El embajador de Estados Unidos Ken Salazar, la semana pasada en Ciudad de México.

El embajador de EE UU quita hierro a las discrepancias con México: “Vemos el mundo de forma semejante”

El embajador de Estados Unidos Ken Salazar, la semana pasada en Ciudad de México.
El embajador de Estados Unidos Ken Salazar, la semana pasada en Ciudad de México.Carlos Ramírez (EFE)

Washington quiere el entendimiento con el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, lo busca y lo ve posible. Asuntos como el reto migratorio, la política hacia el régimen castrista de Cuba o la reforma energética mexicana han generado tensión entre estos dos países, socios y vecinos, pero la Administración de Joe Biden ha aprovechado la cumbre de este jueves para rebajar tensiones e impulsar la colaboración en todo lo demás. El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, se mostró optimista, en declaraciones a EL PAÍS, poco antes de la reunión en la Casa Blanca: “Sé que vemos el mundo de forma semejante, en seguridad, violencia y otros aspectos hay mucho en lo que vamos a estar de acuerdo”, señaló.

La cita de los líderes de Canadá, México y Estados Unidos, conocidos coloquialmente como los Three Amigos, afrontaba una agenda de temas variada, del cambio climático a la crisis global en las cadenas de suministro, pero la inmigración siempre ocupa un lugar fundamental en el diálogo de estos países. “Estamos de acuerdo con México en que lo que se tiene que hacer es crear empleos y esperanza en los lugares de origen de donde vienen los migrantes”, señaló Salazar, quien añadió que Biden “hizo una docena de viajes a México y Centroamérica cuando era vicepresidente y conoce este asunto mejor que ningún otro presidente de nuestra historia”.

El diplomático, de 66 años, es un veterano político demócrata, el primer latino en representar a Colorado en el Senado de Estados Unidos, fiscal del Estado y secretario de Interior durante la Administración de Barack Obama. Fue confirmado para el cargo el pasado verano y heredó una agenda compleja, llena de aristas, pero con una tarea urgente: cambiar el paso respecto a la turbulenta relación con la Administración de Donald Trump. Este jueves, Salazar recibió elogios de López Obrador. En su encuentro con la vicepresidenta, Kamala Harris, el presidente mexicano calificó de “buen embajador” y le comparó con el embajador que Franklin Delano Roosevelt nombró para “reforzar la relación de ambos países”.

La cumbre sirvió para aparcar recelos. El martes, un López Obrador desafiante había advertido del peso de la comunidad de votantes de origen mexicano en la política a la hora de presionar por la regularización de 11 millones de indocumentados, dentro de una reforma migratoria que Biden ha prometido pero que necesita el apoyo republicano en el Congreso. “Hay millones de ciudadanos estadounidenses-mexicanos que deben estar atentos y tener dos objetivos, solo dos: defender a los mexicanos y defender a México”, dijo en su conferencia matinal diaria, la llamada “mañanera”.

El embajador evitó entrar en esta provocación, así como en las recientes declaraciones del presidente mexicano en torno a la política de sanciones de Estados Unidos hacia el régimen castrista. El lunes, horas antes de la Marcha por el Cambio, López Obrador dijo: “No se puede asfixiar a los cubanos que han decidido mantenerse en Cuba. Estoy en contra del bloqueo, creo que es inhumano, nadie tiene derecho a que mediante esas prácticas se lleve a un pueblo a rebelarse contra su Gobierno”. Salazar quitó hierro al asunto al señalar: “Hay cosas en las que México tiene un punto de vista diferente y eso forma parte de su soberanía”. Lo mismo ocurre con la reforma energética de México, que busca recortar la participación privada en el sector y supone un problema para las inversiones estadounidenses. “Eso no nos va a colocar en una posición en la que no podamos trabajar juntos sobre el cambio climático o las energías renovables”, subrayó.

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