director de la inteligencia nacional, John Ratcliffe, aseguró la semana pasada en Fox News que no hay evidencias que confirmen que se trate de una injerencia extranjera.

En la redacción del New York Post. Steve Bannon, recientemente acusado por fiscales federales de un delito de fraude no relacionado con esta trama, informó al New York Post de la existencia del disco duro a finales de septiembre. El domingo día 11 de octubre Giuliani entregó una copia de un disco duro al tabloide. Asegura que eligió el Post “porque o bien nadie más lo habría cogido o, si los hubieran mirado, habrían pasado todo el tiempo que pudieran tratando de contradecirlo antes de publicarlo”. Diversos periodistas veteranos de la redacción expresaron sus dudas sobre el material y cuestionaron que se hubiera hecho lo suficiente para verificar su autenticidad. Bruce Golding, reportero en el diario desde 2007, no permitió que su firma figurara en la información porque dudaba de la credibilidad de la historia, según The New York Times. Al menos otro reportero, según el mismo diario, se negó a que se incluyera su firma. La pieza se publicó al final firmada por Emma-Jo Morris, subjefa de política llegada el pasado mes de abril de Fox News, y Gabrielle Fonrouge, reportera del New York Post desde 2014. La primera no había firmado nada en el diario hasta ese miércoles. Fonrouge, según las fuentes del Times, no supo que el artículo llevaría su firma hasta después de publicado.

La controversia en torno a Hunter Biden. En 2014, una movilización social europeísta y anticorrupción desalojó del poder en Kiev al presidente a Víktor Yanukóvich, aliado de Rusia, país que acababa de anexionarse Crimea a través de un referéndum considerado ilegal por la comunidad internacional, dando lugar a un conflicto armado en el este de Ucrania con los rebeldes prorrusos apoyados por Moscú. Joe Biden, entonces vicepresidente de Barack Obama, viajó a Kiev en varias ocasiones durante ese tiempo y trabajó con otras figuras internacionales para apuntalar al Gobierno surgido tras la conocida como revolución del Maidán. Coincidiendo con la misión de su padre en Ucrania, el abogado Hunter Biden aceptó un puesto en el consejo de Burisma, una de las compañías de gas natural más grandes del país y propiedad de Mikola Zlochevski, oligarca próximo al expresidente Yanukóvich. El nombramiento de Hunter Biden, que continuó en la compañía hasta abril del año pasado, fue muy controvertido, pero la Casa Blanca rechazó que supusiera un conflicto. El propio Hunter Biden reconoció en octubre del año pasado que, a pesar de que no hizo nada incorrecto, su trabajo en Ucrania fue “un error de juicio”. En un informe reciente, los senadores republicanos consideraron que pudo haber supuesto un conflicto de intereses pero no hallaron evidencia alguna de que la relación laboral de Hunter Biden con la compañía hubiera influido en las políticas de Estados Unidos. El entorno de Trump, en cuya campaña de 2016 la inteligencia estadounidense ha documentado una masiva operación de injerencia por parte del Kremlin para ayudarle a llegar a la Casa Blanca, lleva tiempo promoviendo una desacreditada teoría según la cual Joe Biden presionó para que se destituyera a un fiscal ucranio para proteger a Burisma de una investigación. Es cierto que presionó. Pero lo hizo, en coordinación con Obama y otros mandatarios occidentales, precisamente porque se consideraba que el fiscal no actuaba con contundencia contra la corrupción.

¿Incrimina el e-mail a Joe Biden? Si se demostrara que el hoy candidato demócrata se reunió con un representante de Burisma, como podría sugerir el e-mail, Joe Biden habría mentido, ya que ha insistido en el pasado en que nunca discutió con su hijo sobre sus negocios en Ucrania. Pero no existe rastro de la supuesta reunión y del tenor del mensaje no se deduce necesariamente que esta hubiera tenido lugar. Y aún en el caso de que se hubiera celebrado, Biden no sería el único político estadounidense en reunirse con Pozharskyi. Este formó parte de una comitiva de Burisma que estuvo haciendo lobby a trabajadores del Congreso para tratar de mostrar que Burisma no era una compañía corrupta.

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