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El Burgos da la campanada y coloca al Madrid contra las cuerdas

En tiempos de incertidumbre la estabilidad marca diferencias. El Madrid venció al Gran Canaria (91-73) jugando de memoria al comienzo del encuentro y gestionando después con experiencia los altibajos de la nueva normalidad. Se desataron los de Laso, hambrientos de baloncesto, con 37 puntos en un primer cuarto trepidante. Posteriormente, bajaron el pistón en ataque pero supieron apuntalar la defensa concediendo solo 25 a su rival en la segunda mitad. El conjunto insular se agarró a la pujanza de Costello (26 puntos), pero el estadounidense no encontró ningún compañero de batalla y se agotó en su intento de atajar a la artillería madridista. Laprovittola y Randolph de inicio, y Carroll y Llull (19 puntos cada uno) durante el resto de la tarde lideraron el triunfo de un equipo blanco de rotaciones cortas y esfuerzos medidos (Campazzo apenas disputó 11 minutos; Mickey y Garuba se quedaron fuera). 101 días después de su último partido, el campeón de la Supercopa y la Copa se presentó en Valencia entre el poderío conocido y la inconstancia por resolver.

El más rápido en la desescalada fue Laprovittola. El base argentino formó en el quinteto inicial por delante de Campazzo y respondió a la confianza con ocho puntos (dos triples consecutivos) en los primeros 90 segundos de partido. Era solo la avanzadilla. Le secundó Randolph con otra ráfaga de cinco puntos y, antes de romper a sudar, el Gran Canaria se vio nueve abajo. Para mantener el ritmo, las rotaciones de Laso se activaron antes y con mayor frecuencia de lo habitual. Apareció en escena Felipe para estrenar los 40 años cumplidos al comienzo del confinamiento. Las manos rápidas del Madrid dieron lustre a una defensa sólida sobre la que los blancos construyeron un ataque sobresaliente. El rodillo se convirtió en un testigo que pasó de Randolph a Llull (11 puntos más) y después a Carroll. Entre todos protagonizaron un primer cuarto demoledor: 37 puntos en 10 minutos, con un 8 de 11 en triples y un 13 de 17 en tiros de campo. A cinco del récord absoluto en la historia de la ACB, los 42 que anotó el Menorca en la temporada 2007-2008 ante el Valladolid.

Carroll estiró la tormenta madridista hasta los 23 de ventaja con un triple que llegó después de un contraataque en el que el balón voló de mano en mano y no tocó el parqué (43-20, m. 11). Se sintió tan cómodo el conjunto de Laso que, entre la autocomplacencia y la falta de resuello, tomarse un respiro le pareció inevitable. Aprovechó el Gran Canaria, primero para levantarse de la lona y después para enderezarse con optimismo. El rearme del conjunto de Katsikaris lo lideró Matt Costello con 23 puntos, siete rebotes y dos asistencias antes del descanso. En los 16 minutos que estuvo en pista en ese tramo, el ala-pívot estadounidense fue un martillo pilón en la pintura y presumió de afinación desde el perímetro (3 de 4 en triples). Su intrépido duelo frente a todo el Madrid se cerró con un parcial de 21-32 en el segundo cuarto que dejó los guarismos en 58-48 antes del entreacto.

Sin embargo, la producción anotadora se desfondó tras el descanso. En los primeros tres minutos y medio de la reanudación los protagonistas solo pudieron sumar dos puntos más por equipo. Y, con las revoluciones más bajas, el Gran Canaria se sintió más cómodo y fue recortando distancias (65-60, m. 28). Deck no se encontró el pulso, Randolph se desquició pateando un balón tras una pérdida y el imparable ataque del Madrid en el primer cuarto solo fue capaz de anotar 11 puntos en el tercero, con cinco tiros libres y tres canastas. Buscaba Katsikaris escuderos para Costello pero, antes de que Bouroussis y el propio Burjanadze terminaran de presentar credenciales, el líder del Granca se destempló por culpa de unas molestias en la pierna derecha que le cortaron el ritmo (solo anotó tres puntos más en la segunda mitad). Aprovechó el momento el Madrid para imponer su experiencia con un parcial de 9-2, crucial para encarrilar el triunfo (78-64, m. 35). La defensa blanca gestionó la renta sin sobresaltos.

