El barón Pierre de Coubertin se inventó los Juegos Olímpicos como un espacio pura y solamente masculino, para que la juventud que después tendría que ir a las guerras cogiera gusto por el ejercicio y se fortaleciera. La conquista de ese espacio olímpico por la mujer y el deporte femenino ha sido lenta y aún no ha concluido. En los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, Atenas 1896, no hubo ni una mujer entre los 245 participantes, y en fechas tan cercanas y tan modernas como Barcelona 92, el número de mujeres entre los casi 10.000 deportistas participantes no alcanzaba ni el 30% (2.708 mujeres). La paridad total, calcula el Comité Olímpico Internacional (COI), se alcanzará en París 2024 (10.570 deportistas previstos, 5.235 mujeres y otros tantos hombres), pero, aun así, anuncian orgullosos y alegres desde su sede en Lausana los miembros del COI, en su inmensa mayoría hombres, la cita de Tokio este 2021 estará muy cerca de esa paridad, con un 48,6% de mujeres.
Tal alegría por la igualdad parece, sin embargo, no compartirla plenamente Yoshirō Mori, el presidente del comité organizador de Tokio, quien no parece pensar que las mujeres tienen derecho siquiera a sentarse en las mesas de los comités ejecutivos o de los consejos de administración. Mori, de 83 años, y primer ministro japonés entre 2000 y 2001, participó hace unos días en una reunión de la junta directiva del Comité Olímpico Japonés, y en ella afirmó: “En las juntas con muchas mujeres, las reuniones se hacen larguísimas. Si aumentas el número de mujeres en las ejecutivas pero no controlas el tiempo en el que se les permite hablar, les es difícil terminar sus intervenciones, lo que es muy molesto. Les encanta competir a una contra otra”. En el comité ejecutivo del Comité Olímpico Japonés solo hay cinco mujeres entre sus 24 miembros, y justamente en esa reunión se debatía sobre una petición de aumentar la cuota femenina. Y en la directiva del comité organizador presidido por Mori solo siete de sus 36 miembros son mujeres.
Aunque Mori se disculpó, a su manera, poco después en una conferencia de prensa –”estoy profundamente arrepentido”, dijo, y luego, cuando le preguntaron si de verdad pensaba que las mujeres hablaban demasiado, respondió: “No sé, últimamente no las escucho mucho…”-, una petición de dimisión popular reunió rápidamente más de 136.000 firmas, forzando al COI, quien primeramente había considerado el caso “cerrado”, a emitir otro comunicado este martes en el que afirma que los comentarios de Mori “son absolutamente inapropiados y entran en clara contradicción con el compromiso del COI y las reformas marcadas en su Agenda 2020”. Aun así, desde el COI no ha salido ninguna petición de que dimita.
La prensa japonesa informó, mientras tanto, de que al ver el alcance de su error Mori quiso dimitir, pero que le convencieron de que no se fuera los miembros de su propio comité, comenzando por el director ejecutivo, Toshirō Mutō. “Cuando propuse dimitir y miré a mi alrededor, los que no hablaban, lloraban”, dijo Mori, según la prensa. “Y lo que me convenció para seguir fueron las palabras de Muto cuando dijo que si yo me iba, qué sería de las 5.000 personas que conforman el organismo…”.
El último movimiento de relaciones públicas promovido por Mutō en nombre del comité organizador ha sido un email pidiendo disculpas enviado a los cerca de 80.000 voluntarios con los que cuentan Tokio 2020, algunos de los cuales renunciaron a raíz de las declaraciones de Mori. “Nuestra visión es la de la diversidad y la armonía”, dice el email, según la agencia Kyodo. “Queremos dirigir un evento que aspira a reflejar una sociedad en la que todas nuestras muchas diferencias son aceptadas como naturales”.
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