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El Barça de Messi atrapa al Madrid


Disparado el Atlético, el Barça atrapó al Madrid el día en que el país discutía sobre el contrato de Messi. El 10 siempre ha sido rico, o si se quiere cobra más dinero que cualquier futbolista, en la bonanza y también en la pobreza del Barcelona. Antes marcaba los goles a la salida de un saque de banda, después de regatear a Balenziaga, Mikel Rico, Beñat y Laporte, como ocurrió en la final de Copa de 2015. Nadie preguntaba entonces por el sueldo del rosarino porque el Barça no paraba de contar títulos, incluso de Champions. Hasta que el equipo azulgrana ha dejado de triunfar con el paso del tiempo y se ha pasado a debatir si el argentino, a sus 33 años, es una ruina para el club porque sus goles son ahora de falta, y no de jugada, y ya no sirven para ganar partidos sino que necesita de la ayuda de compañeros como Griezmann para cantar victorias ante adversarios como el Athletic. La vida del Barça continúa girando sin parar alrededor del capitán Messi mientras no para de crecer De Jong.

Agarrado a la zamarra del 10, el Barça fue a por el partido sin reservas, espléndido en la anticipación y la presión, más agresivo con la pelota que el Athletic. Aunque la ausencia de Busquets y el fuerte viento, el peor de los enemigos del fútbol, jugaban en contra del juego veloz y preciso, los azulgrana comprimieron la cancha y alcanzaron fácilmente posiciones de remate ante Unai Simón. No sabía cómo defender el Athletic, desbordado y pasivo, reiterativo en las faltas tácticas y en los bloqueos, algunos tan evidentes con y sin balón que provocaron la intervención de Mateu Lahoz. Así llegó el 1-0 después de dos ocasiones de Messi, una bien resuelta por la mano de Unai Simón.

Un gol de falta

La pelota rondaba el flanco izquierdo del ataque azulgrana con Griezmann al frente cuando el árbitro pitó falta frente al balcón del área después de que Vencedor impidiera avanzar a Messi. El 10 puso el cuero en el ángulo izquierdo del meta del Athletic. El balón superó limpia y lentamente la barrera, el cuerpo a tierra de Muniain y la protección del palo de Yeray. Los barcelonistas gobernaban el partido con autoridad y sin oposición, desde la recuperación y la elaboración, a veces de manera fluida y en ocasiones de forma directa, al espacio o al pie, en función de que el metrónomo fuera De Jong o Pjanic. Al Barça le faltó que Dembélé acabara bien las jugadas para rematar a un inocuo Athletic. Alcanzado el descanso, no había noticias del equipo de Marcelino, afortunado con el 1-0.

Los rivales saben que el Barça siempre concede ocasiones por su fragilidad defensiva, manifiesta en los laterales, siempre acosados por jugadores que se las saben todas como De Marcos. Raúl García le cogió la espalda a Mingueza y cruzó un centro que Alba remató en la portería de Ter Stegen ante el acoso de De Marcos, siempre resolutivo ante el Barça. El gol aturdió por un momento a los barcelonistas, que perdieron fluidez y aceleración, más torpes en la salida del cuero, hasta que se activó Messi. El 10 se escapaba a las marcas del Athletic. Ningún azulgrana conseguía vencer tampoco al espléndido Unai Simón.

El duelo se igualó y su suerte quedó a expensas de los cambios, fatigados como estaban los dos equipos, cada vez menos finos, pendientes de sus jugadores desequilibrantes o sorpresa, pocos como Dembélé. El extremo francés profundizó por la derecha para la entrada de Mingueza después de una paciente jugada y el centro del lateral fue rematado por Griezmann, excelente como llegador, oportuno como rematador, acertado ante el Athletic. Al Barcelona, sin embargo, le cuesta jugar con el marcador a favor porque no sabe descansar con el balón, le quema y se abona a ejercicios defensivos sorprendentes si se tiene en cuenta su carta de naturaleza y temerarios cuando el contrario sabe poner centros y rematar muy bien de cabeza como ocurre con el Athletic.

Marcelino cargó el ataque en busca del remonte ya vivido en la Supercopa y Koeman puso un tercer central como Lenglet cuando vio en la cancha a Villalibre. Aunque Ter Stegen siempre tiembla ante el Athletic, los barcelonistas defendieron su área como si les fuera la vida en su regreso al Camp Nou después de ocho salidas consecutivas y se situaron a la misma altura del Madrid en LaLiga, ambos a 10 puntos del Atlético. Aunque todavía no está para ganar títulos —palabra de Koeman— hay victorias terapéuticas y necesarias para la salud futbolística de Messi y del Barça.


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