Al examinar el papel del colesterol tanto en la enfermedad de Alzheimer como en la diabetes tipo 2, los investigadores han identificado una pequeña molécula que puede ayudar a regular los niveles de colesterol en el cerebro, convirtiéndolo en un nuevo objetivo terapéutico potencial para la enfermedad de Alzheimer.
No existe una cura conocida para la enfermedad de Alzheimer y en la última década, los científicos han encontrado cada vez más pruebas que relacionan las causas subyacentes de la diabetes tipo 2 y la enfermedad de Alzheimer.
La diabetes tipo 2 ocurre cuando la insulina se vuelve menos eficiente para eliminar la glucosa del torrente sanguíneo, lo que resulta en un nivel alto de azúcar en la sangre que puede causar niveles anormales de colesterol.
Una situación similar ocurre en la enfermedad de Alzheimer, pero en lugar de afectar al cuerpo en su conjunto, los efectos se localizan en el cerebro.
“El Alzheimer y la diabetes comparten muchas causas comunes”, dijo el coautor del estudio Gregory Thatcher, profesor de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Arizona.
“Nuestro objetivo era desarrollar una forma de identificar compuestos que contrarrestaran muchos cambios perjudiciales que contribuyen tanto al Alzheimer como a la diabetes tipo 2”, agregó Thatcher.
Cuando el colesterol aumenta, debido a la resistencia a la insulina u otros factores, el cuerpo inicia un proceso conocido como transporte inverso de colesterol, durante el cual moléculas específicas transportan el exceso de colesterol al hígado para ser excretado.
La apolipoproteína E (APOE) es una de las proteínas implicadas en el transporte inverso del colesterol.
APOE es también el gen de factor de riesgo más fuerte para la enfermedad de Alzheimer y la demencia relacionada, y un factor de riesgo independiente para la diabetes tipo 2 y la enfermedad cardiovascular.
De manera similar, la actividad reducida de otro transportador de colesterol, el transportador de casete de unión a ATP A1 (ABCA1), se correlaciona con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2 y enfermedad de Alzheimer.
Se espera que el aumento de la actividad de ABCA1 influya positivamente en la señalización de la insulina y reduzca la inflamación en el cerebro, lo que lo convierte en una terapia potencial tanto para la diabetes tipo 2 como para la enfermedad de Alzheimer.
En este estudio publicado en la revista ACS Pharmacology and Translational Science, Thatcher y el equipo de investigación diseñaron una forma de identificar moléculas pequeñas que mejoran la función de ABCA1 en el cuerpo y evitan efectos no deseados en el hígado.