La cuenta de la fundación Lucum abierta en la Banca suiza Mirabaud & Cie en la que el rey Juan Carlos I recibió en agosto de 2008 una transferencia de 65 millones de euros del Ministerio de Finanzas de Arabia Saudí se ocultó con celo, según se desprende de la declaración de su principal responsable al fiscal suizo Yves Bertossa. Ni el departamento de Cumplimiento del banco, que examina la apertura de cuentas de las PEP (Personas Políticamente Expuestas) y vela por la reputación de la entidad, ni el departamento jurídico conocían oficialmente que Juan Carlos I era cliente.
Solamente los seis miembros del denominado Consejo de Asociados de la entidad suiza sabían que el beneficiario de la fundación era el entonces jefe del Estado español. El formulario de la fundación Lucum se conservaba en una caja fuerte, en el archivo central del banco, a la que solo tienen acceso los asociados. La banca privada Mirabaud & Cie, fundada en 1819 y con oficinas en España, figura como investigada por presunto blanqueo desde 2018.
—¿Existían clientes que el departamento de Cumplimiento y departamento jurídico no conocían?— preguntó el fiscal Bertossa a Yves Mirabaud, presidente del Consejo de Administración de la entidad y entonces miembro del exclusivo Consejo de Asociados, durante un interrogatorio en Ginebra celebrado en marzo.
—Clientes, no, sí un beneficiario, a saber, el antiguo rey de España. Se trata del único beneficiario al que únicamente conocía la totalidad de los miembros del Consejo de Asociados.
—¿Quién dio el visto bueno a la apertura de la cuenta de la fundación Lucum en 2008?
—En la medida que se trata de una PEP [Persona Políticamente Expuesta], fue el Consejo de Asociados el que dio el visto bueno a esa apertura.
El fiscal Bertossa preguntó a Mirabaud por qué Eric Buhler, responsable de Compliance (Cumplimiento) aparece en varios protocolos de validación de transacciones relacionadas con la fundación Lucum y si conocía quien era el beneficiario de la misma. “Según recuerdo, le había informado verbalmente, así como a los demás miembros del Comité Antiblanqueo (CAB). La única razón por la cual se decide mantener la confidencialidad del nombre de ese beneficiario era la siguiente: se trataba de evitar una dispersión demasiado amplia entre los empleados con la intención de mantener la discreción”, respondió el banquero.
Yves Mirabaud, expresidente de la Asociación de Banca Privada Suiza, explicó que la apertura de la cuenta la hizo la empresa Rhone Gestión por mediación del gestor externo Arturo Fasana. Este último se reunió con Antoine Boissier, directivo del banco al que conocía hacia años, y con Pierre Mirabaud, otro alto cargo de la entidad y miembro del Consejo de Asociados. El banquero lo relató así: “Oí hablar por primera vez del deseo de abrir esa cuenta en una sesión del consejo de administración. Se habló de la identidad del beneficiario de la fundación Lucum y el origen de los fondos. Mirabaud (Pierre) y Boissier explicaron que se trataba de una donación del rey de Arabia Saudí a favor del rey de España, que los fondos procederían del Ministerio de Finanzas de Arabia Saudí y que el embajador de Arabia Saudí en Estados Unidos había confirmado esos elementos al señor Fasana. Toda esta información la comunicó Fasana quien, en su calidad de gestor independiente era el principal responsable de la due diligence [diligencia debida]”.
—¿Se reunió alguien del Banco Mirabaud con el rey de España o algún representante de Arabia Saudí?—, inquirió el fiscal.
—No que yo recuerde, pero sabíamos que Fasana conocía personalmente al rey de España.
—¿Ha encontrado en los expedientes del banco documentos que corroboren las explicaciones del señor Fasana?
—Por lo que yo sé no hay otros documentos aparte de los que se adjuntaron a los documentos de apertura de la cuenta.
Yves Mirabaud respondió que ignoraba por qué el rey de Arabia Saudí entregaba 100 millones de dólares (65 millones de euros al cambio de entonces) y si alguien del banco hizo esa pregunta a Fasana. Y admitió que el Consejo de Asociados, órgano que dio luz verde a la apertura de la cuenta, no pidió información a los asesores jurídicos sobre la legalidad de que el rey de España recibiera esos fondos.
—¿Dicha transacción le pareció habitual?—, preguntó el fiscal jefe de Ginebra.
—Diría que se trataba de una transacción más bien poco frecuente.
Un informe interno del banco sobre la apertura de la cuenta de Juan Carlos I, fechado el 6 de agosto de 2008, explicaba el ingreso de los 100 millones de dólares con la coletilla, “según la tradición saudí con otras monarquías”. Mirabaud aseguró al fiscal no reconocer la letra de este documento, la atribuyó al departamento de gestores externos y afirmó haber leído en la prensa que algunos monarcas siguen esa tradición. También dijo que desconocía quien puso la palabra “rentista” que figura en la solicitud de apertura de la cuenta de Lucum.
—¿Quién en el banco Mirabaud conocía la identidad del beneficiario cuando se abrió la cuenta para la Fundación Lucum? —le interrogó el fiscal.
—Solo el Consejo de los Asociados. El departamento de Compliance (Cumplimiento) del banco no disponía de esa información. Y el departamento jurídico tampoco—, respondió.
Según su declaración, el consejo lo formaban Yves Mirabaud, Pierre Mirabaud, Thierry Fauchier-Magnan, Thierry de Marignac, Marc Perreire y él mismo. El exdirectivo dijo que nadie se opuso en el Consejo de Asociados a la apertura de la cuenta y que pensaron que “un monarca no era una persona concernida fiscalmente”.
Un cliente real cancelado por la cacería de elefantes
El banco decidió cancelar la cuenta de Juan Carlos I al hacerse público en 2012 el escándalo de la cacería de elefantes en Botsuana. Los dueños de la entidad temieron por la reputación de su empresa si trascendía que el entonces jefe del Estado era su cliente más secreto.
“Consideramos que no era oportuno mantener esa cuenta. Informamos al señor Fasana y al letrado Canónica [director de la fundación] de esa decisión. Tomaron nota de ello. No fui yo quien informó de esa decisión, fue el señor Boissier o Antonio Palma [directivos del banco]”. A raíz de eso recibimos instrucciones de realizar una transferencia con el visto bueno del beneficiario efectivo [Juan Carlos I]”, explicó Mirabaud en su interrogatorio. El banquero reconoció que sabía que tras la sociedad a la que se transfirieron 64.8 millones en una cuenta del banco Gonet & Cie en el paraíso fiscal de las Bahamas estaba Corinna Larsen. “Desconocía las razones por las que se quería hacer esa donación”, apostilló.
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