Las sospechas más tenebrosas terminaron por confirmarse. El opositor ruso Alexéi Navlani ha sido envenenado con un agente nervioso del grupo de Novichok, según anunció el miércoles el Gobierno alemán. Berlín asegura tener “pruebas inequívocas” del envenenamiento según se desprende de los análisis médicos a los que ha sido sometido el archienemigo del Kremlin, que yace en coma en un hospital de la capital alemana. La canciller alemana, Angela Merkel, exigió a Rusia que responda a “las difíciles preguntas” que plantea el caso Navalni. “El mundo espera una respuesta”, añadió.
La cadena de reacciones internacional no tardó en llegar, pocas horas después de conocerse el resultado de los análisis alemanes. Desde la Comisión europea, su presidenta Ursula von der Leyen, lo consideró “un acto cobarde y despreciable” y pidió que se llevara a los responsable ante la justicia. Jens Stoltenberg, al frente de la Alianza Atlántica, consideró las noticias procedentes de Berlín “impactantes” y mostró su “condena”. El primer ministro británico, Boris Johnson indicó que “es escandaloso que se haya utilizado un arma química” y pidió explicaciones a Rusia. Washington lo consideró un acto “totalmente censurable”.
La Canciller alemana, Angela Merkel. En vídeo, Merkel declara que Navalni fue víctima de un asesinato.
Desde el ministerio de Exteriores ruso indicaron que las afirmaciones de Alemania no estaban refrendadas con evidencias, según informó la agencia RIA citada por Reuters. Mientras que Interfax citó al portavoz del Kremlin, quien pidió un total intercambio de información sobre el caso entre Moscú y Berlín.
Novichok es un grupo de agentes nerviosos letales que desarrolló el Ejército soviético en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado. Se trata de una sustancia de la misma familia de la que fueron tratados, y a la que sobrevivieron, el exespía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia, en 2018 en el Reino Unido.
El pasado 22 de agosto, Navalni fue trasladado desde un hospital de Siberia hasta Alemania en un avión medicalizado después de sufrir un colapso durante un vuelo y tras haber ingerido un té en el aeropuerto de origen. Desde entonces, el célebre opositor de 44 años se encuentra en coma inducido, ingresado en el hospital universitario de la Charité en la capital alemana.
El hospital universitario La Charité emitió el miércoles un comunicado en el que indica que Navalni sigue grave, pero que registra cierta mejoría, a medida que el veneno remite. Continúa en una unidad de cuidados intensivos y con respiración artificial. “La recuperación se prevé larga”, indica el gran hospital berlinés, que sostiene que es aún pronto para conocer los efectos a largo plazo del envenenamiento.
Merkel compareció a las cinco y media de la tarde para informar sobre “el intento de asesinato de un dirigente de la oposición” con el objetivo de “silenciarle”. La intervención fue breve, pero en un tono más duro y directo de lo habitual. Confirmó que los análisis del laboratorio médico militar han emitido un resultado claro, que certifica la utilización de un agente nervioso de la familia del Novichok. El envenenamiento, añadió la canciller, plantea preguntas que “solo Rusia puede responder”.
La canciller adelantó que Alemania abordará con los socios europeos y de la OTAN una respuesta común “adecuada” ante este “crimen” contra los “valores y derechos fundamentales”. Tras el envenenamiento de Skripal en Salisbury, decenas de diplomáticos rusos fueron expulsados de forma coordinada de países europeos. El Gobierno alemán indicó además que ha informado a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, OPCW por sus siglas en inglés, sobre el resultado de los análisis.
Tensión entre Berlín y Moscú
Navalni fue trasladado a Berlín hace una semana y media por “motivos humanitarios”, según recordó Merkel el miércoles. Aterrizó en Alemania en un avión fletado por la ONG alemana Cinema for Peace, después de que el entorno del activista anticorrupción denunciara un posible envenenamiento y de intensas negociaciones para poder salir del país. Los médicos rusos del centro hospitalario donde Navalni fue tratado en la ciudad de Omsk aseguraron no haber encontrado ninguna sustancia tóxica en el cuerpo del opositor. Poco después de haber sido ingresado en Berlín, los médicos alemanes adelantaron que en los análisis preliminares habían detectado un sustancia perteneciente al grupo de los inhibidores de la colinesterasa y que por lo tanto, “apuntaba a un envenenamiento”.
El caso Navalni se produce en un momento de fuerte tensión en las relaciones entre Berlín y Moscú, marcadas por el supuesto ciberespionaje ruso al Bundestag. Merkel acusó recientemente a Rusia del “escandaloso” ciberataque al Bundestag en 2015, tras determinar los investigadores alemanes que hay “pruebas contundentes”. Se le añade también el caso del asesinato de un rebelde checheno de un tiro en un parque berlinés a plena luz del día y del que la fiscalía alemana acusa también a Moscú. La tirantez diplomática entre Berlín y Moscú coincide además con la presidencia de turno de la Unión Europea durante este semestre por parte de Alemania y con la crisis en Bielorrusia.
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