El coronavirus planea como una amenaza para la disputa del Barcelona-Dinamo de Kiev (21.00, Movistar Liga de Campeones). El partido, de momento, está anunciado y confirmado una vez que los 13 jugadores disponibles del campeón de Ucrania, el mínimo exigible para que se celebre el encuentro, dieron negativo en los test PCR a los que fueron sometidos ayer en Barcelona. Había riesgo de contagio después de que hasta nueve futbolistas dieran positivo y se quedaran el pasado lunes en Kiev.
La expedición quedó reducida a 13 profesionales y seis jugadores de la cantera porque a las ausencias provocadas por la pandemia hay que sumar las bajas por lesión que condicionarán el equipo titular siempre y cuando no se registre un positivo más, lo que provocaría la suspensión del encuentro del Camp Nou. El Barcelona no se fía, en cualquier caso, de las limitaciones del Dinamo después de que el Shakthar Donetsk ya venciera al Madrid en unas condiciones parecidas por los efectos de la covid-19.
Los azulgrana necesitan jugar, ganar y, si es posible, golear tras su gatillazo del sábado en Mendizorroza (1-1). La Champions es, de momento, un balneario para curar sus heridas en LaLiga. El drama europeo se ha repetido últimamente a partir de los cuartos de final después de unas fases de clasificación sin tacha, en la línea de la actual, en la que el Barça ha goleado al Ferencvaros (5-1) y ganado a la Juve en Turín (0-2). Un triunfo en la tercera jornada le dejaría a un paso de los octavos antes de visitar Kiev y Budapest.
A Koeman le obsesiona que su equipo sea efectivo y, por tanto, se supone que insistirá con el bloque de jugadores que ha alineado hasta ahora y no dará salida a ninguno de los que calientan banquillo o ni siquiera han ido convocados, como fue la última jornada en el caso de Riqui Puig. Incluso podría dar más fuerza a la alineación con la presencia del portero titular, Ter Stegen, ya recuperado de la lesión y decisivo en la salida de balón, una de las facetas que necesita mejorar el Barcelona.
La mirada barcelonista está puesta, sin embargo, en el área contraria y se centra especialmente en Messi y su sequía: tres goles, los tres de penalti, en ocho partidos completos, una cifra que remite a los tiempos en que el 10 asomaba por el Camp Nou. El rol del argentino centra el debate informativo desde las declaraciones de Setién a EL PAÍS: “Messi no es fácil de gestionar”. Una opinión que no comparte precisamente Koeman: “No estoy de acuerdo, aunque respeto a Setién”.
El técnico aplaude a diario la implicación del 10 y hay serias dudas sobre el partido en que le concederá un descanso, ya sea en LaLiga o la Champions. El rival de hoy evoca los mejores y peores recuerdos en el Camp Nou: el Dream Team, entonces con Koeman, completó un partido de ensueño el 29 de septiembre de 1993: 4-1. El resultado, sin embargo, fue opuesto el 5 de noviembre de 1997: 0-4. Ausentes los dos porteros del primer equipo, el Dinamo jugará hoy con el juvenil de 18 años Nescheret.
A Mircea Lucescu, el técnico rumano que triunfó en el Shakthar Donetsk y después se pasó a su rival Dinamo Kiev, le costará completar un once porque le faltan varios titulares, hasta ocho de acuerdo a sus cuentas: “Como entrenador, hubiera preferido que el partido se suspendiera”, afirmó. “Para nosotros era mejor jugar más adelante”, añadió, para después responder “sinceramente no” cuando se le preguntó si el Barça era favorito para ganar la Champions. “Necesita tiempo”, remató antes de elogiar a Messi. “Es increíble; está haciendo cosas en el campo que deberían hacer otros. Quiere ayudar a los jóvenes y los jóvenes necesitan resultados; sin resultados pueden quedarse como talentos”.
Messi sigue en boca de todos, incluso en partidos aparentemente sin mucha miga, como el de esta noche ante el Dinamo Kiev.
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