París no necesita mucho para despertar sus peores fantasmas terroristas. Si además sufre un ataque en el mismo lugar donde se perpetró hace cinco años la primera de una larga serie de masacres yihadistas, la antigua sede de Charlie Hebdo, cuyo juicio tiene lugar en este mismo momento, las alarmas se disparan. Eso sucedió este viernes, cuando un individuo atacó con un cuchillo a dos personas a las puertas de la antigua redacción de la revista satírica. El “autor principal” de la agresión fue detenido y la fiscalía antiterrorista asumió la investigación del caso. Pese a que nadie lo ha reivindicado aún, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, dijo que “claramente es un acto de terrorismo islamista”.
“Es la calle donde estaba Charlie Hebdo, es el modo operatorio de los terroristas islamistas, evidentemente, cabe poca duda, es un nuevo ataque sangrante contra nuestro país”, declaró Darmanin en la cadena France2.
El lugar del ataque desató inmediatamente las sospechas. “Esto ha sucedido en un lugar simbólico en un momento en que se produce el proceso por los actos indignos de Charlie Hebdo”, dijo el primer ministro francés, Jean Castex, al desplazarse a primera hora de la tarde junto con Darmanin y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, hasta el lugar del ataque, en el distrito 11 de París.
Son esas las principales razones, acotó a su lado el fiscal Jean-François Ricard, por las que la fiscalía nacional antiterrorista que dirige ha asumido la investigación por “intento de asesinato en relación con un acto terrorista” y por “asociación terrorista criminal”. Según explicó, aunque por el momento ningún grupo ha reivindicado el ataque, este se investiga a priori como terrorista tanto por el “lugar” elegido —la antigua sede de la revista satírica, donde fueron asesinados ocho de sus miembros—, como el “momento” en que se ha producido, en pleno juicio por los atentados de enero de 2015, que dejaron 17 muertos. Una tercera razón, agregó Ricard, es “la voluntad manifiesta del autor de atentar contra la vida de dos personas”, un hombre y una mujer cuyo estado, reveló por su parte Castex, ya no corre peligro.
El “autor principal” del ataque fue detenido poco después de emprender la huida, anunció el fiscal antiterrorista. Según confirmó posteriormente el ministro del Interior, se trata de un hombre de origen paquistaní de 18 años que llegó a territorio francés hace tres. El joven había sido condenado por portar un arma prohibida, pero no estaba, según la prensa francesa, en el radar por radicalización. Poco después del primer arresto, fue detenido un segundo individuo, de 33 años, cuya presunta vinculación con el atacante estaba siendo verificada. Según la Agencia France Presse, otros cinco hombres fueron detenidos más tarde, después de que agentes registraran la vivienda del sospechoso principal en Pantin, en las afueras de París.
Independientemente de que la investigación confirme el trasfondo terrorista del ataque, este ha provocado una gran conmoción en un París que revive varios de sus días más negros con el juicio por los atentados contra Charlie Hebdo, contra una agente de policía y un supermercado judío a principios de 2015. De hecho, las dos víctimas del ataque de ayer trabajan en la agencia de noticias y productora Premières Lignes, que ya fue testigo hace cinco años del atentado en la vecina sede de la revista satírica. “Esto ha despertado miedos y traumas”, dijo Elise Lucet, presentadora del programa Cash Investigation, producido por Premières Lignes en la emisora Franceinfo.
“Dos colegas fumaban un cigarrillo delante del edificio, en la calle. Oí unos gritos. Salí a la ventana y vi a uno de mis colegas manchado de sangre que era perseguido por la calle por un hombre con un machete”, declaró otro empleado de Premières Lignes a AFP, que también recogió testimonios de vecinos que sintieron que retrocedían cinco años. “Lo primero que me dije fue: ‘Esto vuelve a comenzar”, declaró una mujer que también vivió el atentado contra la revista satírica el 7 de enero de 2015. “El barrio sigue teniendo cicatrices. Revivir cosas como esta, encima en pleno juicio, hace mal”, corroboró un padre de familia cuya hija fue una de los miles de escolares que tuvieron que permanecer durante varias horas encerrados en sus colegios mientras la policía rodeaba la zona del ataque, antes de permitir, ya por la tarde, que fueran recogidos por sus padres.
