El Barcelona ni sabe ni contesta


No gana ni juega el Barça. Mal asunto para Koeman porque Laporta quiere resultados y fútbol para ilusionar a los aficionados del Barça. Y ocurre que todos los partidos se parecen por aburridos, como si formaran parte de una serie cuyo desenlace ya es sabido, sin más interés que el antes y después de su disputa por el pulso que sostienen Koeman y Laporta. El juego mortecino de los futbolistas desmerece la dialéctica excitada del entrenador y el presidente ante el asombro de una afición desconcertada desde que se dio puerta a Messi. Habrá que poner atención ahora a los dos bandos para saber qué pasará después del empate en Cádiz.

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Hasta las circunstancias se han girado en contra de Koeman. El árbitro le expulsó al final del partido después de que ya hubiera mostrado una segunda tarjeta amarilla a Frenkie de Jong en una acción que no pareció punible cuando los azulgrana asomaban la cabeza en el Nuevo Mirandilla. Los barcelonistas encontraron una triste coartada para defender un empate a cero en Cádiz. No hay más argumento en el vestuario que el de resistir con la excusa de que el equipo y la plantilla no dan para más que para igualar con Granada y Cádiz a la espera de Ansu Fati y Dembélé.

El Barcelona hace bueno y mejor a cualquier contrario, también al Cádiz, porque no sabe si aplicar el tiqui-taqui, el ollazo o el tentempié, desnaturalizado y despersonalizado, simplemente pendiente de hasta cuándo durará la continuidad de Koeman. No bajaron los jugadores el balón al suelo porque les quema en los pies, apenados ante el alegre Cádiz.

Aunque son días de mucha emotividad, a Koeman le salió al menos una alineación relativamente racional, huérfana en cualquier caso de un lateral zurdo nato por las lesiones de Jordi Alba y Balde, sustituidos por Dest. Jugaba Gavi, un interior andaluz de 17 años, callejero y descarado, más presente que el tímido Coutinho o el desconcertado Sergi Roberto, y se mantenía Demir, que formó en ataque con Luuk de Jong y Memphis, mientras cerraban Piqué y Araujo en detrimento de Eric. Al Barça le obsesionaba chutar y por tanto acabar las jugadas para evitar que el Cádiz robara el balón y apretara a correr como predica Álvaro Cervera. Nunca fue un rival agradable sino que suele castigar los errores de los equipos erráticos como el de Koeman.

El Cádiz presionó siempre que pudo muy arriba, físico y ambicioso por la presencia en ataque de Sobrino y Negredo, dispuesto a negar los espacios al Barça. Los azulgrana no sabían cómo entrar en el partido, faltos de profundidad y desequilibrio, poco dinámicos para mover la sólida estructura defensiva montada por Álvaro. La tensión se localizaba en el campo del Barça. La verticalidad y el nervio del Cádiz contrastaban con la insustancialidad y distensión de los azulgrana, muy encimados y timoratos, sin línea de pase ni hilo de juego, reiterativos en la pérdida del cuero para suerte del Álvaro. No había salida ni llegada del esférico en el Barça, tampoco ritmo de juego ni calidad individual, y el tiempo pasaba sin que interviniera Ledesma.

Gavi, el más valiente

El más valiente en un equipo desanimado, desconfiado y miedoso era Gavi y el único que se atrevía en el uno contra uno solía ser Memphis. Los barcelonistas, sin embargo, jugaban a tres toques, siempre al pie y sin desmarque, fáciles de contener por el Cádiz. De Jong solo veía pasar el balón, a veces demasiado alto y en ocasiones muy lejos, siempre demasiado lento para conectar el remate y culminar el ataque del Barça. No había manera de que el partido levantara el vuelo ni siquiera con la dicharachera hinchada gaditana, convencida de que su equipo tenía más opciones que el Barça. Alcanzado el descanso, no se contó ni un remate, expectante el Cádiz y anudado el Barça.

Koeman quitó al inocuo Demir y puso a Sergi Roberto sin que apenas se enterara nadie porque fue el Cádiz quien rondó el gol con un tiro de Negredo que sacó Ter Stegen. Había mucha energía en el plantel amarillo y demasiada lentitud en el Barcelona hasta que compareció Memphis. A una pifia sobrecogedora en un remate aparentemente sencillo le siguió un tiro del neerlandés que exigió la respuesta de Ledesma. La contienda despertó por momentos, el campo se abrió y los dos equipos empezaron a intercambiar ataques sin que nunca atinara a intervenir Luuk de Jong. La mejora no les alcanzaba a los barcelonistas para abatir al Cádiz. La discutible expulsión de De Jong acabó con el ímpetu del Barcelona.

Koeman optó entonces por retira a Luuk de Jong y dar entrada a Coutinho y más tarde a Riqui Puig para compensar la inferioridad numérica ante el crecido Cádiz. Riqui se equivocó nada más tocar la pelota y Ter Stegen evitó el gol de Salvi. Aunque los dos equipos dispusieron de oportunidades para ganar, también el Barcelona en un tiro cruzado de Memphis tras asistencia de Piqué, nadie cantó victoria por el saber estar de Ter Stegen. Ha vuelto el portero y sigue sin tener un delantero para meter un gol que ponga a salvo a Koeman. No tuvo el Barça ni juego ni amor propio y por contra salió señalado por un despropósito de Busquets al poner una segunda pelota en juego en lugar de sacarla fuera ante el asombro y la amonestación de Del Cerro. Un detalle feo en un partido más sin fútbol ni resultado como quiere Laporta.

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