El día que Juan de la Rosa contó la verdad sobre Rocío Jurado que Rocío Carrasco olvidó

No hay duda de que el recuerdo de Rocío Jurado está, a día de hoy, más presente que nunca. De ello se ha encargado concienzudamente Rocío Carrasco, que en sus documentales y distintas apariciones televisivas ha seguido ensalzando la labor de su madre en vida hasta lo más alto. De hecho, durante la última emisión de En el nombre de Rocío, la ex de Antonio David Flores echó la vista atrás para desvelar algunos detalles sobre la vida de su progenitora, en los que mencionó a los que fueron los grandes apoyos de ésta.

Rocío Jurado con Juan de la Rosa / Gtres
Rocío Jurado con Juan de la Rosa / Gtres

Uno de ellos era Juan de la Rosa, secretario personal de la más grande y todo un hermano también para ella y para los integrantes de su familia: “Era alguien imprescindible en su vida, sin Juan su vida estaría incompleta, es la única persona que la ha acompañado siempre de una manera desinteresada”, decía la madre de Rocío Flores en pleno directo de Telecinco. Por ello, qué mejor persona que él para plasmar el testimonio de la cantante en Rocío, de luna blanca, un libro que revela todos y cada uno de los entresijos de la vida de la Jurado con ciertas connotaciones que dejan entrever cuáles fueron los momentos personales a los que hizo más hincapié en su intimidad.

En esta obra, redactada por Lucía Villanueva, se dio en su día una versión totalmente desconocida de la biografía de la chipionera, en la cual si hay algo claro es que estuvo toda su vida plenamente inmersa en lo profesional. La esfera laboral era lo que más llenaba a la cantante y así aparece reflejado en este libro, habiendo estado vinculada prácticamente desde su nacimiento, estando obligada desde muy joven a abandonar los estudios para encontrar trabajo, sin llegar a imaginar que años más tarde terminaría viviendo de su brillante voz.

Rocío estuvo más de tres décadas centrada en la música, aunque también tuvo tiempo de contraer matrimonio de la mano del boxeador Pedro Carrasco. Un enlace al que ni Juan de la Rosa ni María Teresa Campos dedican muchas páginas, pasando por alto algunas anécdotas de este para dar todo el protagonismo al nacimiento de su primogénita y heredera universal, a quien no habría dedicado durante su infancia todo el tiempo que hubiese querido a consecuencia del ajetreo de su agenda. No obstante, ni la gran carga laboral habría hecho que Rocío y Pedro experimentaran malestar aparente en su relación de ningún tipo. Algo que no terminó siendo del todo cierto, poniendo punto final al romance trece años después de haber contraído matrimonio y sin dar los colaboradores ningún otro apunte al respecto en este libro plenamente dedicado a su amiga y artista.

Rocío Jurado y Ortega Cano respondiendo a la prensa / Gtres
Rocío Jurado y Ortega Cano respondiendo a la prensa / Gtres

Un giro de 180 grados en la trama

Si hasta ahora toda la trama estaba dedicada a Rocío Jurado en su máximo esplendor como artista, hablando puntualmente de su lado personal de su matrimonio y maternidad, Juan de la Rosa ponía después toda la carne en el asador en el año 1994, cuando la cantante coincide en la sala de espera del doctor Claudio Mariscal con el hombre del que se enamoraría “hasta las trancas”. Así lo relatan sus más allegados, dando un gran protagonismo en la obra a Ortega Cano como pilar fundamental en la vida de la más grande, hasta el punto de luchar contra viento y marea para conseguir la nulidad matrimonial y poder casarse por la iglesia con el torero. Un enlace que aparece totalmente detallado, demostrándose así que la pareja tuvo muchos inconvenientes para darse el “sí, quiero”, pese a que contaban con todas las ganas del mundo para hacerlo, hasta que finalmente lo consiguieron.

Aunque su vida amorosa iba viento en popa según los colaboradores del libro, Rocío también tenía tiempo para disfrutar de sus grandes amistades, entre las que estaban Lola Flores, Carmen Ordóñez, Encarna Sánchez, José Luis Perales, y cómo no, Terelu Campos, a quien también tenía cierto aprecio dado que su amistad con María Teresa Campos era inquebrantable.

La familia se encontraba en uno de los momentos más felices de su historia, pero ni haberse convertido en abuela por partida doble hizo que el deseo de Rocío Jurado de volver a convertirse en madre se aplacara, optando por adoptar a dos niños que pondrían el broche de oro a un matrimonio de ensueño. Tanto es así, que las últimas páginas de esta obra, y por tanto, de la vida de la intérprete de Como yo te amo están protagonizadas por ella y por el actual marido de Ana María Aldón, dejando entrever así que su unión fue lo que fortaleció a la cantante hasta el día de su muerte.

Rocío Jurado con su hija / Gtres
Rocío Jurado con su hija / Gtres

Un final con lugar a duda

Da lugar a dudas que, pese a que Rocío Carrasco deja clara la gran labor que ejerció Juan de la Rosa en la vida de su madre, su opinión y la de éste sean totalmente dispares en lo que al lado romántico de la artista se refiere. Y es que, mientras que la pareja de Fidel Albiac confesaba que su madre siguió enamorada de Pedro Carrasco hasta el día de su muerte, el secretario de la más grande, a través de este libro, confesaba una idea totalmente contraria, dando el principal protagonismo a Ortega Cano y dejando en un segundo plano al boxeador. ¿Era Juan de la Rosa conocedor de estas íntimas conversaciones entre madre e hija? Aunque aún no se sabe la respuesta, la visión dispar de ambos muestra que aún no se ha despejado la verdadera X amorosa en la vida de la chipionera.


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