El Estado vota en contra de la remuneración de Goirigolzarri como presidente de CaixaBank


Tras más de cuatro horas de sesión, la junta de accionistas de CaixaBank ha aprobado este viernes las cuentas de 2020 y otros temas, como la remuneración del presidente de la entidad, José Ignacio Goirigolzarri, y la de la cúpula directiva. No obstante, el FROB, la Autoridad de Resolución Ejecutiva, dependiente del Gobierno, que cuenta con el 16,1% de las acciones de la nueva entidad por su anterior control de Bankia, ha votado en contra de la subida salarial del presidente, que supone triplicarse su salario. En la junta, los sindicatos han cargado duramente los sueldos de la cúpula y contra los despidos que planea el banco tras los beneficios presentados en 2020.

El gesto sin precedentes la del FROB, la Autoridad de Resolución Ejecutiva, supone romper el entendimiento que ha tenido Goirigolzarri con los diferentes gobiernos con los que ha convivido desde mayo de 2012, cuando llegó a la presidencia de Bankia tras su rescate y la inyección de 22.424 millones de los contribuyentes.

Fuentes cercanas a la entidad admiten el duro golpe moral que supone esta decisión para el directivo, que siempre ha destacado su independencia política en la gestión y su entendimiento con todos los ministros de Economía, del PP y del PSOE, con los que ha convivido estos nueve años.

Ayer se rompió esta línea al presentarse a la aprobación de la junta el salario del presidente ejecutivo: 1,65 millones en retribución fija, más una variable de hasta 200.000 euros, unido a un paquete de acciones que podría recibir en función de los objetivos cumplidos. Esto supone triplicar el sueldo fijo que tenía en Bankia, limitado por el Gobierno a 500.000 euros al año. En 2020 Goirigolzarri renunció a la paga variable.

Goirigolzarri sabía que votarían en contra

Según fuentes conocedoras de las conversaciones, el primer ejecutivo de CaixaBank conoció de primera mano, hace semanas, que el FROB iba a votar en contra en la junta de accionistas. Este enfrentamiento llegó al supervisor, que mostró su preocupación por las posibles consecuencias que pudiera tener para la estabilidad financiera, dado que era público el malestar del presidente de CaixaBank.

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Desde la entidad se recuerda, como ayer hizo Goirigolzarri, que en el consejo de la fusión se aprobó su salario, con la abstención de Teresa Santero, representante del FROB. Posteriormente llegaron las críticas de Nadia Calviño, vicepresidenta y ministra de Asuntos Económicos, en varias ocasiones, a las subidas de sueldo de los banqueros, que coinciden con una nueva oleada de despidos en el sector, en la que se incluye CaixaBank, que prevé 7.800 bajas.

La ministra ha pedido al Banco de España que intervenga en este asunto, implicando también al BBVA, que negocia un ERE de 3.448 personas, el 15% de la plantilla. El propio presidente Pedro Sánchez dijo que moverían ficha para evitar estas situaciones.

Pese al rechazo del FROB, CaixaBank ha logrado sacar adelante este punto del orden del día, como los 18 restantes, con el apoyo de los demás accionistas. La Fundación La Caixa, que tiene el 30% de las acciones, respaldó todos los acuerdos. Los sindicatos y algunas empresas que aconsejan el voto a los inversores institucionales, como Corporance, se opusieron a estas retribuciones. El 23,14% del total de los presentes votó en contra de las remuneraciones de los consejeros; el 22,4% se abstuvo en la votación de los cobros de variables.

Uno de los que menos gana

El presidente de CaixaBank, en el turno de respuestas defendió ayer que la remuneración por ser consejo de la entidad “se ha mantenido sin cambios desde el 2015” y así continuará en 2021. Aseguró que lo que cobra el consejo “es un 50% de media inferior a las retribuciones de los demás consejos de bancos del Ibex, exceptuando Bankia”. Añadió que su sueldo “está en línea con lo que tenía estipulado CaixaBank años antes, y es inferior a la media del mercado”.

