Los Mayas fueron una de las civilizaciones centroamericanas que más legado dejaron en sus zonas de influencia. El estudio de esta cultura siempre ha despertado gran interés entre los investigadores e historiadores especializados en la materia. Ahora, científicos de la Universidad de McGill en Canadá, acaban de desarrollar una interesante investigación para saber cuándo ocurrió el colapso de la civilización centroamericana.
En este estudio, que se ha publicado en la revista Science Alert, los investigadores logran identificar cuatro períodos de cambio de tamaño de la civilización relacionados con periodos secos y húmedos, que anteriormente jamás se habían analizado. Los periodos son:
– entre el 1350 y 950 a.C.
– entre el 400 y 210 a.C.
– entre el 90 y el 280 d.C.
– entre el 730 y el 900 d.C.
Estos cambios han sido estudiados a través del cambio en las heces humanas de cada período relacionadas con un cambio climático significativo en cada época.
Además, muchas de estas heces aplanadas han mostrado que la famosa ciudad de Itzán, uno de los corazones del imperio Maya, pudo haber estado habitada unos 650 años antes de lo que se pensaba y de lo que los estudios habían desvelado.
«Esta investigación debería ayudar a los arqueólogos al proporcionar una nueva herramienta para observar los cambios que podrían no verse en la evidencia arqueológica, porque es posible que la evidencia nunca haya existido o que desde entonces se haya perdido o destruido» explicó uno de los responsables de la investigación, Benjamin Keenan.
Los estanoles
Este análisis complejo de las heces se basa en el estudio de los conocidos como estanoles de las heces. Estos estanoles son moléculas humanas que se conservan perfectamente en capas de sedimentos de lagos y ríos, y que pueden perdurar intactas durante miles de años.
Para conseguir esta nueva temporización de los Mayas, se cogieron los estanoles en un lago cerca de los que habría sido la ciudad de Itzán y se midieron junto con otros hallazgos de otros expertos encontradas en otras excavaciones.
«Es importante para la sociedad en general saber que hubo civilizaciones antes que nosotros que se vieron afectadas y se adaptaron al cambio climático» explica otro de los miembros del equipo de la investigación, Peter Douglas.
Además, gracias a este tipo de estudio, el equipo canadiense pudo identificar un considerable aumento de población en el año 1697, cuando se produjo un ataque español en una de las últimas zonas ocupadas por los Mayas.
«Los estanoles fecales tienen un gran potencial para servir como sustitutos de los cambios en las poblaciones humanas y animales en los paisajes mesoamericanos, al tiempo que brindan información sobre el cambio en el uso de la tierra» concluyen los expertos del estudio.
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