El economista de verbo encendido Rodrigo Chaves Robles, de 60 años, gobernará Costa Rica por los próximos cuatro años al imponerse en el balotaje del domingo con su propuesta de erradicar la política tradicional en una de las democracias más estables de América Latina. Un millón de costarricenses, una quinta parte de la población, se inclinaron por el candidato presidencial que hace solo 30 meses no existía como figura política y que llegó a la elección con un fardo de cuestionamientos al financiamiento de su campaña, pero sobre todo con una carta de presentación internacional que avergüenza a una parte de la población: el acoso sexual que marcó el fin de una carrera de casi tres décadas en el Banco Mundial en 2019.
No se conoce públicamente por qué el desconocido Chaves aterrizó a finales de ese año en la silla de ministro de Hacienda del presidente Carlos Alvarado, que lo despidió seis meses después y que el 8 de mayo le entregará la banda presidencial para el período 2022-2026. Sin embargo, la falta de experiencia política se convirtió más bien en una cualidad para la mayoría de los votantes que este domingo escogieron al candidato del debutante Partido Progreso Social Democrático (PPSD) para que haga cambios contundentes en el juego de poderes públicos y económicos, aunque su discurso de triunfador lanzó señales conciliadoras que distan del discurso fogoso que proyectaba solo unas horas atrás.
Chaves se benefició de ser el rostro nuevo contrastante con el veterano José María Figueres, presidente entre 1994 y 1998 e hijo del tres veces gobernante José Figueres Ferrer. El resultado arroja un 52,85% del ganador contra un 47,15% del exmandatario, pero con una abstención de 43,15%, mayor que en la primera vuelta del 6 de febrero, que ya era la más alta desde mitad del siglo XX.
“Los abstencionistas son el partido más grande del país”, ilustró Chaves en su discurso de victoria marcado por un carácter apaciguado que nunca tuvo en la campaña, calificada como “una pelea de gallos” por el exmandatario Óscar Arias. “Comprendo que en una campaña electoral se dicen muchas cosas. Todo cambio crea incertidumbre, en muchos casos amenaza privilegios y afecta intereses, pero yo me he comprometido y me empeñaré en impulsar profundos y positivos cambios en la forma de gobernar Costa Rica democráticamente”, dijo tratando de extinguir las llamas que carburaron su triunfo electoral.
Chaves asume el poder con imagen de conocedor de la economía (doctorado en la Universidad de Ohio, Estados Unidos) en un país de indicadores sociales exitosos que también acumula amplios rezagos y crecientes disparidades, con credencial de oferta nueva (“un experimento más arriesgado”, le llamaba su contendor en campaña) y un estilo de hombre fuerte. Esos elementos le permitieron sumar puntos más allá de la ventaja de ser el rival del desgastado Figueres que, con el añejo Partido Liberación Nacional (PLN), han sido señalados por corrupción, con unas acusaciones que hasta el momento no han sido confirmadas.
Este hombre declarado católico convencido, que ha dicho que “la fuerza para gobernar se alimenta del temor a Dios” y se opone la eutanasia y al aborto libre, tomará el poder el poder catapultado por la fuerza de una figura femenina indispensable para la victoria del PPSD, la experiodista televisiva Pilar Cisneros reconocida por sus posiciones contrarias a la clase política. Por 30 años, mientras Chaves viajaba por el mundo con camisa del Banco Mundial sin que lo conocieran en Costa Rica más que su círculo privado, Cisneros salía en el principal canal televisivo dos veces diarias con críticas duras como las que encarnó en campaña el ahora presidente electo.
Hacer de Costa Rica “el país más feliz del mundo” de nuevo
Pilar Cisneros ocupará una de las 10 curules legislativa del PPSD, el 17,5% del total de escaños, a partir del 1 de mayo por cuatro años, si no resulta ella nombrada en el equipo de Gobierno que deberá formar Chaves en las próximas semanas con la promesa de no incluir a políticos usuales. El terreno le es adverso y la votación es la menor para un mandatario en el siglo. Además, los poderes son acotados para el Presidente y es alta la presión para que muestre en la práctica lo que prometió en la campaña, desde bajar el precio del arroz hasta “hacer que Costa Rica vuelva a ser el país más feliz del mundo”, el lema de molde trumpista que redondeó los señalamientos de populismo advertido por los analistas.