Abalde se eleva sobre la inconsistencia general

En el Andorra-Valencia que abrió la jornada, el eco y la falta de ritmo subrayaron las carencias de un otro partido racheado, marcado más por el ruido de los aros que por el de la red. Venció el conjunto taronja (74-90) por el poderío de sus recursos, pero sin autoridad en el juego (20 pérdidas). El Morabanc lo vio tan cerca como imposible. No se rindieron los de Ibon Navarro pese a verse 16 abajo en el minuto 25 (49-65) y llegaron a reengancharse a falta de siete minutos (69-70). Pero la entrega no compensó tanto desatino (9 de 31 en triples). Alberto Abalde se elevó sobre la inconsistencia general y se adueñó del duelo y del triunfo con una estadística impecable: 17 puntos, sin fallo en tiros de campo, cuatro asistencias y dos recuperaciones. Mike Tobey (15 puntos y 13 rebotes) hizo el resto.

“Nos hemos tenido que reinventar en apenas 10 días”, apuntó Ibon Navarro, para explicar las demoledoras ausencias de sus dos torres: Moussa Diagne y Dejan Musli. El técnico del conjunto andorrano recurrió sucesivamente a Tyson Pérez, Nacho Llovet, Bandja Sy y el recién fichado Babatunde Olumuyiwa para llenar el vacío en la pintura, pero un 5 de 18 de salida en tiros de campo (0 de 6 en triples) lastró sus planes. El Valencia, más centrado y concreto, fue haciendo camino y estiró la cuerda hasta el +11 al comienzo del segundo cuarto (14-25, m. 11). El Morabanc devolvió un parcial de 15-2, pero el equilibrio duró poco. Exactamente, el tiempo que tardó en afinar Alberto Abalde. Los 10 puntos sin fallo del alero taronja marcaron la estela del segundo demarraje de los de Ponsarnau, justo antes del viaje a los vestuarios (41-50, m. 20). Otra buena puesta en escena valencianista en la reanudación, liderada en esta ocasión por Van Rossom, descosió el marcador. El Valencia no tuvo solidez suficiente para que fuera una sentencia anticipada. Pero el Andorra no encontró argumentos para rebelarse a la inercia establecida.

El Burgos sorprende a un Zaragoza lastrado por las bajas

En el partido que cerró la segunda jornada de la fase final, el San Pablo Burgos mejoró la velocidad de reacción del Casademont Zaragoza y eso le permitió llevar la iniciativa en el juego y el marcador de principio a fin (86-92). Con las bajas de DJ Seeley y Jason Thompson, que rescindieron su contrato en abril para regresar a EE UU, Fran Vázquez, que adelantó finalmente su retirada, y el lesionado Seibutis, el conjunto de Porfirio Fisac tardó en reconocerse y llegó tarde. Dylan Ennis remó en solitario durante muchos minutos y erró los intentos postreros, mientras el dúo Fitipaldo-Lima hacía carrera en La Fonteta. La intensidad del cuadro burgalés encontró una bicoca en la pintura rival. Bassas, Apic y MacFadden aparecieron después. San Miguel y, sobre todo, Brussino, tomaron el relevo de Ennis en la persecución y llegaron a igualar el choque. Pero, a modo de Sísifo, se vieron 10 abajo a falta de cinco minutos (72-82). Justo ahí, viéndolo todo perdido, Benzing lideró un 12-0 de parcial para dar al Casademont su primera y única ventaja en el encuentro (84-82, m. 37). Pero ese partido de tres minutos también lo ganó el Burgos.


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