Tom Ford ya tenía el respeto del mundo de la moda, pero fue en 2009 cuando también obtuvo la atención de la industria del séptimo arte al dirigir Un hombre soltero y en 2016, Animales nocturnos. Lejos de tener algún otro proyecto fílmico en mente, su personaje aparece reflejado en La casa Gucci, ya que el diseñador estuvo al frente de la marca durante casi 5 años. Por tanto, su opinión respecto a la película dirigida por Ridley Scott es especialmente relevante. El director y diseñador ha aprovechado un espacio de Airmail para hablar de la cinta y esta, no parece que le haya gustado mucho.
No obstante, no todo lo que Ford escribe en su artículo es negativo (aunque si en gran parte). Comencemos por los aspectos que sí le han gustado. A nivel interpretativo, lo que parecía que debía ser un festín para los espectadores se ha convertido en una auténtica explosión de excesos, pero al diseñador le ha gustado especialmente la interpretación contenida de Jeremy Irons como Rodolfo Gucci. Además del trabajo del nominado al Oscar, el diseñador destaco el papel de Salma Hayek como Giuseppina Auriemma, señalando que su casting “es especialmente inspirado puesto que su marido es el actual propietario de Gucci, un hecho que pasará desapercibido para el público en general”.
Ya entrando en los aspectos peyorativos, las interpretaciones del resto del elenco no le han gustado especialmente. Las intervenciones de Al Pacino y Aldo Gucci le recordaron a las versiones cómicas de Saturday Night live: “A menudo me reí a carcajadas pero, ¿se suponía que debía hacerlo?”.
Una historia nada fidedigna al servicio de los actores
Ford explica en Airmail que La casa Gucci es confusa en su historia pues, no se sabe si se trata de una farsa o de “una apasionante historia de codicia” pero sobre todo, la sensación que obtuvo después de ver el film fue de ausencia tristeza: “Estuve profundamente triste durante varios días tras ver La casa Gucci, una reacción que creo que solo sentiremos quienes conocimos a sus protagonista. Me resultaba difícil captar el humor y el tono camp de algo tan sangriento. A veces era absurdo, pero al final fue trágico”.
Uno de los problemas más evidentes que termina explicando Tom Ford es que algunas escenas deberían haberse quedado en la sala de montaje, pero parecen mantenidas para permitir a los actores principales “actuar”, supeditando la historia a la fuerza de las estrellas: “El guion está a merced de servirles”.
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