Nicolas Sarkozy vuelve al banquillo. “Yo nunca he corrompido a nadie”, aseguró este lunes el expresidente francés en la apertura del segundo juicio por el llamado caso de las escuchas, por el que ya fue condenado a una pena de prisión. No es su único frente judicial. Ha sido imputado en dos otros casos. La Fiscalía Nacional Financiera (PNF), investiga, en paralelo, la atribución del Mundial de fútbol de Qatar, en la que el antiguo jefe del Estado pudo tener un papel determinante.
En marzo de 2021, Sarkozy fue condenado por primera vez por corrupción y tráfico de influencias a tres años de prisión, de los que solo habría tenido que cumplir uno, y en libertad vigilada. Recurrió la sentencia ante el Tribunal de Apelaciones y este es el juicio que empieza ahora y que debe durar dos semanas. El expresidente, cercano a su sucesor Emmanuel Macron, ha indicado que, si los jueces le condenan de nuevo, irá a la Corte de Casación, el Supremo francés.
La sombra de la corrupción ha perseguido al conservador Sarkozy, presidente entre 2007 y 2012, desde que abandonó el palacio de Elíseo. Por ahora, ya ha sido declarado culpable dos veces, y en ambos casos ha recurrido, lo que ha dejado en suspenso las condenas y no ha tenido que cumplir las penas. Además del caso de las escuchas, en septiembre de 2021 fue condenado a un año de prisión por financiación ilegal de la campaña para las elecciones presidenciales de 2012, que perdió ante el socialista François Hollande. También está imputado por la supuesta financiación ilegal de la campaña que le llevó al poder, en 2007, con dinero de la Libia de Muamar El Gadafi.
El caso de las escuchas, también conocido como caso Paul Bismuth, tiene su origen a principios de 2014 y en él convergen varios de los asuntos en los que se ha visto implicado el antiguo jefe de Estado en estos años. En aquel momento, la justicia investigaba a Sarkozy por el caso Bettencourt, del que acabó siendo exonerado y en este contexto se incautó de sus agendas. Con el fin de recuperarlas, el expresidente interpuso un recurso ante el Supremo.
Sarkozy, inquieto por el resultado del recurso y el destino de las agendas, le pidió a su abogado y amigo íntimo, Thierry Herzog, que usase su amistad con el fiscal Gilbert Azibert para informarse sobre el ambiente en el tribunal, y quizá influir. Sarkozy y Herzog se comunicaban por una línea secreta registrada bajo el nombre falso de Paul Bismuth.
Pero los jueces que investigaban a Sarkozy por otro caso, el de la financiación libia de la campaña, dieron con esta línea y la pincharon. Así, por casualidad, descubrieron conversaciones en las que Sarkozy planteaba el intercambio de favores: en contrapartida por la ayuda que el fiscal Azibert podía facilitarle con las agendas, él se ofrecía para impulsar la candidatura de Azibert para el Consejo de Estado de Mónaco. “Yo le haré subir, le ayudaré”, le decía el expresidente al abogado, según una de las grabaciones. “Yo me ocupo porque voy a Mónaco y veré al príncipe [Alberto II]”.
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La defensa de Sarkozy consiste en alegar que no hay pruebas en las conversaciones telefónicas del intercambio de favores, y que las citas leídas durante el primer juicio estaban sacadas de contexto. Una de las novedades del nuevo juicio es que podrán escucharse las grabaciones en vivo.
Otro argumento del expresidente es que, si hubiese habido un intercambio de favores, habría sido inútil: Azibert nunca obtuvo la plaza en Mónaco y Sarkozy perdió el recurso por sus agendas.
“Una corrupción extraña”
“Admitamos que se trata de una corrupción extraña, sin dinero, sin un céntimo para nadie, sin ventajas para nadie y sin víctimas”, alegó el lunes Sarkozy ante los jueces.
Los jueces, al condenarlo por primera vez, recordaron que basta la intención de cometer un delito, independientemente del resultado. Y subrayaron la gravedad de los hechos al haberlos cometido un jefe del Estado, “garante de la independencia de la Justicia”. Herzog y Azibert también fueron condenados.
Coincidiendo con el nuevo juicio, el Mundial de Qatar ha devuelto a los titulares un almuerzo celebrado el 23 de noviembre de 2010 en el palacio del Elíseo con Sarkozy como anfitrión. Este almuerzo constituyó una “etapa decisiva en el proceso de atribución del campeonato de fútbol”, según consta en la investigación de la justicia francesa, citada por el diario Le Monde. Participaron en el encuentro, además de Sarkozy y colaboradores suyos, el actual emir de Qatar, Tamim Al Thani, y el entonces presidente de la UEFA, Michel Platini.
La investigación sugiere que Sarkozy se implicó personalmente para favorecer la elección de Qatar a cambio de favores a intereses de sus amigos y franceses, según publicó Le Monde en noviembre en un reportaje titulado “Atribución del Mundial a Qatar: Nicolas Sarkozy, Michel Platini y la compra del PSG, en el corazón de la investigación de la justicia francesa”. Platini, que antes el almuerzo se inclinaba por la candidatura de Estados Unidos, cambió súbitamente de opinión. Unos meses después, el fondo catarí Qatar Sports Investments compró por 76 millones de euros el PSG, el equipo de Sarkozy. En 2019, la Fiscalía francesa abrió una investigación por “corrupción activa y pasiva” en la designación de la sede del Mundial.
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