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El Barça se recrea con Messi


El Barça va embalado en LaLiga con Messi de pichichi: 21 goles. Aquella pesadilla del Carranza en diciembre se ha convertido en una fantasía después de desbordar al Huesca. Abatido el colista, el liderato ha dejado de ser una meta imposible porque a falta de 11 jornadas para acabar el campeonato el equipo barcelonista se ha situado a cuatro puntos del Atlético. No pierde desde diciembre, cuando quedó pasmado en Cádiz, y suma 11 victorias en 12 partidos, invicto en 2021. Aunque la trayectoria invita al optimismo, Koeman habla como Simeone, ni que sea por la cercanía de los dos equipos, y combate los delirios de grandeza con un ejercicio de realismo. “Hay que ir partido a partido; hoy sale el sol y mañana puede llover”, asegura el entrenador del Barcelona.

No extraña por tanto que Koeman dispusiera contra el Huesca la misma alineación que ante el PSG. Quizá era la mejor manera de no desmerecer al último de LaLiga. También es una forma inequívoca de proclamar que no tiene dudas cuando empieza la fase decisiva de la temporada, que contempla también una final de Copa. El partido del Camp Nou, sin embargo, nada tuvo que ver con el del Parque de los Príncipes. Jugaban los azulgrana sin tensión y también sin ninguna prisa, poco exigidos por los muchachos de Pacheta, que reforzó su sistema de contención con Doumbia en el puesto de Seoane. La suficiencia azulgrana quedó avalada en el momento en que Messi contactó con el balón después de recibir de Busquets, habilitado por la anticipación de Mingueza.

La jugada de Messi fue preciosa desde el inicio hasta el final, para que se recreara el hincha y el telespectador, por el control orientado para sortear a Pulido, por la conducción con la que eliminó a Siovas y por el tiro de rosca que resultó imposible para Álvaro. La pelota entró por la escuadra derecha y dio dos veces en el travesaño, como si repicara, para celebrar el tanto 20 del rosarino —cifra que alcanza por 13ª temporada consecutiva— el día que igualaba a Xavi como jugador con más partidos disputados con la zamarra azulgrana: 767. La definición resultó tan poética que provocó la envidia de Griezmann, estéril en los últimos 9 partidos: el chut del francés desde fuera del área fue igualmente bello y entró también por el ángulo derecho de la meta del Huesca.

Un penalti sin VAR

Los goles embellecieron un partido relajante para el Barça. Aunque no había profundidad, los azulgrana gobernaban cómodamente el juego con el despliegue de De Jong y apuntaban bien a Álvaro —hubo un tiro al larguero de Jordi Alba—. La placidez azulgrana se acabó cuando se daba por acabada la primera parte y el árbitro pitó un sorprendente penalti de Ter Stegen a Rafa Mir. El meta estiró la mano mientras el cuero salía del campo y el colegiado interpretó que contactó con el ariete del Huesca. El propio Rafa Mir transformó el tiro desde los once metros ante la ira de Koeman, las protestas de Messi y el silencio del VAR. La acción obligó al Barça a extremar la vigilancia defensiva, descuidado con anterioridad en una llegada clara de Maffeo, solo ante Ter Stegen.

El penalti condicionó por un momento el partido y también al árbitro en un encuentro fácil de pitar hasta el 2-1. El guion inicial, sin embargo, se recuperó muy pronto, a la salida de un córner botado en corto, cuando Messi centró y Mingueza cabeceó en el área pequeña, mal defendida por la zaga del Huesca, un equipo que dejó jugar y regular al Barça. Los azulgrana se entregaron a un ida y vuelta poco serio y que propició consecuentemente alguna llegada franca del Huesca y los remates del omnipresente Rafa Mir, que perdonó el 3-2. No había rigor en el fútbol barcelonista, apenas participaban los laterales y tampoco desequilibraba el emboscado Dembélé.

El balón revoloteaba sin fluidez alrededor de Messi y de vez en cuando se disparaba en cancha azulgrana por los desajustes de la zaga de Koeman. Las pérdidas de balón se sucedían, la defensa tiritaba y las montoneras se repetían ante Ter Stegen. Los gritos de Koeman, indignado con sus futbolistas, resonaban en el vacío Camp Nou. Hubo un momento en que pareció que solo había dos jugadores lúcidos en el Barça: Pedri y Messi. El canario y el argentino nunca se desentienden del partido, incluso cuando es recreativo, como pasó con el Huesca. El tono provocó incluso la salida de Riqui Puig. El volante ayudó a que la pelota volviera a la cancha del Huesca y Messi, principio y final, marcara el cuarto gol con un zurdazo desde fuera del área que dio en la bota de Pulido.

Los tantos de Messi y el resultado animan al barcelonismo a mirar la clasificación de la misma manera que el tono del encuentro obliga a contener la euforia si se tiene en cuenta que el domingo aguarda la Real en Anoeta. “Hay que ir partido a partido” recuerda Koeman.

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