De hecho, la retribución del presidente del primer banco de España está por debajo de lo cobrado en 2020 por sus principales competidores. Ana Botín, presidenta del Santander, con 8,1 millones entre sueldo y pensión; José Antonio Álvarez, consejero delegado del Santander, 6,88 millones; Carlos Torres, presidente del BBVA, 5,5 millones; Onur Genç, número dos del BBVA, 4,29 millones, Jaime Guardiola, consejero delegado del Sabadell, 2,69 millones, José Oliu, presidente del Sabadell, con 2,02 millones.

Goirigolzarri también salió en defensa de la retribución de Gonzalo Gortázar, primer ejecutivo del banco, que percibirá 2,26 millones, la misma cantidad que en 2020, con una variable de 708.800 euros. “Su retribución está por debajo de otros comparables del mercado, la fija lleva cinco años congelada y renunció a la variable el año pasado”, indicó el presidente. Además, recordó que la política de remuneración “como en todos los bancos” se encuentra “absolutamente reglada” y es una decisión que se adopta dentro del consejo, pero debe ser analizada y propuesta por la Comisión de Retribuciones.

Regresando al discurso del presidente al inicio de la junta, el directivo subrayó que la entidad llega a la fusión con fortaleza de capital, grandes resultados en 2020, y liderazgo comercial. “Pero es eso, un gran punto de partida, no de llegada. Mirando al futuro, esta situación nos va a obligar a tomar decisiones estratégicas muy importantes, pero sobre todo nos va a obligar a ser una organización enormemente flexible, capaz de responder con una enorme velocidad a un entorno cambiante”, afirmó.

Y advirtió del peligro que supone que la banca haya perdido sus tradicionales barreras de entrada frente a otros competidores por la irrupción de la tecnología.

Los sindicatos: “Los despidos van contra el espíritu de La Caixa”

El despido previsto de 7.800 trabajadores de CaixaBank, el 17,5% de la plantilla, fue el otro gran tema de la junta. Los sindicatos lanzaron, en un gran número de intervenciones, durísimas críticas a la coincidencia del ERE con las subidas de sueldos. Reivindicaron la reducción del número de afectados y la voluntariedad de las salidas, así como la homologación de las condiciones de los que proceden de Bankia con las de los de CaixaBank.

Los sindicatos pidieron al banco “frenar esta masacre, que traerá peor servicio para los clientes por el cierre de oficinas y la mayor presión sobre los que se queden”, según uno de los intervinientes. Varios participantes aseguraron que el ERE va en contra de la filosofía de Isidro Fainé, presidente de la Fundación La Caixa, principal accionista, por su defensa tradicional de la plantilla.

En su primera junta como presidente del banco, José Ignacio Goirigolzarri justificó la necesidad del ajuste de personal: “Esta fusión requiere un redimensionamiento de nuestras plantillas en el corto plazo para preservar el máximo número de puestos de trabajo de forma sostenible en el futuro”.

Entre las más de 15 intervenciones sindicales, CC OO, central mayoritaria, acusó a la dirección de falta de liderazgo, de buscar su enriquecimiento personal a costa de los despidos, de despreocupación por la difícil situación de la plantilla y la nula gratitud por el papel de esta en la crisis sanitaria.

Catalina Llibre, de UGT, insistió en que el banco no sigue los principios de Fainé. “Ustedes quizá porque son más nuevos no conocen esos criterios y deberían cambiar de barco, quizá a uno pirata, que es donde se sentirían más a gusto”, reclamó.

En el turno de respuestas, Gonzalo Gortázar, consejero delegado, auguró una negociación franca en la mesa del ERE, “con concesiones mutuas”. Recordó, quizá como una crítica sindical, que en el ERE de 2019, los sindicatos pidieron reducir los 2.157 despidos propuestos “y lo bajamos a 2.023. Al final, se apuntaron 2.900 voluntarios” y muchos empleados no pudieron marcharse probablemente con mejores condiciones que ahora. “Hace dos años llegamos a un acuerdo y ahora también lo haremos”, aseguró Gortázar.


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