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El barón que amenaza el poder de Salvini


Italia se jugaba su futuro político en una maratoniana doble jornada electoral en la que se decidían los Ejecutivos de siete regiones (Liguria, Toscana, Véneto, Las Marcas, Apulia, Campania y Valle de Aosta). Pero también debía pronunciarse sobre un recorte de parlamentarios que dejaría a los representantes de ambas Cámaras sin un tercio de escaños. Las urnas se mantuvieron abiertas hasta el lunes a las 15.00 para facilitar el voto en plena pandemia. La notable afluencia contribuyó a un resultado que, según las proyecciones, es muy positivo para la maltrecha izquierda italiana. La coalición de derecha (Hermanos de Italia, Forza Italia y Liga) ha logrado imponerse en, al menos, tres de las siete regiones en disputa. Sin embargo, no consigue hacerlo en sus dos principales objetivos: la Toscana, obsesión de Matteo Salvini, líder de la Liga, y Apulia. La izquierda resiste, un resultado que le permite seguir a flote y conceder un respiro al Gobierno de Giuseppe Conte, formado por el Partido Democrático (PD) y el Movimiento 5 Estrellas, que también ha visto cómo se imponía su apuesta por el referéndum constitucional y se recortarán los parlamentarios en un tercio.

Los números, teniendo en cuenta que Valle de Aosta posee un estatuto especial elegía solo a consejeros regionales, hablan de un empate. Pero el detalle de los datos subraya decepciones importantes que pueden marcar la agenda de la derecha en los próximos meses.

Toscana era la partida con mayor trascendencia política. El lugar donde Salvini se había volcado en un todo o nada. La izquierda, en sus distintas mutaciones desde el Partido Comunista Italiano (PCI), ha gobernado aquí en las últimas cinco décadas: siempre desde que hay elecciones regionales. Pero el desencanto hacia un partido demasiado vinculado a las crisis bancarias —la quiebra del Monte Dei Paschi di Siena abrió la caja de los truenos— y un desapego por los problemas del territorio ha permitido a la derecha ir ganando espacio en distintos puntos. Salvini decidió doblar la apuesta y presentó a la joven y agresiva candidata Susanna Ceccardi. Pero la aspirante, según las proyecciones se queda a unos siete puntos del candidato del PD, Eugenio Giani (47%).

El PD solo tenía garantizada la victoria en Campania (el actual gobernador, Vincenzo De Luca ha obtenido el 66% de los votos). Y más allá de la Toscana, la otra región que presentaba más dudas era Apulia (el tacón de la bota). El actual gobernador del PD, Michele Emiliano (46,8%), competía con un también expresidente de la región, Raffaele Fitto (38%), de Hermanos de Italia. La derrota en Apulia deja sin demasiado valor el resto de victorias de la derecha. Especialmente para Salvini.

En Véneto, por ejemplo, la estratosférica victoria de Luca Zaia (con alrededor del 74,5% de los votos frente a los de su rival directo, que ha obtenido 16,6%), que reedita por tercera vez su mandato, es un regalo envenenado para Salvini. El gobernador, muy alejado del líder de la Liga en el tono y las maneras de combatir la pandemia de la covid-19, representa el ala clásica de la vieja Liga Norte. Un sector que empieza a afilar los cuchillos para sustituir a Salvini, acosado por los malos resultados y los escándalos judiciales.

Los resultados abren un nuevo escenario dentro de la coalición de derecha, que solo ha sumado a su elenco de regiones a Las Marcas, hasta ahora gobernada por la izquierda. Salvini, cuyos candidatos no habrán logrado imponerse en ninguna región en estas elecciones, ya no podrá seguir siendo el líder indiscutible de esa área política.

Menos parlamentarios

La votación en el referéndum constitucional, donde se decidía el recorte de un tercio del número de parlamentarios y ha registrado casi un 60% de participación, ha terminado como pronosticaron todas las encuestas en los últimos meses. El resultado (69% de apoyos al ) ha sido abrumadoramente favorable a una reforma que podría ser la antesala para terminar con el sistema bicameral perfecto de Italia, según todos los constitucionalistas consultados.

El recorte, que no entraría en vigor hasta el final de la legislatura (2023) prevé reducir los escaños en la Cámara de Diputados de 630 a 400. Y en el Senado de 315 a 200. Hoy hay un diputado por cada 96.000 habitantes y un senador por cada 188.000 ciudadanos. Con la reforma se reduciría esa representación e Italia pasaría a ser uno de los países de la UE con menor número de diputados con respecto a su población. Tendría uno por cada 151.000 habitantes. España le iría a la zaga con uno por cada 133.000. Respecto al número de senadores, en cambio, Alemania y Polonia estarían por debajo.

La iniciativa ha sido una de las banderas del Movimiento 5 Estrellas, socio mayoritario de la coalición de Gobierno. El PD, pese a que en el pasado se había mostrado en contra y que muchos de sus miembros la consideren enormemente populista, ha terminado apoyándola para evitar que el Ejecutivo pudiese resquebrajarse. La apuesta se daba por segura, pero la victoria en el referéndum y haber resistido la embestida de la derecha en las regionales aportará estabilidad al Gobierno de Conte. Las cuentas internas que deban hacer ahora los socios para reequilibrar las fuerzas es una cosa distinta.


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