Si desde alguna ciudad se puede soñar con emprender un viaje directo al firmamento es desde la capital de España. ‘De Madrid, al cielo’, reza el dicho popular al que la Real se entrega con especial vehemencia confiando en que ‘Allá donde se cruzan los caminos’ o ‘Donde el mar no se puede concebir’ sea donde escriba la penúltima página de gloria en los 111 años de historia que el club celebrará en septiembre.
Para entonces, el conjunto txuri
urdin espera estar contando los días para iniciar una nueva participación en competiciones europeas, la decimosexta en la historia del club. Como hace siete años en Riazor, hace seis en Anoeta frente al Villarreal, hace cuatro en Balaídos o la pasada campaña en Cornellà, la Real peleará por quinta ocasión en las ocho últimas campañas por una plaza en Europa en una última jornada plena de emociones en la que depende de sí misma. Un punto le clasifica al menos en séptima posición pero Imanol no renuncia a una victoria que, en función de lo que ocurra en el resto de partidos, puede permitirle terminar en quinta o sexta posición.
El quinto puesto, complicado
Una victoria de la Real, combinada con una derrota del Villarreal ante el Eibar o una igualada de los amarillos (en este caso el triunfo txuri urdin debería ser por tres goles de diferencia), le daría la quinta plaza. No es una ecuación sencilla. Más a mano está alcanzar la sexta posición, para lo que a la Real le basta con ganar. Un punto, como mal menor, le da la séptima plaza que aboca a las previas y que al Atlético le permitiría asegurar el tercer puesto. Si la Real pierde, el riesgo es enorme ya que habría que esperar una poco probable combinación de pinchazos de Getafe, Granada y Valencia, que, respectivamente, juegan en el campo del Levante, en casa ante el Athletic y en el campo del Espanyol.
2020 es un año histórico de por sí. La Real logró la clasificación para una final de Copa que aún espera fecha y el conjunto txuri urdin puede completar su magnífica temporada certificando su cuarta clasificación para Europa desde que regresó en 2010 a Primera División. Una secuencia de éxitos histórica, sólo superada por la época más dorada de la entidad, a caballo entre los años 70 y 80, con los dos títulos de Liga de por medio. Sería el carpetazo glorioso para una era en la que el club txuri urdin viajó desde Segunda hasta las estrellas y cuyo último exponente cuelga hoy las botas. Con el adiós de Zurutuza, penúltimo superviviente de la plantilla que se clasificó para la Champions en 2013 (el otro es Illarra), se cierra un glorioso ciclo generacional. Hacerlo firmando otro pasaporte hacia Europa sería la mejor manera para transmitir el relevo a los Oyarzabal, Zubeldia, Merino, Remiro, Le
Normand, Zubimendi, Isak, Elustondo… El futuro es de ellos, aunque algunos ya degustaron el éxito europeo de Balaídos en 2017.
Por encima de todo, la clasificación europea de la Real hoy en Madrid sería un acto de justicia poética. La escuadra de Imanol
Alguacil no sólo ha estado más del 90% de las jornadas en puestos europeos sino que hasta que la pandemia detuvo el fútbol, sólo en cuatro jornadas no ocupó plaza entre lo seis primeros clasificados. Tan evidente como su tardía adaptación al fútbol post-confinamiento son los méritos acumulados por la Real durante la temporada más larga de la historia. Pocos equipos han acreditado más argumentos para concluir el campeonato en el cuadro de honor. El romanticismo, en cualquier caso, no viaja de la mano de la matemática y para poder abrazar esta noche el abrasador firmamento de Madrid, tendrá que jugar en busca de un punto o un triunfo. Valentía no le va a faltar. La ha tenido en todo este largo viaje que hoy toca a su fin.