Entre el trajín de gente que circula apresurada por la estación de Pueyrredón del metro de Buenos Aires, resuena la voz de Yamil Ponce, un cirujano cardiovascular argentino que en su escaso tiempo libre cambia el bisturí por el micrófono y se convierte en cantante de tango callejero.
Ponce comenta en una entrevista con Efe que duerme cuatro o cinco horas al día, aunque viendo su ritmo de vida no es de extrañar: marido y padre de tres hijos, cirujano en la salud pública y privada, profesor universitario de Medicina, investigador de nanotecnología, algoritmos e inteligencia artificial y, como si fuera poco, artista callejero una vez a la semana.
Su nombre saltó a la esfera pública argentina por ser el encargado de operar a dos turistas extranjeros que fueron asaltados en Buenos Aires y casi pierden la vida, lo cual, según afirma, hace que sienta más “responsabilidad”.
Ponce relata que el primer caso se produjo el 8 de diciembre de 2017, cuando recibió en el quirófano al estadounidense Frank Joseph Wolek, al que un asaltante había asestado múltiples puñaladas, dos de ellas a través del corazón, por lo que tenía “altísimas chances de morir”.
“Yo vengo aplicando una técnica quirúrgica para estos casos, donde hay perforaciones cardíacas, un poco diferente a lo que nos enseñan los libros de emergencia”, explica el cirujano.
Más de un año después, aún sostiene que si no hubiese utilizado ese método propio, que le ha funcionado las siete veces que ha recurrido a él, el turista “no hubiese sobrevivido”.
“A la Argentina no le llamó tanto la atención la técnica quirúrgica, sino que yo haya invitado a Wolek a comer a casa un 31 de diciembre. Algo tan simple que seguramente a mis abuelos no les hubiese asombrado, porque los médicos iban a comer a casa de sus pacientes y viceversa. Y hoy fue tapa de revista”, reflexiona el doctor argentino.
El mes pasado también operó a Christoffer Peter, turista sueco al que dispararon en la pierna cuando intentaban robarle el teléfono móvil.
Ponce fue quien tomó la decisión de amputarle la pierna y cuando le comunicó la noticia, cuenta que no pudo contener las lágrimas. Sin embargo, al intentar esconder su rostro del paciente, él le tomó la mano y le dijo: “Tranquilo, por lo menos sobreviví”.
“Me significó una lección muy grande, que es que pudo haberte pasado en la vida algo terrible en tu niñez, en tu infancia, en tu adolescencia o actualmente, pero lo que pasó ya pasó. Como él me dijo, ‘la pierna ya no la tengo, no la voy a llorar’”, relata.
De todos modos, el cirujano y docente ve “un poco injusto” que se prestase tanta atención a estos dos casos cuando recibe pacientes por asaltos violentos todos los lunes, cuando hace guardia en el Hospital Argerich del barrio porteño de La Boca.
“Como en la medicina, cuando no tenés un buen diagnóstico, no podés llegar a un buen tratamiento (…). Hasta que no veamos que tenemos un problema social, va a ser muy difícil buscar un tratamiento para ello”, asegura el doctor sobre la violencia en Argentina.
Otro de los rasgos que caracteriza a Yamil Ponce es la estrecha relación que mantiene con todos sus pacientes.
Un año después, aún sigue hablando con el estadounidense Frank Joseph Wolek, que quiere venir a visitarlo en los próximos meses, según el doctor.
Uno de los factores clave para conectar tan bien con ellos es la música, ya que “entre cirugía y cirugía”, los reúne para tocar y cantar tango junto a su compañero Leonardo Facundo, con quien también actúa cada jueves en el subte (metro).
Facundo, artista musical, contactó con él tras ver cómo cantaba en vídeos de Youtube, le ofreció actuar en bares o teatros y él aceptó, pero quería que arrancaran desde “abajo”.
“Entonces él me dijo: ‘Claro, te gustaría arrancar del piso’. No, yo por debajo del piso. Y aquí estamos, por debajo del piso, en el subterráneo”, bromea Ponce.
El investigador explica que le gusta actuar en el subte porque se crió “un poco en la calle”.
“Vengo de una familia muy humilde, siempre me moví de forma pública, cuidé coches y lavé autos cuando era chico y me gustó siempre lo que es el artista callejero”, comenta.
Ahora acaban de aceptar participar en un festival nacional de música, pero Ponce asegura que su prioridad no es esa, sino “cantar en el hospital y llevar alegría a la gente”.
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