La paz báltica de las últimas tres décadas se ha transformado en un polvorín. Rusia se plantea dejar de reconocer la independencia de las antiguas repúblicas soviéticas de Lituania, Letonia y Estonia ―que pertenecen a la Unión Europea y a la OTAN― y recuerda que la frontera con esta última nunca fue formalizada. La escalada de tensión se ha visto alimentada por el bloqueo lituano del paso de mercancías sancionadas en la ruta de Kaliningrado, un enclave ruso entre Polonia y Lituania frente al mar Báltico. El choque económico entre Rusia y la UE se mezcla con un enfrentamiento con la OTAN en el que Estados Unidos ha salido a dejar claro que una agresión contra cualquier miembro de la Alianza lo es también contra todos los demás.
El 31 de agosto de 1994 salió de los bálticos el último soldado ruso. Estonia, Letonia y Lituania habían logrado la independencia de la URSS en 1991. Tres décadas más tarde, a principios de este mes, el partido de Vladímir Putin, Rusia Unida, presentó un proyecto de ley en el Parlamento estatal para anular el reconocimiento de la independencia de Lituania. “Solo hemos empezado con Lituania. Explico por qué: es la más peligrosa para Rusia por la situación de Kaliningrado y el enfrentamiento con la OTAN y Estados Unidos”, dijo al medio estatal ruso Sputnik el diputado que introdujo la propuesta, Evgeni Fedorov. Después irían Letonia, Estonia y Ucrania, agregó.
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Lituania impide desde el sábado el tránsito por su territorio de mercancías rusas sometidas a sanciones. Primero lo hizo por ferrocarril y posteriormente también por carretera. Según recoge un documento de 66 páginas publicado por el departamento de Economía de la región de Kaliningrado, la prohibición afecta a muchos tipos de productos, desde metales a artículos de lujo.
Vilnius asegura que únicamente ha empezado a cerrar la ruta al transporte de acero y otros metales férricos al entrar en vigor el cuarto paquete de sanciones comunitarias, aprobado en marzo. Moscú habla de “bloqueo ilegal”. La cuestión probablemente acabe empantanada en una disputa ante órganos internacionales. El artículo 12 del Acuerdo de Asociación y Cooperación entre Rusia y la UE consagra el principio de libertad de tránsito como “condición esencial” del pacto e insta a garantizarlo, aunque existe una excepción en el artículo 99: cada parte podrá tomar las medidas “que considere necesarias para la protección de sus intereses esenciales de seguridad”.
Preocupación en Bruselas
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La situación se ve con creciente preocupación en Bruselas, y se ha convertido en uno de los últimos temas en colarse en la agenda de los líderes para el Consejo Europeo que se celebra el jueves y el viernes en la capital comunitaria. Lituania, que ha podido explicar su posición en una cita de embajadores de preparación de la cumbre, asegura que no ha tomado una decisión unilateral, sino en cumplimiento de las sanciones impuestas por la UE contra Rusia y tras consultar de manera informal con la Comisión Europea cómo reaccionar frente al tránsito de mercancías en su territorio, según una alta fuente diplomática.
Esta misma fuente especifica que el comercio de metales bajo el régimen de sanciones apenas alcanza el 2% de los intercambios ferroviarios entre Rusia y el enclave de Kaliningrado, y que, de momento, Vilnius no ha mandado detener ningún convoy de mercancías, porque sencillamente no ha pasado ningún cargamento sancionado. “En realidad, aún no ha ocurrido nada”, asegura esta fuente. “Simplemente, la compañía de ferrocarriles lituana ha enviado una carta a las compañías rusas”.
Pero en la antigua república soviética son conscientes de que todo se puede enrarecer aún más, porque el calendario aprieta e irá in crescendo en los próximos meses, a medida que expire el margen temporal concedido para implementar las represalias de la UE: en julio entrará en vigor la misma prohibición de tránsito para el cemento, el alcohol y los bienes de lujo; en agosto, para el carbón, y en diciembre le tocará el turno al petróleo. En el país del Este esperan que la Comisión Europea pueda emitir con urgencia una guía sobre cómo aplicar las sanciones al flujo de bienes entre Rusia y el enclave a través de su territorio.
“No se trata, por supuesto, de un bloqueo”, ha asegurado este miércoles Eric Mamer, portavoz del Ejecutivo comunitario. “Siempre hemos dicho que el suministro de bienes esenciales a Kaliningrado sigue sin obstáculos”.
El martes, el secretario general del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrúshev, se desplazó a Kaliningrado para presidir una reunión de seguridad en la que advirtió de que se estaban preparando “medidas apropiadas” en respuesta al cierre de la ruta “cuyas consecuencias tendrán un serio impacto negativo sobre la población de Lituania”, según aparece citado por la agencia estatal rusa RIA. Además, instó a reforzar las fronteras con los países bálticos y recordó “la ausencia de una demarcación de la frontera estatal entre Rusia y Estonia”. Ese mismo día, el Ministerio de Exteriores estonio exigió explicaciones a Moscú porque un helicóptero militar violó su espacio aéreo durante el fin de semana.
Este miércoles, en una entrevista con la agencia Reuters, el presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, ha asegurado que su país está “preparado” para eventuales acciones hostiles de Moscú, entre las que citó la desconexión del sistema de red eléctrica BRELL, heredado de la época soviética.
El diario ruso Kommersant resalta que los empresarios temen que el transporte por mar encarezca algunos productos entre un 10% y un 20%, mientras que las autoridades de Kaliningrado recalcan que el suministro energético está garantizado. Las autoridades rusas dibujan un panorama atroz. “Estas restricciones violan los derechos humanos”, ha denunciado la defensora del pueblo rusa, Tatiana Moskalkova.
Provocar una escalada
El Ministerio de Exteriores ruso ve detrás del bloqueo la mano de Estados Unidos. “Están haciendo literalmente todo lo posible para provocar una mayor escalada de tensión en las relaciones con Rusia. Es un hecho alarmante. La impresión es que hay algunas figuras que no tienen límite a la hora de inventar escenarios en los que un enfrentamiento armado con nosotros les parece inevitable”, afirmó su viceministro Serguéi Riabkov a la agencia rusa Interfax.
El martes, el Departamento de Estado estadounidense mostró su respaldo militar a Lituania. “Es inquebrantable nuestro compromiso con la Alianza Atlántica y con el Artículo 5, según el cual atacar a uno [de los miembros de la OTAN] significa atacar a todos”, afirmó su portavoz, Ned Price, antes de subrayar que Washington ha reforzado el flanco oriental de la Alianza, “especialmente en aquellos países que han estado a la vanguardia de las amenazas rusas durante muchos años”.
A finales de mayo, el jefe de la protección fronteriza, el general del Servicio Federal de Seguridad (FSB) Vladímir Kulishov, mandó un mensaje a través del diario oficial Rossiskaya Gazeta: Rusia no tiene acordadas sus fronteras con Estonia (firmaron un acuerdo, pero nunca lo ratificaron), Georgia (por los territorios secesionistas de Abjasia y Osetia del Sur) y Japón (por el diferendo sobre las islas Kuriles), a causa de “la posición destructiva de esos Estados”. Kulishov acusó en concreto al país báltico de “introducir condiciones adicionales unilateralmente” que han hecho imposible llegar a un acuerdo. Con Georgia, todo quedó en el aire tras la guerra de 2008.
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