“¿Después del break qué va a ser lo próximo? ¿El perreo olímpico?”. Juan de la Torre, XAK en el mundillo del breaking (o break dance), ha escuchado preguntarse esto a comentaristas de fútbol. “He sentido el prejuicio y la ignorancia: la de pensar que somos unos niñatos en chándal bailando sobre cartones”, prosigue. XAK tiene 34 años y es abogado. “Estoy colegiado como no ejerciente”, matiza. Ejerció hasta 2017, cuando decidió dejar el despacho en el que trabajaba en Córdoba para mudarse a Madrid y dedicarse exclusivamente al break dance, la disciplina que debutará en los Juegos Olímpicos de París 2024. Fue propuesta por el Comité Olímpico Internacional (COI) después de probarla en los Juegos de la Juventud de Buenos Aires de 2018. Arrasó en audiencias. Luis Vañó, presidente de la Federación española de bailes deportivos en la que está adscrito el break dance, explica que la línea de trabajo del COI es la de intentar acercarse cada vez más a la gente joven: “Buscaban otras especialidades fuera de las clásicas de toda la vida de saltar, correr y danzar. La primera incursión fue la de Buenos Aires: cuando comprobaron todo lo que movía en la calle y en audiencias, se quedaron bastante asombrados. Ese fue el primer paso”.
España cuenta con 400 licencias. Con ellas hay que trabajar para intentar clasificar a dos nacionales en los Juegos de 2024. A los de la Juventud de 2018 no acudió ninguno. “Era imposible por recursos y porque no llegábamos a tener una estructura formalizada, ni siquiera había alguien para luchar para ello. No dio tiempo”, asegura Vañó. Como ocurrió con el skateboard, que debutará en Tokio este verano, la tarea más difícil en un tipo de disciplina tan callejera es conseguir que los deportistas se federen. Es una condición indispensable para que compitan y entren así en el ranking mundial y olímpico. Para algunos, el breaking es un estilo de vida y como tal no tiene que regirse por normas ni estructuras federativas. La federación está trabajando para formar un equipo nacional (12 chicos y entre 6 y 8 chicas) de cara a París 2024. La idea es también tener un equipo de tecnificación con talentos más jóvenes para los siguientes Juegos (Los Ángeles 2028). De momento, y debido a las restricciones por la pandemia, solo se han podido concentrar una vez.
El break dance es un baile que nació como movimiento social en Nueva York a finales de los sesenta, en un contexto económico y social complicado y completamente diferente al de ahora. Hay cuatro elementos obligatorios en cada rutina (top rock, footwork, power moves y freeze) y las salidas ―así se llaman― no suelen durar más de un minuto porque, según cuenta XAK, no hay quién aguante ese ritmo y esfuerzo físico durante más de 60 segundos. Las acrobacias te capturan de tal forma que cuando lo ves la primera vez no pestañeas. Los b-boys y b-girls (así son conocidos los que bailan breaking) no saben qué música va a sonar cuando saltan a la pista; tienen que improvisar sobre la marcha.
‘TOP ROCK’
Es la carta de presentación de cada b-boy y b-girl. Su origen proviene de los bailes latinos y de las danzas africanas. Estética, musicalidad, personalidad e improvisación son las claves de este tipo de movimiento.
‘FOOT WORK’
Se trata de la parte del trabajo de suelo. Habitualmente se basa en movimientos circulares y patadas. Igual que el top rock, enseña la musicalidad y capacidad de improvisación, ya que los bailarines no saben de antemano qué música va a sonar.
‘FREEZE’
Se caracteriza por las posturas congeladas; como si el cuerpo fuera a parar de golpe en el momento en el que la música lo requiere.
‘POWER MOVES’
Este elemento requiere mucha energía y dinámica. La mayoría de sus pasos proviene de la gimnasia y está basado en la inercia y en los apoyos.
¿Por qué hay tantos prejuicios con que el break dance sea olímpico? “Su inclusión produjo un maremoto… para los no iniciados, el breaking es gente que va en chándal y se tira por el suelo”, contesta Vañó. Y XAK se queja: “Nos han tratado de fumaos, nos consideran los niñatos del chándal… si supieran todo el trabajo que hay detrás”. Laura García asegura que lo que se ha quedado en la memoria de la gente es que el break dance es tirarse al suelo, “lo que se hacía en las discotecas en los ochenta para ligar… ¡No somos cuatro frikis dando vueltas en el suelo!”. García, LAW en el mundillo, es una granadina de 26 años y la máxima figura española en competición femenina. Como mujer, ha sufrido el doble de discriminación. “Como las competiciones hasta hace muy poco eran mixtas, muchos consideraban que cuando pasaba de ronda lo hacía solo por el hecho de que tenía que haber mujeres”, explica.
