Horas después de que concluyesen los actos conmemorativos del vigésimo aniversario de los atentados del 11-S, el FBI ha desclasificado en la noche de este sábado el primero de los que se espera sean varios documentos inéditos de la investigación, después de que el presidente estadounidense, Joe Biden, ordenara hace una semana al Departamento de Justicia y el FBI revisarlos en un plazo de seis meses y proceder a su publicación. El archivo desclasificado pertenece a una línea de investigación que concluyó en 2016 y que, supuestamente, apunta a la implicación de funcionarios saudíes en la organización de los atentados, que se cobraron casi 3.000 vidas. El contenido del divulgado este sábado no es concluyente, según el diario The New York Times, pero puede servir para calmar la ansiedad y el enojo de los 1.800 damnificados —en su mayoría familiares de las víctimas, pero también supervivientes y miembros de los equipos de rescate— que en agosto pidieron a Biden más transparencia al respecto.
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El documento transcribe una entrevista realizada en noviembre de 2015 con un saudí, identificado como PII, que había solicitado la ciudadanía estadounidense. El hombre informó a los agentes sobre su trabajo en el consulado saudí en Los Ángeles y contó anécdotas sobre sus interacciones personales con los responsables de la legación. El archivo resume sus contactos con personas que, dice, prestaron “un apoyo logístico significativo” a dos de los secuestradores de los cuatro aviones con que perpetraron los atentados, Nawafal Hazmi y Khalid al Mihdhar, que habían llegado a California un año antes de la masacre. El documento en cuestión, de 16 páginas, fue publicado el 4 de abril de 2016 y contiene numerosos fragmentos censurados. Aunque refuerza las sospechas sobre el papel de Riad en la trama, no proporciona las evidencias que esperaban los familiares para avanzar en su ofensiva judicial contra la corte saudí.
Miembros de la comisión oficial que investigó los ataques de 2001, cuyas conclusiones fueron publicadas en 2004, han sostenido siempre que si el Gobierno saudí hubiera tenido algo que ver con la trama terrorista, habría implicado para tal fin a funcionarios consulares, un extremo que no puede confirmar el documento publicado este sábado al mantener en secreto la verdadera función de la fuente. De los 19 secuestradores, quince eran de nacionalidad saudí.
La embajada de Arabia Saudí en Washington aseguró el miércoles que “acoge la publicación” de los documentos del FBI, aclarando que “cualquier alegación de que Arabia Saudí es cómplice de los atentados del 11 de septiembre es categóricamente falsa”, según recoge la cadena CNN. En la misma línea, el ministro saudí de Exteriores, Faisal bin Farhan, ha dado la bienvenida este domingo a la desclasificación. “Llevamos más de una década pidiendo que se publiquen y confiamos en que la información confirmará que no existe ninguna conexión del reino” con los atentados, informa la agencia Efe.
La orden de Biden de publicar material confidencial llegó un mes después de que más de 1.800 víctimas de los atentados advirtiesen al demócrata de que no sería bienvenido en los actos conmemorativos del 11-S, este sábado, si no se desclasificaban pruebas de la conexión saudí. Las tres Administraciones precedentes —las de George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump— habían rehusado hacerlo al considerar la información secreto de Estado.
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