El brote de virus del Nilo en Sevilla causa la primera víctima mortal


Diez y media de la mañana, paseo fluvial de Coria del Río (Sevilla). “Ahora mismo en el supermercado había dos mujeres peleándose por el repelente [de mosquito], hasta que el encargado le dijo a una de ellas que solo podía llevarse dos, así que soltó los otros cuatro que llevaba. Te meten el miedo en el cuerpo y la gente desconoce el virus”. Carmen Salcedo describe la escena que dejó este jueves en este pueblo cercano a la capital andaluza un brote de meningoencefalitis vírica que ha infectado a 19 personas, 17 de ellas ingresadas en hospitales y siete en la UCI. Al coronavirus se le ha sumado esta semana el miedo a los mosquitos, que han transmitido el virus del Nilo, raíz del brote, en un pueblo muy acostumbrado a estos insectos por su situación ribereña.

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A pocos metros de Salcedo, la dueña de un restaurante que exige anonimato protesta: “Esto se parece a las siete plagas de Egipto. Ya estaba todo muerto con la covid, y ahora viene también esto. No hay que alarmar, nos van a matar los negocios”. Quizás la referencia bíblica sea exagerada, pero la sucesión de calamidades es sorprendente. Hace un año, el mayor brote de listeriosis de la historia de España surgió en Sevilla y provocó 222 casos, tres muertos y siete abortos. El pasado enero los vecinos de Coria descubrieron que del sistema de alcantarillado municipal emanaban gases tóxicos perjudiciales para la salud. Dos meses después llegó el duro confinamiento por la pandemia del coronavirus y ahora el virus del Nilo amenaza con tumbar el repunte de la economía local.

”Si ya de por sí se vende, el martes cuando saltó la noticia, se agotó el repelente”, relata Ángeles Díaz, auxiliar de la farmacia cercana al paseo fluvial y zona cero de los mosquitos. Las autoridades han recomendado a los 42.000 vecinos de Coria del Río y La Puebla del Río, localidades de los 19 infectados con síntomas, que usen repelente para prevenir las picaduras e infectarse, pero también que eviten los paseos al amanecer y la puesta de sol, instalen mosquiteras y vistan manga larga. Sin embargo, este jueves la inmensa mayoría de vecinos llevaba los brazos descubiertos. Estrella Plata paseaba por el borde del río, con camiseta y pantalón corto deportivos: “No he usado repelente, toco madera porque los mosquitos aparecen por la noche”. Río abajo José Antonio García dice desafiante mientras observa el buque Herbeira pasar sin mercancías: “Tengo precaución, no me da igual, pero de algo hay que morir”.

El virus del Nilo provoca un 0,1% de muertes entre los infectados, un 1% de inflamación en las meninges y el cerebro [meningoencefalitis], un 20% de fiebre controlable y un 80% de infectados asintomáticos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). ¿Cómo se frena la expansión del mosquito? “Es muy complicado porque el vector más importante es nuestro mosquito común. Ese puñado de personas que han enfermado en Sevilla significa que habrá muchos infectados, unos 2.000”, calcula Joan Ramon Villalbí, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas).

Este verano están cerradas las dos piscinas municipales de Coria y La Puebla del Río, y los vecinos se alivian del intenso calor como pueden, en parcelas alquiladas donde han instalado piscinas portátiles para niños. “Nos vamos a tener que meter en una burbuja, como los apicultores de las abejas. He salido a comprar, pero le tengo respeto”, cuenta Lola Herrera en un mercado venido a menos, con solo una pescadería y una carnicería abiertas y el resto de puestos cerrados. Un carrito de supermercado abandonado y tres gatos negros hacen de atrezo.

El alcalde de Coria del Río, Modesto González, explica resignado: “No tenemos horizonte temporal. Dos meses con manga larga sería lo de menos, esperemos no tener más contagiados y que los ingresados puedan salir del hospital cuanto antes”. Mientras, en la cafetería Doñana de La Puebla del Río, Jonathan Palma está tranquilo: “No veo una gran alarma, los clientes dicen ‘otra cosa más”. El vecino Daniel Pineda explica que en 2016 sufrió una meningitis bacteriana y cree que su amigo Mariano Bernardo murió a causa de una vírica, aunque los análisis clínicos no fueron concluyentes. “No sabemos si fue un mosquito”, explica su hija Mariló.

¿Qué puede haber motivado el brote? Jordi Figuerola, investigador especializado en Ecología de campo y la dinámica de transmisión de enfermedades infecciosas a través de mosquitos, apunta al confinamiento por la covid y las abundantes lluvias primaverales como causantes. “La población no estaba en el campo, lo que ha provocado que se acumulara agua en depósitos destapados o contenedores, lo que ha generado criaderos de mosquitos”. Afortunadamente, el radio de acción de los mosquitos transmisores no supera el kilómetro, apunta Figuerola.

Reducir la población del insecto

Los mosquitos en la zona del brote de meningoencefalitis vírica han aumentado un 30% respecto a 2019, según cálculos de la Estación Biológica de Doñana. Y a las medidas preventivas para frenar las picaduras de mosquitos le seguirá ahora la fumigación, avanzó este jueves la Junta. “Lo ideal es matar las larvas, pero como ya tenemos lo que tenemos, hay que intentar que caiga la transmisión y reducir la población e mosquitos adultos. Fumigar no es la panacea, pero tiene un efecto”, ilustra Jordi Figuerola, investigador que estudia desde 2003 la transmisión del virus del Nilo a través de mosquitos.


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