Las amenazas persisten
En los últimos días, Charlie Hebdo ha denunciado nuevas amenazas yihadistas, sobre todo después de haber vuelto a publicar las caricaturas de Mahoma a raíz del comienzo del proceso, a principios de septiembre. Este miércoles, un centenar de medios publicaron en solidaridad con la revista una “carta abierta a los ciudadanos”, un alegato a la libertad de expresión como tarea de todos. “Hoy, en 2020, algunos de vosotros estáis amenazados de muerte en las redes sociales cuando exponéis opiniones singulares. Los medios están abiertamente señalados como objetivos por organizaciones terroristas internacionales. Los Estados ejercen presiones sobre periodistas franceses ‘culpables’ de haber publicado artículos críticos”, explicaban en la tribuna titulada Juntos, defendamos la libertad.
En un comunicado, la redacción de Charlie Hebdo condenó este nuevo “acto innoble” que, recordó, ha tenido como objetivo otra vez a periodistas. “Este episodio trágico demuestra una vez más que el fanatismo, la intolerancia, cuyos orígenes nos revelará la investigación, siguen presentes en la sociedad francesa (…). Contra el fascismo en todas sus formas, no queda otra opción que seguir luchando por nuestras ideas y valores”, subrayó la publicación.
Numerosos políticos también han condenado un ataque que Castex también aprovechó para reiterar el “compromiso inquebrantable” del Gobierno “con la libertad de prensa” y su “voluntad decidida de luchar con todos los medios contra el terrorismo”.
Los autores materiales de los atentados de 2015, los hermanos Chérif y Saïd Kouachi que perpetraron la masacre en Charlie Hebdo y su compinche Amedy Coulibaly, que mató a una policía antes de asaltar el supermercado judío, están muertos. Los 14 acusados del “juicio Charlie Hebdo” son los llamados “segundos cuchillos”, 13 hombres y una mujer, Hayat Boumeddiene, pareja de Coulibaly, acusados de participar en una organización terrorista criminal y por distintos grados de complicidad, apoyo logístico, financiero o material. Afrontan penas que van desde la cadena perpetua a condenas de 10 y 20 años de cárcel. Solo se sientan en el banquillo 11 de los acusados, ya que Boumeddiene y otros dos procesados, Mehdi y Mohammed Belhoucine, huyeron unos días antes de los atentados hacia la región sirio-iraquí.
La jornada más agitada del juicio contra la revista
Ni siquiera estaba claro que el juicio por los atentados de enero de 2015 pudiera continuar. La víspera, uno de los 11 acusados sentados en el banquillo —otros tres están siendo juzgados en rebeldía, dos de ellos se presume incluso que han fallecido— se sintió mal y llegó a vomitar en la sala, despertando todas las alarmas de que pudiera estar contagiado de la covid-19, el gran miedo del juicio por las presumibles interrupciones que supondría a un proceso ya de por sí largo: más de dos meses de audiencias antes de que, el 10 de noviembre, el tribunal especial de París dé a conocer su fallo. Finalmente, el afectado dio negativo en las pruebas y las audiencias se retomaron. Solo para volverse a ver interrumpidas, al filo del mediodía, por la vibración de múltiples teléfonos. Eran las alertas por un ataque con cuchillo cerca de la antigua sede de la revista satírica.
Cuchicheos, consternación y una nueva suspensión —aunque breve— del juicio, que, según la Agencia France Presse, se retomó al poco tiempo sin que los magistrados hicieran mención alguna al nuevo ataque.Después de varios días dedicados a los testimonios de supervivientes de los atentados, tanto el de Charlie Hebdo como el del supermercado Hyper Cacher, la atención del juicio vuelve sobre los autores, los hermanos Chérif y Saïd Kouachi y Amedy Coulibaly, fallecidos, y sus “motivaciones”, además de los posibles fallos de los servicios de seguridad que permitieron que estos individuos con antecedentes penales y de radicalización conocida pudieran eludir los radares de las fuerzas de seguridad y perpetrar los mortales ataques. Según AFP, el testigo principal de la jornada, un antiguo alto responsable de la inteligencia francesa, cuya identidad fue mantenida en secreto, negó errores en el proceso y defendió que, en su momento, “no se detectó una voluntad de pasar a la acción” a pesar de un “trabajo muy profundo” sobre los individuos. Si su vigilancia fue interrumpida en 2014, un año antes de los atentados, fue porque en esa época los servicios de inteligencia “vigilaban a cientos de personas potencialmente violentas” y no había recursos para todos. “Desgraciadamente, no podemos seguir físicamente a mucha gente al mismo tiempo”. Cinco años y medio después de los atentados, “todavía hay muchas zonas de sombra sobre sus actividades y la manera en que los hermanos Kouachi pudieron operar”, reconoció.
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