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El exlíder escocés Alex Salmond divide al independentismo al crear otro partido

El exlíder del SNP Alex Salmond, el 26 de febrero en Edimburgo.
El exlíder del SNP Alex Salmond, el 26 de febrero en Edimburgo.ANDY BUCHANAN / AFP

La batalla personal del exlíder independentista escocés Alex Salmond contra su protegida, sucesora y hoy enemiga, Nicola Sturgeon, amenaza con dividir las filas del separatismo. El que fuera líder carismático del SNP (Partido Nacional Escocés) ha anunciado este viernes que competirá en las elecciones autonómicas del próximo 6 de mayo con una nueva formación: Alba (como se conoce Escocia en gaélico). Salmond fue absuelto en marzo de 2020 por un jurado popular de 14 graves acusaciones de delitos sexuales contra empleadas del SNP, un escándalo que provocó su abandono del partido dos años antes. Desde entonces ha logrado volver su fracaso político en contra de la actual ministra principal del territorio autónomo, Sturgeon, que ha acabado siendo acusada de engañar al Parlamento escocés en la gestión de aquella crisis por su Gobierno.

La decepción del Brexit (rechazado por una clara mayoría de escoceses) y un manejo serio y riguroso de la pandemia, en comparación con los errores del primer ministro británico, Boris Johnson, habían situado a Sturgeon en un altísimo nivel de popularidad. Y sucesivas encuestas reflejaban un persistente apoyo popular a la independencia del Reino Unido. Con estos datos, el SNP aspiraba a lograr en las elecciones de mayo una mayoría absoluta (hoy gobierna en minoría) que le diera la legitimidad necesaria para celebrar un nuevo referéndum. En el de 2014, la propuesta separatista se vio derrotada por un 55% frente a un 45%.

En cuestión de pocos meses, la situación ha dado la vuelta. El torpe manejo de las acusaciones contra Salmond ha dividido a los independentistas y sembrado la sospecha entre el electorado escocés. El Gobierno de Sturgeon tuvo que indemnizar al anterior líder del SNP con más de medio millón de libras (unos 580.000 euros) cuando los tribunales tumbaron una investigación interna del escándalo poco garantista y llena de irregularidades. El asunto acabó en manos de una comisión parlamentaria que dio su momento de gloria al político. Ante los diputados, Salmond cuestionó la capacidad de su sucesora para liderar Escocia y logró titulares llamativos en Londres y Edimburgo. Aunque el abogado general James Hamilton, nombrado en su día por Salmond como asesor legal del Gobierno escocés, concluyó en su investigación que Sturgeon no había quebrado el “código ministerial” —la normativa ética cuya quiebra suele conllevar la dimisión—, la popular política independentista salió muy dañada de todo el proceso. El propio Hamilton calificó de “lamentable” que, durante su comparecencia ante la comisión parlamentaria, Sturgeon hubiera ofrecido “una narración incompleta de los hechos”. Y la conclusión definitiva, aunque en votación dividida, de los diputados fue la de acusar a la ministra principal de engañar al Parlamento autónomo.

Salmond remata ahora su venganza con el anuncio de su presencia como candidato en los comicios de mayo, mediante un calculado movimiento que aprovechará en su favor el complicado sistema electoral escocés. El Parlamento Autónomo, en vigor desde 1999, cuenta con 129 escaños. Los escoceses, sin embargo, no querían una repetición exacta del sistema mayoritario británico, por el que el ganador de cada circunscripción se queda con el escaño en liza y el resto de votos acaban en la basura. Eligieron un método de proporcionalidad corregida, en el que cada elector emitiría un doble voto. Las 73 circunscripciones del territorio designarían cada una un representante por el sistema del winner-takes-all (el ganador se lo lleva todo). Pero el resto de diputados, 56, se elegirían a través de un sistema proporcional. Escocia se dividió en ocho regiones parlamentarias. Cada una tendría siete diputados. Los partidos presentarían una lista en cada región, y los votantes podrían elegir formación con su segunda papeleta.

Es en este caladero, normalmente descuidado por el SNP hasta el punto de perder casi un millón de votos en las pasadas elecciones, en el que ahora quiere pescar Salmond. El político independentista, cuyos días de éxito han quedado atrás, pero mantiene un reducto de partidarios entre votantes y miembros de su antiguo partido, ha asegurado que no pretende hacer daño a la formación de Sturgeon, sino contribuir a forjar una “supermayoría” a favor de la independencia. “Boris Johnson ya ha rechazado las propuestas del SNP [para la celebración de un segundo referéndum]. Le resultará mucho más difícil volver a decir que no a todo un Parlamento y a un país. Y el debate sobre la independencia ya no se verá como una disputa entre el Partido Conservador y el SNP, sino como un enfrentamiento entre Boris Johnson y el Parlamento que representa al pueblo escocés”, ha afirmado Salmond en el vídeo utilizado para presentar la formación Alba.

Los nacionalistas escoceses han reaccionado de inmediato ante una maniobra que veían venir desde hacía ya un tiempo, y han optado por centrar sus ataques en la personalidad y ambición de Salmond. Un portavoz del SNP ha asegurado: “Durante estos momentos de crisis, el interés del país debería ser prioritario, y no resultar ensombrecido por los intereses personales de alguien que ni siquiera ha mostrado la mínima preocupación ante las acusaciones [por delitos sexuales] contra él. Acusaciones que ponen en seria duda la conveniencia de su regreso a la esfera pública”.


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