XAK y ella coinciden en que la mayoría de las personas desconoce lo que es el breaking y el esfuerzo que hay detrás. “Yo cuando lo vi por primera vez pensé que esas acrobacias no podía hacerlas el cuerpo humano. Empecé precisamente porque me lo tomé como un reto”, relata LAW. Y XAK recuerda: “Al principio veía a los buenos y daba la sensación de que hacían algo tan sumamente sobrehumano que parecía innato, como si tuvieran un superpoder. Y para nada. Hay años y años de trabajo detrás”.
Sus rutinas de entrenamiento constan de cinco horas y media diarias, seis días a la semana. Como no pueden vivir de esto, además deben ganarse el sustento
XAK, que empezó a bailar en los recreos en el colegio La Purísima de Lucena (Córdoba) y que terminó pidiendo a los profes que los dejaran utilizar las instalaciones por las tardes como si fuera una actividad extraescolar, fue el único de sus compañeros que no lo dejó. Para explicar por qué recurre a una metáfora que siempre usa su madre: “El breaking es a la danza como el boxeo al deporte. Es muy duro, muy exigente a nivel físico, muy sacrificado; además, es muy fácil lesionarte. Te tiene que apasionar realmente para seguir. La gente que quiere hacer deporte se va a correr, no se apunta a boxeo o igual es lo último a lo que se apunta. Pues en esto del baile, igual”, dice.
Y añade: “Para nosotros, alguien que lleva bailando menos de 10 años todavía es un principiante. Cuando pasas los 10 años es cuando realmente puedes masterizar tu estilo. Porque dar vueltas con la cabeza no es tan sencillo. No es: ‘Venga mañana lo hago’. Primero tienes que fortalecer el cuello, después las piernas. Para entender cómo funciona el eje del cuerpo, para que no te salgas del eje durante las rotaciones, para girar sobre la mano, primero tienes que tener un control, fortalecer el hombro. Lo mismo pasa con el pateo de las piernas. Son tantos elementos a la vez que la gente que no está familiarizada no entiende que eso lo está haciendo el cuerpo y que necesita de muchos años de trabajo”.
XAK empezó por su cuenta, como la mayoría de b-boys y b-girls. “Era el típico niño al que no se le daba bien ningún deporte. Con el breaking me sentí diferente, especial, porque podía avanzar más rápido”, cuenta. LAW, que es de la generación siguiente a la suya, descubrió el breaking por la tele, en el programa Fama, ¡a Bailar! Se entrena en un local en Granada que ha reformado su padre. “Si mi padre no tuviera ese local, yo ahora mismo entrenaría en la calle. No tenemos todavía instalaciones para poder preparar unos Juegos”, lamenta. XAK se entrena en un gimnasio en Madrid porque el dueño es amigo y le deja una sala. Si no, también tendría que hacerlo al aire libre como los demás, o en el metro, o donde toque. Porque, de momento, el proyecto y la estructura para París 2024 está en pañales. Empiezan ahora a construirse clubes, pero ni siquiera en todas las comunidades (los hay en Andalucía, Galicia, Comunidad Valenciana y Madrid; pero el de la capital, según cuenta XAK, no tiene ni sede física). Las competiciones, que hasta hace poco eran privadas, se están estructurando en circuitos nacionales y reglados. Se ha pasado de dos pruebas en 2020 a ―si la pandemia lo permite― seis en 2021. La primera es, de hecho, el Campeonato de España que se celebra este fin de semana.
“Tenemos amigos de Francia y Bélgica que ya están con ayudas, becados y entrenando en centros de alto rendimiento de sus países”, afirman XAK y LAW. Esta última reclama: “Nos hemos ido buscando las habichuelas porque al ser un baile en el que no nos ha apoyado nadie, nos hemos buscado siempre la vida. Pero ahora necesitamos ayuda para poder preparar unos Juegos. Somos un deporte olímpico y parece que de olímpico solo han puesto el nombre; no se refleja en nada más”.
“Nos han tratado de fumaos, nos consideran los niñatos del chándal… si supieran todo el trabajo que hay detrás”
Sus rutinas de entrenamiento constan de cinco horas y media diarias seis días a la semana. Como no pueden vivir de esto, deben buscar una forma de ganarse el sustento y se organizan también como pueden para compatibilizar la vida olímpica con la laboral. Laura es monitora de fitness y quiromasajista. XAK hace monitorias a bailarines y a veces lo fichan para algún show y cuenta con algún dinero extra. “He buscado un trabajo que no fuera tan exigente físicamente porque es imposible compaginar las dos cosas. Petas: es que explotas”, comenta.
Cuando empezaron, no es que ni soñaran con ir a unos Juegos, sino que el sueño era competir en eventos organizados. “Eso ya era la leche para nosotros”, dicen. Y de repente se han convertido en olímpicos. “Nos pilla fuera de onda porque como nunca nos los habíamos imaginado, seguimos sin imaginarnos allí [en los Juegos]”, cuentan al mismo tiempo que admiten que no han cuantificado todavía la magnitud del maremoto. “No somos conscientes todavía de hasta dónde puede llegar esto, qué repercusión va a tener en nuestra vida, familia, etcétera. Estamos expectantes”.
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