El inesperado empate ante Grecia (1-1) en el inicio de la clasificación para el Mundial de Qatar 2022 y los problemas que encontró España para generar ocasiones en el duelo de Granada han puesto en solfa algunas de las decisiones del seleccionador, Luis Enrique, desde la construcción del once al pacto con Sergio Ramos para que este solo disputara los primeros 45 minutos y fuera sustituido en el descanso. En juego estaban los tres primeros puntos de la fase clasificatoria, y el acuerdo con el capitán, que a los 34 años acaba de salir de una lesión, transmitió cierta sensación de frivolidad ante la trascendencia y la oficialidad del choque.
La colaboración de Luis Enrique en la afanosa persecución del central por convertirse en el jugador con más internacionalidades rozó el límite entre lo que es competir por una plaza mundialista y alimentar un registro individual. El central suma 179 encuentros con España, a cinco de igualar el récord mundial, en poder del egipcio Ahmed Hassan (184 citas entre 1995 y 2012). No ha sido la primera vez que se ha dado tal estrategia. Ya en otras ocasiones Ramos ha disputado solo los minutos finales de algún partido, de manera testimonial, con el objetivo de apuntarse otro encuentro en su particular marcador de internacionalidades.
La suplencia de Jordi Alba (fue titular Gayà) también chirrió atendiendo al momento de forma que exhibe en el Barcelona y a la necesidad de profundidad que iba a demandar el conservador planteamiento de los griegos. En el otro costado, sin los ausentes Jesús Navas y Carvajal, la titularidad fue para Marcos Llorente. Su ubicación en esa demarcación explicó por qué Luis Enrique solo convocó a Pedro Porro como lateral derecho puro. Llorente, el centrocampista con más gol de la convocatoria, ofreció despliegue físico en la presión y en la ida y vuelta, pero no encontró espacios para romper en velocidad.
Como ha sucedido cuando Simeone le ha utilizado de carrilero, su actuación volvió a transmitir que alejar de las zonas de ataque al centrocampista más anotador de la convocatoria despilfarró la versión de goleador llegador con la que ha explotado. “Me siento más cómodo de interior, pero si tengo que jugar de lateral para ayudar al equipo, lo hago. Grecia es un equipo muy ordenado, con las ideas defensivas muy claras. Quizás necesitamos un poco más de desequilibrio y desborde”, expresó el rojiblanco tras el encuentro.
Pese a que Luis Enrique advirtió en la previa que la goleada a Alemania en noviembre (6-0) era historia, ante los griegos alineó a nueve de los titulares que aquella noche inocularon una buena dosis de optimismo en torno a una selección que desde el Mundial de Brasil 2014 va de desencanto en desencanto. Los dos cambios en el once respondieron a las bajas de Sergi Roberto y Pau Torres. A este lo reemplazó con Eric García, al que Pep Guardiola ha sumido en el ostracismo en el Manchester City desde que anunció que no renovaría. Su compañero Ferran Torres, alineado como extremo derecho, tampoco goza ahora de mucha confianza del técnico catalán. No se le vio suelto ni de cintura ni para pisar área, sus dos mejores virtudes.
Bryan Gil y Pedri
El pase al pie y las circulaciones pastosas que marcaron el inicio del declive de la España del tiqui-taca en el Mundial de Rusia 2018 volvieron a emerger el jueves ante la ordenada Grecia. El empate concedido no solo enreda la obtención de la primera plaza del grupo que da acceso directo al Mundial de Qatar. El inesperado traspié fue fruto de un juego ofensivo poco afilado hasta la entrada de Bryan Gil. El extremo del Eibar había opositado a la titularidad con sus impactantes entrenamientos en Las Rozas, pero se quedó en revulsivo. Lo mismo que Pedri, que cuando entró fue taponado por un marcaje individual y tampoco pudo poner en liza su sociedad con Jordi Alba.
España se enmarañó en el último tercio del campo con un fútbol previsible que no pudo desmontar el 4-1-4-1 que diseñó el seleccionador de Grecia, John van’t Schip. El técnico holandés cerró los espacios a los dos interiores, Koke y Canales, y con la línea defensiva muy cercana al área de su portero no dejó metros para que los laterales y los extremos pudieran sorprender. “Nos faltó fluidez. Con un poco más de ritmo y con cambiar de lado a lado y jugar por banda para tener más espacios nos hubiera ido mejor. No supimos hacerlo”, analizó Pedri.
Las estadísticas del encuentro describieron el regreso al toque intrascendente. Los internacionales españoles dieron 921 pases, el segundo registro más alto en los 19 partidos dirigidos por Luis Enrique (tras los 949 del 0-2 a Malta en marzo de 2019, clasificatorio para la Euro), para un total de nueve remates, la cifra más baja con el preparador asturiano al frente de la selección. Bajo su dirección, La Roja promedia 18 remates por partido y siete entre los tres palos. Ante Grecia se quedó en tres en este apartado, también el peor registro con Luis Enrique junto al logrado ante Suiza en Valdebebas (1-0), en octubre pasado en la Liga de las Naciones. Pero ese día España disparó 12 veces. Ante Grecia, hubo mucho pase de seguridad, poco desborde y menos remate, la España más roma de la era Luis Enrique. Este domingo, en Tiflis, aguarda Georgia, otra selección que planteará un partido de similares características.
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