El clima de desencanto político y las necesidades económicas de un sector amplio de la población, más la alta dependencia económica de factores internacionales, dificultan más el camino que le espera a Chaves. Y también pondrá a prueba su promesa de “comerse la bronca”, una frase de barrio costarricense para referirse a afrontar los problemas que otros evaden. Implica ser valiente y echar mano a virtudes asociadas al hombre en la cultura machista que también le reprochan sectores feministas a Chaves. “Será una decepción el gane de Chaves, la prueba de que esta sociedad nos da la espalda a las mujeres, una vergüenza”, decía pesimista en la tarde electoral la joven Mariana Víquez enfundada en una camiseta impresa con el rostro de Chaves y la frase “acosador”.
Pero Chaves rechaza ser machista o misógino, menos aún acosador, a pesar de los informes internos y externos sobre las conductas cometidas en el Banco Mundial, donde fue sancionado con degradación del cargo, congelamiento del salario y restricciones de ingreso sin aviso previo. Durante la campaña, él achacó esos ataques a “grupos poderosos”. El presidente electo, por el contrario, resalta que creció con seis hermanas, que ama a sus dos hijas, a su esposa, la letona Signe Zecate, y, sobre todo, la memoria de su madre Alicia, quien murió en septiembre de 2020, pero que, según dice, fue fundamental en su decisión de lanzarse a la presidencia.
Chaves asegura que fue por ella y no por el expediente de acoso sexual en el Banco Mundial, que decidió regresar a Costa Rica, para cuidarla en la fase final de una enfermedad que padecía. Que ella lo bendijo cuando él le comentó de sus aspiraciones políticas y que fue ella quien le dijo la frase de “comerse la bronca” convertida después en bandera en campaña. “La bronca es usted”, le dijo Figueres en uno de los debates, refiriéndose a los numerosos mensajes incendiarios que Chaves dio en su campaña contra grupos políticos, élites empresariales gremios y medios de comunicación, sobre todo después de que sorpresivamente entró al balotaje.
“Les pido nos convirtamos en el tsunami que va a barrer y sacar la basura de esta patria. Somos un tsunami y vamos a causar destrucción de las estructuras corruptas, de La Nación y Canal 7, el principal diario y la principal televisora del país”, dijo en un mitin, acompañado siempre por Cisneros, la periodista que le dio visibilidad entre las 25 candidaturas que hubo en la primera vuelta. Algunos analistas sostienen que también pudieron haberle ayudado las noticias sobre acoso sexual, que le dieron visibilidad, ya que parte de la población compró la versión de Chaves que justificó las acusaciones como una mala interpretación de su cultura latina.
La prensa local también señaló la opacidad del financiamiento de la campaña y luego los indicios de una estructura ilegal, cuestionamientos que propiciaron la apertura de investigaciones de las autoridades electorales y penales cuyos, desenlaces se conocerán cuando ya Chaves detente el poder en el Ejecutivo, con inmunidad para él y para sus dos vicepresidentes, la médico Mary Munive y Steffan Brunner, un economista que funge como tesorero del PPSD.
Los cuestionamientos acompañaron a Chaves durante toda la campaña previa al balotaje. Respondía cuestionando la capacidad intelectual de las mujeres que lo criticaban, insinuando que no leían el informe por no saber inglés. También ha acusado a periodistas de “buscar basura” en sus antecedentes en el Banco Mundial y ha publicado informaciones falsas que retiraba luego de desmentidos, incluido uno del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). Su imagen se fue percibiendo chocante ante un sector del electorado, pero no todo: una mayoría de hombres y de zonas agrícolas se inclinaron por él. Además, a casi a casi la mitad de sus seguidores, no les importaban sus denuncias por acoso sexual, indicaba un sondeo de la Universidad de Costa Rica (UCR).
“Es un movimiento por el pueblo”, decía Chaves, considerado un ejemplo más del populismo que se ha reflejado en otros países de la región, resume el politólogo Rotsay Rosales, investigador en la UCR. “Es un conservador en lo social y liberal en lo económico. Se puede decir que es de derecha, pero con un discurso de mano dura”, añadía antes del 3 de abril y del discurso conciliatorio con el que parece querer allanarse el camino para el capítulo siguiente de su aventura política, el de presidente del millón que votó por él y del 71% del padrón que votó por su rival o prefirió abstenerse.
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