La Neta Neta

El declive del Centro Democrático, el desgaste de Álvaro Uribe

El expresidente de Colombia Álvaro Uribe habla durante un encuentro del partido político Centro Democrático, el pasado martes.
El expresidente de Colombia Álvaro Uribe habla durante un encuentro del partido político Centro Democrático, el pasado martes.Mauricio Dueñas Castañeda (EFE)

El partido político que hace cuatro años puso presidente en Colombia está en crisis. El Centro Democrático (CD), que llevó al poder a Iván Duque, llega a las elecciones presidenciales sin un candidato oficial y obligado a adherirse a Federico Fico Gutiérrez si quiere sobrevivir. “No estamos de fiesta, se redujo mucho nuestra votación”, ha reconocido el expresidente Álvaro Uribe, fundador y líder del movimiento de derecha, que en las legislativas del pasado domingo perdió 21 curules en el Congreso frente a lo que consiguió en 2018. “El responsable soy yo por lo afectada que está mi reputación”, decía ante su colectividad el pasado martes. Uribe enfrenta un proceso penal por presunta manipulación de testigos para que declararan a su favor en un caso que lo relaciona con un grupo paramilitar. La investigación en su contra ha afectado su imagen, pero sobre todo su caudal electoral porque le impidió aparecer este año en el tarjetón y le obligó a renunciar a la curul que había ganado hace cuatro años, cuando se convirtió en el senador más votado de la historia de Colombia, con más de 800.000 votos.

Su partido pasa por un mal momento, pero el expresidente Uribe sigue siendo una figura relevante en la política colombiana. “Esta vez pasamos por una época de vacas flacas, pero este partido tiene la misión de rescatar su legado porque usted [Álvaro Uribe] salvó al país cuando este era un Estado fallido”, decía María Fernanda Cabal, una de las voces más destacadas del Centro Democrático tras conocer los resultados del domingo. Su partido ha convocado a un consulta con sus 600.000 militantes para definir si apoyan abierta y colectivamente al candidato de derechas Federico Gutiérrez. No es un secreto la simpatía de Uribe por Fico, el exalcalde de Medellín, quien en el panorama actual es la única posibilidad que tiene el expresidente para no perder el poder que ha tenido desde hace 20 años para decidir quien ocupa el Gobierno de Colombia.

La presencia del izquierdista Gustavo Petro, que llega con fuerza a las elecciones presidenciales del próximo mayo, ha supuesto una amenaza para la continuidad del uribismo en la Casa de Nariño. Aunque el discurso antipetrista se enfoca principalmente en la supuesta nacionalización de las empresas, que sepultarían a la economía del país, o en que Colombia a manos de la izquierda podría convertirse en otra Venezuela, detrás de ese discurso se esconde el miedo a que llegue a la presidencia alguien que aleje al uribismo del poder sobre todo ahora, que el llamado efecto teflón, que explicaba cómo a pesar de los señalamientos que pesaban contra Uribe este no perdía popularidad, ya no funciona. Hace 12 años terminó su segundo mandato con el 80% de aprobación -como ningún otro presidente- a pesar de que ya se conocían escándalos de su Gobierno como el asesinato de civiles que hicieron pasar como guerrilleros -los llamados falsos positivos- o las interceptaciones ilegales a periodistas o a la oposición, en el oscuro capítulo de su mandato conocido como las chuzadas, que terminó con varias figuras del uribismo en la cárcel.

La imagen de Álvaro Uribe ante los colombianos ya no es la misma. En febrero de este año, una encuesta de la firma Invamer señalaba que el expresidente tenía el 67% de desfavorabilidad, lo que explica por qué ahora, a pesar de que los votos uribistas ayudaron a Fico a conseguir 2 millones de votos en la consulta de la coalición de derecha, este no se ha reconocido abiertamente como el “candidato de Uribe” y por qué el Centro Democrático ha tardado en decir que su única apuesta para poder hacerle contrapeso a Gustavo Petro es el exalcalde de Medellín.

“El desgaste del Centro Democrático es el efecto de cuatro años de un Gobierno [el de Iván Duque] que no tuvo buenos resultados. Fue un Gobierno que llegó con poca experiencia y que políticamente ha tenido resultados nefastos”, opina Mónica Pachón, profesora de Ciencia Política de la Universidad de los Andes. Esta vez, explica la analista, el uribismo no tiene cómo decirle a su electorado que vote por el candidato que diga su líder. Tras la impopular gestión de Duque, que cierra su mandato con poquísimas cosas para destacar, Álvaro Uribe tendrá que usar otra estrategia para no perder. El desgaste del discurso contra el proceso de paz con las FARC o el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela no le serán suficientes.

Una encuesta de este miércoles del Centro Nacional de Consultoría, para el Noticiero CMI, señalaba que la mitad de los entrevistados considera que el apoyo abierto de Uribe a Federico Gutiérrez perjudicaría su camino para ser un verdadero contrapeso a Petro y seducir los votos indecisos del centro. Álvaro Uribe, cuya voz fue determinante para que el ‘no’ se impusiera en el plebiscito sobre los acuerdos de paz, ya no le suma como antes a quien aspire a llegar a la Casa de Nariño.

Para el analista Nicolás Liendo, la investigación penal que enfrenta Uribe y la mala gestión de Duque han sido determinantes para que hoy nadie, ni el candidato más sólido de la derecha, quiera posar a su lado. “El proceso judicial en su contra y que a Iván Duque no le haya ido tan bien ha tenido efectos en el desgaste de su imagen”, dice Liendo, que explica que dentro del CD también ha habido una especie de fractura. El partido no le ha dado suficiente liderazgo a las mujeres, aunque María Fernanda Cabal ha sido la senadora con más votos en el movimiento de Uribe, el Centro Democrático prefirió apostar en la carrera presidencial de nuevo por un hombre, Óscar Iván Zuluaga, a pesar de las pocas posibilidades que tenía. Al día siguiente de las consultas de las coaliciones y ante un Fico que sorprendió por su votación, Zuluaga renunció a su aspiración y el Centro Democrático se hundió un poco más.

“El partido tiene que ayudar a construir una gran coalición para enfrentar a Petro, una coalición que una a los colombianos entorno a transformaciones que el país necesita. Aspiro a votar por quien represente las ideas que creo que le sirven a Colombia”, decía Paloma Valencia, una de las caras más visibles del uribismo, al reconocer que esta vez su movimiento no tiene candidato propio.

Álvaro Uribe no solo ha sido el senador más votado de la historia de Colombia, también es el único que ha logrado llegar a la presidencia dos veces en primera vuelta, y que ha tenido un partido alrededor de su nombre como lo fue La U, que llevó al Ejecutivo a Juan Manuel Santos. Uribe además es un líder del conservadurismo. Las dos veces que se lanzó a la presidencia han sido las dos únicas veces que el Partido Conservador no ha tenido candidato porque él representaba sus ideales, así fuera de otra colectividad. “Los partidos son marcas”, dice la profesora Mónica Pachón. La marca del Centro Democrático, como pasó con La U, se desgastó. Dependerá de la adhesión a Fico –y de cómo le vaya frente a Gustavo Petro- que el uribismo pueda mantener su poder. El futuro del partido político del expresidente Álvaro Uribe está en manos de un candidato que no pertenece a su cantera. Es la prueba irrefutable de que el Centro Democrático está en su peor crisis.

Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS América y reciba todas las claves informativas de la actualidad de la región

Contenido exclusivo para suscriptores

Lee sin límites


Source link
Salir de la versión móvil