Los satélites fotografiaron el pasado lunes, 28 de febrero, un lugar llamado Jilchika. Está situado en el sureste de Bielorrusia. Si se traza una línea recta hasta el punto más cercano de la frontera con Ucrania, la distancia es de tan solo 12 kilómetros. Hasta hace unos meses, lo que había en Jilchika era nada, más allá de un pequeño embalse de agua junto a decenas de kilómetros cuadrados de arboleda. El lunes, trabajadores de la empresa privada estadounidense Maxar Technologies, desde sus oficinas en Westminster, en el Estado de Colorado, eligieron las fotos que sus satélites captaron de este sitio y se las enseñaron al mundo. Jilchika se ha convertido, según habían comprobado, en un campamento militar ruso, el más cercano hasta lo visto de la linde hacia la guerra emprendida por el Kremlin contra el vecino ucranio. En la foto se puede identificar incluso cómo varios camiones emprenden la ruta. Un nuevo renglón en la crónica visual, construida gracias a cientos de satélites y sin parangón en la historia de los conflictos.
Jilchika no es, en cualquier caso, el mayor de los emplazamientos militares rusos establecidos en los últimos meses como cerco a Ucrania. Pero si los empleados de Maxar se fijaron en esas coordenadas era por algo: desde este acuartelamiento hacia el sur, primero por la bielorrusa P37 y luego, ya en suelo ucranio, por la P02, se conduce directo a Kiev, objetivo fundamental del presidente ruso, Vladímir Putin. Y es por esas rutas por donde esta empresa especializada en la comercialización de imágenes satelitales emprendió el 27 de febrero el monitoreo de un larguísimo convoy de fuerzas rusas enfiladas hacia la capital ucrania.
El viaje de esta hilera de decenas de kilómetros de vehículos militares tiene en vilo a la cobertura de la invasión. Por primera vez en la historia de la guerra, herramientas hasta ahora reservadas a los servicios de información y espionaje están a disposición de casi todos, primero de los reporteros y luego de la audiencia. Según los expertos en seguridad contratados por Maxar para el análisis de las fotos de sus satélites, el convoy con destino Kiev está formado por camiones con combustible, logística, tanques, vehículos de infantería y lanzaderas móviles de misiles. Se trata de cientos de unidades de un operativo de combate que de principio a fin mide unos 60 kilómetros, y que ha sido fotografiado en la ruta desde Ivankiv al aeropuerto de Antonov, dos puntos bombardeados en la primera semana de ofensiva.
El estudio de las imágenes, según ha manifestado a este periódico Maxar, apunta a que el convoy, al menos parte de él, proviene sin duda del norte, de Bielorrusia. El Kremlin trasladó a ese país a principios del pasado mes a 30.000 soldados, junto a vehículos militares y armamento pesado, para participar en maniobras conjuntas.
El seguimiento de este convoy vía satélite y accesible a todos los públicos es el ejemplo más claro de un nuevo escenario que evoluciona bajo el nombre Open Source Intelligence (Inteligencia con fuentes abiertas) y que tan solo se podía intuir a través de las herramientas de geolocalización del gigante Google. Hasta ahora, las grandes empresas de imágenes satelitales, que trabajan a demanda y mediante pago por uso, estaban enfocadas en prestar servicio a empresas privadas suscriptoras o a Estados en temas de seguridad y, recientemente, también para asuntos relacionados con el medio ambiente.
El pasado 3 de diciembre, el Departamento de Defensa estadounidense difundió a través de la prensa una serie de fotografías satelitales en las que se mostraba el despliegue ruso en varias localizaciones desde el verano. Firmaba las imágenes la empresa Digital Globe, propiedad de Maxar. Desde entonces, esta compañía, con decenas de satélites orbitando alrededor de la tierra, ha ilustrado las alertas lanzadas por Occidente sobre el peligro de la invasión inminente por parte de Rusia de Ucrania. Sus análisis han detallado lo que estaba pasando en el terreno más allá de los dimes y diretes de las cancillerías. Según la selección de información hecha desde las oficinas de Colorado, se distinguen tres frentes fundamentales de cobertura para entender el despliegue: Bielorrusia, el oeste de Rusia y Crimea. Y se aprecia una evolución concreta en el movimiento de estos destacamentos: en las primeras semanas con la llegada de los batallones desde varios puntos de Rusia; luego, con el montaje de barracones que indicaba que llegaban los soldados; y, por último, con el traslado a puntos más cercanos de la frontera con Ucrania.La ofensiva estaba lista y lo habían contado los satélites, a pesar de que desde Moscú se informase del repliegue en algunos puntos de la franja occidental rusa e incluso la península de Crimea.
Ahora la visibilidad de Maxar ha crecido exponencialmente tras el ataque ruso a Ucrania. No obstante, la empresa, como reconoce en su web, tiene una intensa relación con el Gobierno estadounidense, al que proporciona el 90% de la “inteligencia geoespacial” empleada en temas de seguridad nacional. También proporciona información a las tropas norteamericanas sobre cualquier terreno.
A la zaga de Maxar se han situado las californianas Capella Space o Planet Labs, ambas empresas con sede en San Francisco. Esta última ha abierto también un canal especial para la prensa con la información del frente que van recogiendo sus satélites. En una de sus últimas actualizaciones, el martes 1 de marzo, Planet Labs difundía la imagen satelital de la base aérea de Luninets, a 60 kilómetros de la frontera ucrania. Donde a principios de febrero había un manto de nieve, ahora, junto a la pista de despegue, aguardan más de 30 aparatos, la mayoría aviones de combate Sukhoi SU-25, símbolo del potencial aéreo de la Unión Soviética. Sobra decir que la herramienta de mapeo que ofrece Yandex, buscador privado de origen ruso, pero bajo la lupa del Kremlin, no muestra ninguno de los emplazamientos militares levantados por Moscú en los últimos meses.
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